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y la cultura, la articulación de la ciencia teológica con los demás saberes; de esa manera, se permitirá la mutua iluminación, convencidos de que la fe y la razón se enriquecen recíprocamente.

      San Josemaría, el Inspirador de la Universidad de La Sabana, esperaba que en ella se formaran personas doctas y con sentido cristiano de la vida. Con esa perspectiva de fondo, afirmaba: “Queremos que en este ambiente, propicio para la reflexión serena, se cultive la ciencia enraizada en los más sólidos principios y que su luz se proyecte por todos los caminos del saber” (Discurso 25-10-1960).

      Desde los primeros pasos de esta Universidad hemos procurado esa proyección de la luz teológica en los caminos del conocimiento. Sobre esa tradición, estamos trabajando el proyecto de una Maestría en Teología que esperamos ofrecer en poco tiempo. Con esa perspectiva, acaba de comenzar su andadura el Centro de Estudios para el Desarrollo Humano Integral (Cedhin) que está uniendo esfuerzos de diversas disciplinas como el derecho, las ciencias empresariales, las ciencias políticas, la filosofía y la Teología para afrontar problemas reales como la ecología, las migraciones o la formación ciudadana. Algunos de estos frentes se revisan en este libro, por ejemplo: la política en el pensamiento de Benedicto XVI, la cultura del encuentro que promueve el papa Francisco o el papel de los laicos en las circunstancias actuales de América Latina.

      Basta ver la variedad de autores convocados en esta publicación para notar la importancia de este tipo de iniciativas, que fomenten la convergencia de la comunidad académica, y de la sociedad en general, en torno al contacto entre la fe, la razón, la ciencia y la cultura. De esa manera, se iluminarán los derroteros de la sociedad actual con la luz de la investigación y del Evangelio.

      Espero que esta primera publicación del proyecto sobre Teología y cultura sea el inicio de una larga historia de aportaciones al diálogo académico interdisciplinar, que resalte el papel de la Teología como integradora de saberes y que amplíe la perspectiva del estudio científico al brindar el saber sapiencial, el sentido último para las demás disciplinas, y al garantizar una perspectiva trascendente y un horizonte más humano para el trabajo universitario.

      Obdulio Velásquez

      Rector y profesor de Responsabilidad Civil

      Universidad de La Sabana

      

INTRODUCCIÓN

      Desde los tiempos de Caín y Abel, la convivencia humana parece condenada a padecer conflictos y violencia debido a las injusticias, las venganzas y los odios de diverso cuño. Junto con ese destino, la humanidad experimenta el ansia de una coexistencia armónica, como requisito para alcanzar el desarrollo y la verdadera paz, que se sitúa más allá del mero silencio de las armas. Todos los análisis concluyen que, para lograrlo, se requiere el diálogo, que lleva a la pregunta por la reparación de las ofensas como condición para el recomienzo de las relaciones pacíficas.

      Pero la sola justicia no basta. También es necesaria la disposición a perdonar y a reconciliarse, que potencia toda posibilidad de diálogo. En esta obra multidisciplinar e interinstitucional, se intenta ofrecer luces desde diversas perspectivas sobre un tema siempre tan actual. Con este volumen comienza una nueva serie editorial que intentará dejar testimonio escrito de los diálogos entre Teología y cultura que la Universidad de La Sabana quiere fomentar con ocasión del proyecto de su Maestría en Teología.

      En primer lugar, Philip Goyret expone la naturaleza esencialmente religiosa del perdón, un argumento que ya había vislumbrado, entre otros, H. Arendt (2005), quien afirmaba que

      El descubridor del papel del perdón en la esfera de los asuntos humanos fue Jesús de Nazaret. El hecho de que hiciera este descubrimiento en un contexto religioso y lo articulara en un lenguaje religioso no es razón para tomarlo con menos seriedad en un sentido estrictamente secular1.

      El decano de Teología de la Universidad de la Santa Cruz concluye que “el perdón es la característica sobresaliente del cristianismo. Solo se puede entender en un contexto de amor”, de un amor que ordena perdonar siempre y en todo, como perdona Dios.

      Una manifestación práctica de esta afirmación es el estudio de Franklin Buitrago, quien demuestra en su trabajo con víctimas del desplazamiento forzado en Colombia que el cristianismo popular de las personas que entrevistó “ha asimilado rasgos fundamentales de la fe bíblica y permite, en un buen número de casos, darle un sentido a experiencias tan duras como la violencia, el desplazamiento forzado y la muerte de seres queridos”.

      Juan Alberto Casas Ramírez afronta esa misma óptica de la víctima, pero en un texto del Apocalipsis (6, 10), donde los mártires suplican a Dios con insistencia: “¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, ¿vas a estar sin hacer justicia y sin vengar nuestra sangre de los habitantes de la tierra?”. El clamor de venganza, que se repetirá a lo largo de la historia, tiene una respuesta inesperada por parte del Señor: “el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos” (Apocalipsis 9, 17). Casas resalta que “el modo como Dios responde al clamor de venganza por parte de las víctimas no es atacando a los opresores, sino enjugando las lágrimas de los oprimidos, dándoles consuelo”. Quizá puede servirnos como luz para nuestros procesos actuales de reconciliación: insistir en el cuidado de las víctimas, en su atención cariñosa, sin descuidar la atención a la justicia.

      La perspectiva religiosa sugiere investigar cómo se entiende la misericordia divina en los textos sagrados. Desde esa visión, Hernán Cardona Ramírez propone utilizar con mayor frecuencia el término compasión, que “va mucho más allá de la empatía, la compasión es la percepción y la compenetración en el sufrimiento del otro, y el deseo y la acción de aliviar, reducir o eliminar por completo tal situación compleja, dolorosa, necesitada de una salida”. Ese cuidado o compasión equivale, en palabras de Cardona, a la misericordia, que es uno de los principales atributos de Dios en la Biblia.

      A la orientación teológica planteada hasta aquí se le une en esta obra la perspectiva filosófica. Por ejemplo, David Girado concluye que el cristianismo aporta a la tradición griega una perspectiva nueva, la caridad. A la luz de la parábola del buen samaritano, infiere que

      el prójimo no solo es a quien se le hace próximo, sino aquel que se hace próximo al miserable, aunque originariamente no haya nada en común; alguien se hace prójimo una vez es capaz de ponerse en la situación de sufrimiento o necesidad del otro, pero, no es esto posible si antes no se consideró al necesitado de ayuda como alguien a quien se está dispuesto a auxiliar, como si fuera “uno de los míos”.

      También desde la filosofía, María Fernanda Torres explora la doctrina de Ricoeur sobre el perdón y concluye que

      […] si hay algo característico en el perdón ricoeuriano es la asimetría que se produce entre culpa y perdón. […] Ricoeur ubica el perdón entre los dos extremos, y evidencia así una disparidad vertical: la profundidad de la culpa y la altura del perdón que se deriva del amor a los enemigos, un mandato que parece imposible.

      Estas meditaciones sobre el perdón abren la mirada a la esperanza en un futuro mejor, al compromiso —también político— que conlleva el desafío religioso para construir una sociedad pacífica, reconciliada y justa. En ese sentido, los últimos papas aportan luces que guían el tortuoso sendero.

      San Juan Pablo II, pontífice poeta, expone en su último poemario publicado, Tríptico romano, una meditación sobre la esperanza. De acuerdo con su traductor al castellano, Bogdan Piotrowski, “el tema de la esperanza siempre era muy contemplado y vivido por Karol Wojtyla y Juan Pablo II, pero se intensificó a finales de su vida. Su evolución refleja una creciente maduración y —¿por qué no reconocerlo?— su preparación para el encuentro con Dios”.

      Una de las facetas del amplio pensamiento de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI es el mundo de la política, como escribe el papa Francisco. En esta

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