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incluye la palabra diseño? Es evidente que Thackara utiliza ambos términos de una manera inusual: la economía a la que hace referencia está bien lejos de los modelos económicos dominantes. Es una economía entendida en el sentido que apuntan las raíces griegas oikos y nomia: el arte de la administración de la casa, lo que incluye a los seres humanos, a los otros seres vivos y a todo el planeta. Una economía que sabe cómo hacer referencia al territorio y que es capaz de regenerar los bienes comunes.

      Por otro lado, el diseño evocado en el subtítulo no tiene que ver con el diseño del siglo XX, vinculado al ámbito de los productos industriales y practicado solo por profesionales con experiencia. El diseño del que trata tiene más que ver con una capacidad generalizada, con un diseño difuso, necesario para concebir y poner en práctica los nuevos sistemas socio-culturales. Una actividad para la concepción y realización, tal como practican los diferentes actores sociales, apoyada o no por el diseño, que experimente con ellos para saber dialogar, escuchar y que sea capaz de aportar su cultura específica.

      ¿Va a suceder todo esto? Si tenemos en cuenta el pensamiento dominante y miramos solo lo que resulta obvio, podría pensarse que no. Pero mirándolo mejor, quizá podamos decir que tal vez sí. Para que esto ocurra, es necesario involucrarse y asumir riesgos. Y en ese aspecto Thackara no pronuncia sermones moralistas; no dice a los demás cómo deben vivir, pero, sin embargo, nos da su ejemplo personal. Y no solo porque entre líneas de lo que escribe podemos verlo mientras produce compost o se ocupa de un familiar viejo y enfermo, sino también por el método valiente y arriesgado que adopta en la construcción de este libro y del que nos permite participar.

      De hecho, Thackara declara con frecuencia, de una forma casi ingenua, que trata temas de los que, hasta hacía bien poco, no sabía nada, o casi nada. Pero, una vez expresado ese interés, se dedica a buscar información, acepta una idea y de ella surgen las preguntas.

      Esta forma de hacer, no demasiado evidente, pero presente en muchas páginas del libro, señala algo importante: estamos inevitablemente mal informados ante la complejidad del mundo. No todos, ni siquiera aquellos que son expertos en algo pueden serlo en todo. Al tomar conciencia de ello lo que propone Thackara no es el conocimiento experto, sino el conocimiento proyectual: una forma de entendimiento que nos permita hablar con distintos expertos para centrarnos en las preguntas básicas, para vislumbrar posibles respuestas, aún sabiendo que podemos equivocarnos. Y por tanto, preparados, en caso de que la retroalimentación del entorno nos lleve a detectar errores, para asumirlos y cambiar de rumbo.

      Ezio Manzini

      En un cruce polvoriento de la larga carretera que une Kanpur con Lucknow en Uttar Pradesh, en la India, nos topamos con una enorme pantalla de video colocada en la parte posterior de un camión de caja plana. Mirábamos atónitos las imágenes junto a una docena de aldeanos, otros cuatro que iban en bicicleta y una vaca. La parte izquierda de la pantalla mostraba el paisaje cálido, polvoriento y miserable de las orillas del Ganges en cuya vasta y fértil llanura nos encontrábamos. La parte derecha dejaba ver un futuro prometedor: ciudades activas, líneas de montaje robotizadas y trenes de alta velocidad. A esta secuencia con el antes y el después de tan gran transformación, seguía un video a pantalla completa donde brotaban, como setas de verde hierba brillante, bloques de apartamentos generados por ordenador en ambas orillas del Ganves. “Bienvenidos a Trans-Ganga HighTech City”, decía una voz en off.

      Este libro es ese necesario tiempo muerto. Sus páginas hablan de un tercer movimiento social que surge en paralelo a la crisis global, mucho mayor que el integrado por esos catastrofistas dispuestos a empuñar un rifle, o por quienes sueñan con la tecnología verde. Este movimiento queda fuera de los medios de comunicación, pero incluye cada vez a más grupos activos. Muchas comunidades de todo el mundo impulsan en silencio una economía alternativa a partir de cero. Como puede leerse en los capítulos que siguen, esto incluye ángeles energéticos, magos del viento y administradores de las cuencas hidrográficas. Hay también planificadores biorregionales, historiadores ecológicos, ciudadanos forestales, removedores de presas, restauradores de ríos, recolectores de lluvia, agricultores urbanos, banqueros de semillas y maestros conserveros. Conoceremos también a desmanteladores de edificios, reacondicionadores de bloques de oficinas y recolectores de grano.

      Hay pintores naturales y fontaneros verdes, renovadores de remolques y corredores de acciones de la tierra. El movimiento implica a recicladores informáticos, re-mezcladores de hardware y recicladores textiles, y se extiende hasta los diseñadores de moneda local. Y cuenta también con médicos comunitarios, cuidadores de ancianos y maestros de la ecología.

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