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a quienes Dios ha hecho depositarios de su Ley y de la religión pura de Jesús deben estar decididos a permitir que brille su luz. Si no hacen nada para abrir los ojos de la gente y, por ignorancia de la verdad, nuestros legisladores reniegan de los principios del protestantismo, y aprueban y apoyan el sofisma romano, el falso día de reposo, Dios pedirá cuenta a su pueblo por su falta de diligencia y fidelidad, a aquellos que han tenido una gran luz. Sin embargo, habremos cumplido con nuestro deber si el tema de la legislación religiosa es presentado ante el pueblo en forma juiciosa e inteligente, para que vean que mediante la imposición del domingo será restablecida la apostasía romana por el mundo cristiano, y que de esa forma se repetiría la tiranía de los siglos pasados.

      “El hombre de pecado pretende cambiar los tiempos y la Ley. Al tratar de dominar la conciencia de los seres humanos, se exalta a sí mismo por encima de Dios. Pero, el pueblo de Dios debería trabajar con vigor y perseverancia para que, en lo que respecte a la Ley, su luz brille sobre el mundo, y así resista a los enemigos de Dios y de su verdad. Cuando la Ley de Dios haya sido invalidada y la apostasía llegue a ser un pecado nacional, el Señor obrará en favor de su pueblo. La situación extrema de sus hijos será la oportunidad de Dios. Él manifestará su poder en favor de su iglesia [...].

      “Como fieles atalayas, hemos de ver la espada que se aproxima, y hemos de dar la advertencia para que hombres y mujeres no prosigan, por ignorancia, un curso de acción que evitarían si conociesen la verdad. Hemos recibido la luz del Señor con respecto a lo que ha de venir sobre la Tierra para que iluminemos a otros, y no seremos tenidos por inocentes si nos conformamos con permanecer inactivos y de brazos cruzados mientras discutimos por asuntos que tienen poca importancia [...].

      “No debe dejarse a las personas tropezar en la oscuridad, sin saber lo que está delante y sin estar preparadas para los graves problemas que se avecinan. Hay una obra que debe hacerse en este tiempo, con el objetivo de preparar a un pueblo que esté listo para permanecer firme en el día de la angustia. Todos tienen que hacer su parte en esta obra. Deben estar revestidos de la justicia de Cristo y estar bien fortificados con la verdad, para que no acepten los engaños de Satanás como si fueran manifestaciones genuinas del poder de Dios” (publicado parcialmente en Sermones escogidos, t. 1, pp. 89-96).

       El verdadero espíritu cristiano

      Entre los años 1895 y 1897, Elena de White escribió varias comunicaciones, advirtiendo a los hermanos que estaban enfrascados en la defensa de la libertad religiosa en contra del peligro de manifestar aspereza y severidad en sus enseñanzas y escritos. La siguiente carta fue escrita en Australia, el 30 de enero de 1895, con un prefacio de tres párrafos extraídos de El ministerio de curación.

      “Si comprendemos la longanimidad de Dios para con nosotros, nunca juzgaremos ni acusaremos a nadie. Cuando Cristo vivía en la Tierra, ¡cuán sorprendidos habrían quedado quienes con él vivían si, después de haberlo conocido, le hubieran oído decir una palabra de acusación, de censura o de impaciencia! No olvidemos nunca que los que lo aman deben imitar su carácter [...].

      “El Señor Jesús nos pide que reconozcamos los derechos de cada ser humano. Hemos de considerar los derechos sociales de los hombres y sus derechos como cristianos. A todos debemos tratar con cortesía y delicadeza, como hijos e hijas de Dios. El cristianismo hará de todo hombre un cumplido caballero. Cristo fue cortés aun con sus perseguidores; y sus discípulos verdaderos manifestarán el mismo espíritu [...].

      “Un cristiano cabal funda sus motivos de acción en el amor profundo que tiene por el Maestro. De las raíces de su amor a Cristo brota un interés abnegado por sus hermanos. El amor comunica al que lo posee gracia, decoro y gentileza en el modo de portarse. Ilumina el rostro y modula la voz; refina y eleva al ser entero” (El ministerio de curación, pp. 390, 391).

      “Siento gran dolor cuando veo cuán prestamente aquellos que escriben para nuestros periódicos hacen alusiones mordaces que ciertamente producirán daño, y que obstruirán el camino y nos impedirán hacer la obra que deberíamos hacer para alcanzar a todas las clases, incluso a los católicos. Es obra nuestra decir la verdad con amor, y no mezclar con ella los elementos profanos del corazón natural, para decir cosas que delaten el mismo espíritu que el que anima a nuestros enemigos.

      “Todas las alusiones mordaces volverán contra nosotros en doble medida, cuando el poder esté en las manos de los que puedan ejercerlo para perjudicarnos. Una y otra vez me ha sido dado el mensaje de que no debemos decir una palabra, no debemos publicar una frase —a menos que sean completamente esenciales para defender la verdad—, que hayan de incitar a nuestros enemigos contra nosotros y enardecer sus pasiones hasta airarse. Nuestra obra estará pronto terminada; y pronto nos sobrecogerá el tiempo de angustia cual no lo hubo nunca antes, y del que tenemos poca idea” (Obreros evangélicos, pp. 341, 342).

       Aprended en la escuela de Jesús

      “Los redactores y los predicadores que hay en nuestro medio tendrán que aprender que las más elevadas obligaciones de la vida cristiana incluyen otorgar cuidadosa atención a acatar los mensajes que Dios nos ha enviado. Es esencial que tengamos un conocimiento de nuestros propios motivos y acciones, a fin de propiciar una autosuperación constante. Anhelo ver hombres en puestos de responsabilidad que sientan la carga concerniente a ellos mismos, a fin de que puedan ejercer la amabilidad cristiana, y hablar y escribir de un modo cortés. El Señor quiere que sus obreros lo representen a él, el gran obrero misionero. La manifestación de un carácter duro siempre produce daño.

      “Los atributos esenciales para la vida cristiana deben ser aprendidos diariamente en la escuela de Cristo. El que es negligente y descuidado al pronunciar o escribir palabras que serán publicadas y divulgadas por el mundo se está descalificando para llevar la responsabilidad de la obra sagrada que incumbe a los discípulos de Cristo en este tiempo. Los que acostumbran lanzar duras estocadas están formando hábitos de los cuales tendrán que arrepentirse. A fin de llevar a cabo correctamente todo deber que recae sobre aquellos a quienes les han sido confiadas responsabilidades sagradas, se requiere humilde oración y un cuidadoso estudio de la vida de Cristo.

      “Un cirujano, un médico, un docente, un guía, necesita estudiar cuidadosa y atentamente el modo en que se debe llevar a cabo la obra que se le ha encomendado; y cuánto más deberían velar por obrar en armonía con la verdad aquellos a quienes se les ha confiado la responsabilidad sagrada del cuidado de las almas como quienes han de dar cuenta, y en conformidad con la sabiduría que proviene de lo Alto, que es ‘primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz’ ” (Sant. 3:17, 18).

       Nuestro deber

      “Me entristezco cuando veo los ataques mordaces que aparecen en el American Sentinel. Hablo a mis hermanos que están comunicándose con las personas a través de ese periódico: es mejor que sean prudentes como serpientes y mansos como palomas. Deberíamos examinar cuidadosa e individualmente nuestros modales y nuestro espíritu, y ver de qué manera estamos haciendo la obra que Dios nos ha dado, una obra que entraña el destino de las almas. Descansa sobre nosotros la más suprema obligación. Satanás está listo, y arde de celo por inspirar a toda la confederación de sus agentes y llevarlos a unirse con hombres impíos, para imponer a los creyentes de la verdad presto e intenso sufrimiento. Toda palabra imprudente pronunciada por nuestros hermanos será atesorada por el príncipe de las tinieblas.

      “¿Cómo se atreven los seres humanos finitos a pronunciar palabras descuidadas y osadas que incitarán a las potestades del infierno contra los santos de Dios, cuando Miguel, el Arcángel, no se atrevió a maldecir a Satanás, y se contentó con decir: ‘Jehová te reprenda, oh Satanás’? (Zac. 3:2). Nos será imposible evitar las dificultades y los sufrimientos. Jesús dijo: ‘Es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!’ (Mat. 18:7). Pero no porque

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