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y está organizado en 9 capítulos cuyo punto de articulación esencial es la propuesta del Humanismo Ignaciano, en clave pedagógica.

      El primer artículo, titulado, Claves de la espiritualidad y el Humanismo Ignacianos, escrito por el profesor Humberto Jaramillo Botero, desarrolla, a manera de introducción, los conceptos claves abordados en el seminario, a saber: espiritualidad, humanismo e Ignaciano, desde una perspectiva histórica y apoyado en el texto fundamental de la Espiritualidad Ignaciana: Los Ejercicios Espirituales.

      El segundo artículo, titulado, El contexto originario del Humanismo Ignaciano; escrito por los profesores María Cristina Sánchez y Hernán Darío Sarmiento, aborda el contexto del Renacimiento en el cual nace y se forma Ignacio de Loyola; destacando la articulación entre ciencia, cultura y fe propia de la época.

      El tercer capítulo Ratio Studiorum, de Leonardo Rojas y Diego Agudelo, se centra en una mirada histórica y contextualizada de la Ratio Studiorum, traducida como El Plan Oficial de Estudios de la Compañía de Jesús; documento guía de la labor educativa de los jesuitas en sus primeras décadas, dejando una huella importante en el desarrollo de la labor educativa de la compañía posteriormente.

      El cuarto capítulo corresponde a Ignacio en el aula; trabajo realizado por las profesoras Natalia María Ramírez y Tatiana Saavedra Flórez, haciendo una lectura de la autobiografía de Ignacio de Loyola en clave de la asignatura de Humanidades I y los elementos que, de este legado, recoge en su intencionalidad formativa el programa académico.

      El quinto artículo Tres Imágenes del ser Humano en los Ejercicios Espirituales, a cargo de Ever Eduardo Velazco, propone un ejercicio hermenéutico siguiendo algunos rastros y huellas de carácter antropológico del texto ignaciano.

      El sexto capítulo Ignacio Mistagogo: Claves de Lectura de los Ejercicios Espirituales, a cargo de Ana María Giraldo y Adriano Padilla; se centra en la experiencia mística de Ignacio de Loyola y su concreción en los Ejercicios Espirituales.

      El séptimo capítulo escrito por Víctor Martínez Ruíz, Espiritualidad Ignaciana y Misión de Justicia, busca resaltar el aporte humanista del carisma ignaciano a nuestros tiempos, desde una lectura de las últimas congregaciones generales de los jesuitas en función de su misión de justicia.

      El octavo capítulo El Humanismo Ignaciano presente en las constituciones de la Compañía de Jesús y su relación con las universidades jesuitas, a cargo de Andrés Sandoval Sarrias, resalta algunos principios del Humanismo Ignaciano presentes en las Constituciones de la Compañía de Jesús, particularmente en lo referente a la labor que se realiza en las universidades jesuitas.

      El último capítulo, elaborado por Jesús Carrasquilla y titulado Una Visión Antropológica del ‘Sentir’ y del ‘Conocimiento Interno’ según los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola propone una visión antropológica de los ejercicios espirituales que se valen de los sentidos, la sensibilidad y la imaginación para vislumbrar el mundo transformado a partir del deseo humano y de una narrativa espiritual sintetizada en conocimiento y amor.

      A nuestro juicio, este libro tiene tres logros importantes que vale la pena resaltar: en primer lugar, es un trabajo interdisciplinario como son las humanidades en sí mismas y se comprende por la procedencia epistemológica y los campos disciplinares de los autores. En segundo lugar, que es producto del trabajo colectivo del grupo de profesores del Departamento de Humanidades; garantizado por la fidelidad a una forma de trabajo académico, el seminario tiene fases de preparación, exposición y puesta en escena ante la criba de los pares y, finalmente un volver sobre el archivo con las sugerencias de la sesión plenaria para tener un texto decantado. Y, en tercer lugar, y quizá lo más importante, que es fruto de una convicción, una pasión identitaria con la cual estamos comprometidos: la identidad ignaciana, pues como profesores del Departamento de Humanidades nuestra misión es contribuir en la formación integral y la excelencia académica y humana de nuestros estudiantes, mediante la experiencia viva de un legado cuyos aportes consideramos como una opción vigente, entre los múltiples caminos espirituales, para atender los retos de nuestro contexto actual.

      Humberto Jaramillo Botero

      Introducción

      Es impensable una propuesta de humanismo sin una espiritualidad que la respalde o la fundamente y más si el adjetivo de este es ignaciano, pues es la referencia a una propuesta de seguimiento que se particulariza de un modo y se mantiene semejante a otras propuestas; por eso, es preciso preguntarnos por el humanismo y la espiritualidad. Teniendo en cuenta lo anterior, esta introducción contiene una aproximación a nuestra propuesta de humanismo y a la comprensión de la Espiritualidad Ignaciana, a partir de la lectura del principal legado de Ignacio de Loyola: los Ejercicios Espirituales.

      Con este propósito, lo primero por afirmar respecto del humanismo es que es un término polisémico que responde a diferentes cosmovisiones y da lugar a muchas interpretaciones, determinadas por el enfoque o énfasis que se le quiera dar y teniendo siempre en consideración al ser humano, ya sea en lo que se considere su naturaleza, su praxis, sus creaciones, sus tendencias, sus inclinaciones, sus vicios o sus virtudes. La asociación más común del humanismo se hace con respecto al empoderamiento de lo humano interpretado desde las enseñanzas del estudio de los clásicos griegos y latinos.

      A partir de esta primera consideración, voy a concebir lo humano, eje conductor de nuestro concepto de humanismo, en el sentido ilustrado en este fragmento que suelo presentar como introducción al inicio de mis clases de humanidades:

      Querido profesor

      Soy un sobreviviente de un campo de concentración. Mis ojos vieron lo que ningún ser humano debería testimoniar: cámaras de gas construidas por ingenieros ilustres, niños envenenados por médicos altamente especializados, recién nacidos asesinados por enfermeras diplomadas, mujeres y bebés quemados por gente formada en escuelas, liceos y universidades.

      Por eso, querido profesor, dudo de la educación y le formulo un pedido: ayude a sus estudiantes a volverse humanos. Su esfuerzo, profesor, nunca debe producir monstruos eruditos y cultos, psicópatas y Eichmans educados. Leer y escribir son importantes solamente si están al servicio de hacer a nuestros jóvenes seres más humanos. A. Novinsky (Zubiría, 12 de mayo de 2016).

      Por tanto, nuestro humanismo tiene que ver con el reconocimiento del otro, su dignidad y solidaridad, su capacidad de compasión, de sentir con el otro y ser capaz de meterse en sus zapatos; de la búsqueda de un mundo mejor para todos que nos lleve a vivir la vida querida y, por ello, buscamos hacerlo realidad desde campos académicos diferentes.

      En segundo lugar, cuando hablamos de Espiritualidad Ignaciana, tratamos de entender las consecuencias de una experiencia espiritual religiosa de Ignacio aplicada a entornos cambiantes en el tiempo, explicitada y profundizada en los Ejercicios Espirituales (1984). Tenemos entonces dos aspectos fundamentales para entender en qué consiste el Humanismo Ignaciano: por un lado, la espiritualidad de Ignacio caracterizada, purificada, consolidada y fortalecida en los ejercicios a la luz de su fe-confianza en Dios por intermedio de Jesucristo y, por otro lado, el resultado del proceso dialéctico entre esa espiritualidad que pretende ayudar a las almas de los otros y el hecho de tener que entenderlos inmersos en la realidad de sus tiempos, lugares y condicionamientos.

      Para poder entender la Espiritualidad Ignaciana y no extendernos demasiado en su interpretación, podríamos distinguir dos momentos en el estudio que se haga de ella. Un primer momento, orientado a preguntarse en qué consiste propiamente esa espiritualidad y, en segundo lugar, comprender los pasos del proceso que faciliten la llegada a la espiritualidad de Ignacio, expresados primordialmente en el libro de los Ejercicios Espirituales y en algunos de sus escritos.

      Ahora bien, por espiritualidad vamos a entender esa capacidad y potencialidad, esa dynamis que se encuentra en lo más íntimo de la persona, que se activa de determinada manera, inspirada en motivos que no tienen que ver con incentivos o alicientes de tipo material y tangible sino de otro orden que llamamos espiritual, porque es movido por algo que no pertenece al campo

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