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caminar en la luz como Cristo está en la luz, y testificar ante el mundo, ante los ángeles y los hombres, que la verdad tiene poder para transformar el carácter humano y lograr que los seres humanos representen a Cristo. Al igual que David, nuestro testimonio debería ser: ‘Tu benignidad me ha engrandecido’ (Sal. 18:35). ¡Oh, si tan solo tuviéramos percepciones divinas, y pudiéramos apreciar la santa y sagrada eficacia de la verdad que cayó de los labios de Cristo! ¡Oh, si tan solo una impresión permanente pudiera efectuarse en cada corazón!

      “Las palabras que Cristo habló, el espíritu que reveló en todas sus lecciones a sus discípulos, son como el pan de vida, la carne y la sangre del Hijo de Dios. Él dijo: ‘Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida’ (Juan 6:63). Pero todo lo que Cristo dijo es desafiado por la confederación del mal; aun así, la verdad preciosa debe ser presentada con su fuerza natural. Se han de desenmascarar los errores engañosos que están muy difundidos, y que tienen cautivo al mundo. Se está haciendo todo esfuerzo posible para entrampar a las almas con sutiles razonamientos, para desviarlas de la verdad a las fábulas, y prepararlas para ser engañadas por fuertes seducciones. Pero, aunque estas almas engañadas se aparten de la verdad al error, no les hablen una palabra de censura. Traten de mostrarles su peligro, y de revelarles cuán penosa es para Jesucristo su conducta; pero sea hecho esto con ternura compasiva.

      “Trabajando de la debida manera, algunas de las almas que están entrampadas por Satanás podrán ser arrebatadas de su poder. Pero no las inculpemos ni las condenemos. El ridiculizar las ideas de los que están en error no abrirá sus ojos ciegos, ni los atraerá a la verdad. Los seguidores de Cristo pueden recibir diariamente iluminación divina, y tener conceptos claros de la gran misericordia y el amor de Dios hacia nosotros, pobres pecadores. Al contemplar el amor de Cristo, comenzaremos a reflejarlo. ‘Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo’. En Cristo están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento. ¿De qué manera? Bajo el velo de la humanidad y la profunda humillación. La abundancia de su conocimiento cubre todos los tesoros de la sabiduría; pues en Cristo habita toda plenitud.

       El ejemplo de Cristo

      “Cuando los hombres pierden de vista el ejemplo de Cristo y no imitan su manera de enseñar, se vuelven autosuficientes, y salen a hacer frente a Satanás con sus propias armas. El enemigo sabe muy bien cómo volver sus armas contra los que las usan. Jesús habló únicamente palabras de pura verdad y justicia. Fue él quien inspiró a los profetas y los santos hombres del pasado, y ellos hablaron en la medida en que eran movidos por el Espíritu Santo. Pero Cristo era superior a los profetas, pues él es el Autor de eterna salvación, el Originador de todo lo que ellos escribieron y hablaron; y en su ejemplo nos ha dejado un modelo perfecto de fe y práctica.

      “Si hubo alguna vez un pueblo que necesitaba andar en humildad delante de Dios, es su iglesia, sus escogidos en esta generación. Todos necesitamos deplorar el embotamiento de nuestras facultades intelectuales, la falta de aprecio de nuestros privilegios y oportunidades. No tenemos nada de qué jactarnos. Agraviamos al Señor Jesucristo por nuestra dureza, por nuestras expresiones hirientes, tan contrarias al espíritu de Cristo. Necesitamos volvernos completos en él. Es cierto que se nos ordena: ‘Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado’ (Isa. 58:1). Este mensaje debe ser dado; pero debemos tener cuidado de no herir, lastimar y condenar a los que no tienen la luz que nosotros tenemos. No debemos perder la línea y lanzar estocadas duras contra los católicos. Entre los católicos hay muchos que son cristianos muy concienzudos, y que andan en toda la luz que resplandece sobre ellos; y Dios obrará en favor suyo.

      “Los que han tenido grandes privilegios y oportunidades pero dejaron de mejorar sus facultades físicas, mentales y morales, y vivieron para agradarse a sí mismos, negándose a llevar su responsabilidad, están en mayor peligro y condenación delante de Dios que los que yerran en puntos de doctrina y, sin embargo, tratan de vivir para hacer bien a otros, en concordancia con la luz que tienen. No censuremos a los demás; no los condenemos. Como agentes morales libres bajo el gobierno de Dios, nuestra responsabilidad y obligación no está limitada por el conocimiento que poseemos realmente, sino por el conocimiento que podríamos, y deberíamos haber tenido si hubiéramos avanzado por fe y obtenido la rica experiencia cristiana que hubiera correspondido con nuestras ventajas. Deberíamos mejorar nuestras facultades, y tendremos que rendir cuentas por esa mejoría. Nuestras facultades son un legado sagrado, y si no las usamos apropiadamente, si no nos educamos para confiar en Dios, para creer y practicar su Palabra, tendremos que rendir cuentas. Si permitimos que consideraciones egoístas, falsos razonamientos y excusas nos induzcan a un perverso estado de la mente y el corazón, seremos mucho más culpables que quien peca abiertamente. Necesitamos ser muy precavidos para no condenar a los que, delante de Dios, son menos culpables que nosotros” (publicado parcialmente en Obreros evangélicos, pp. 339-344).

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