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de respiración, en particular, cuando termina una espiración. Esta finaliza en el suelo pélvico, el centro de gravedad, el lugar de descanso de la mente. El Chandogya Upanicarácterad lo describe claramente:

      La psicología del yoga considera que la mente y la respiración están unidas en la estructura del cuerpo humano. No hay mente sin respiración; no hay quietud en el cuerpo sin quietud en la mente, ni quietud en la mente sin una respiración que se ha aquietado.

      El mūla bandha, así como el propio yoga, no es algo que haces, sino más bien algo que ocurre de manera espontánea cuando estás presente en el momento en que termina una espiración. Cuando la respiración culmina naturalmente, se produce una sensación de fortalecimiento y elevación en el centro de la zona pélvica, justo por encima del perineo. Una vez que el diafragma pélvico se tonifica, cuando la espiración cambia el sentido y se vuelve una inspiración, el centro del suelo pélvico se enrolla y se eleva hacia el techo de la boca para pasar de ser un ápice cóncavo a uno convexo. Al descubrir esto, los yoguis lo consideraron un objeto de meditación perfecto, pues requiere concentración, una excelente respiración, estabilidad nerviosa, paciencia y un interés en el cuerpo y en la mente en el momento preciso; y esta verdad puede ser descubierta por todos nosotros cuando centramos nuestra atención en un solo lugar durante el tiempo suficiente. El mūla bandha es un acto espontáneo en el centro del cuerpo humano, que ocurre cuando el ciclo de la respiración logra completarse sin que la mente interfiera. El hacarácterha yoga consiste en cultivar una observación atenta y precisa por medio de la imaginación y la sensibilidad, para crear la base de las técnicas psicológicas que se aplicarán a la hora de practicar la meditación. Tratar nuestras posturas de yoga y nuestras prácticas de respiración como técnicas meditativas abre senderos de sensaciones cada vez más profundos, y es por estos senderos que el mundo nos atraviesa.

      Cuando bajamos el ritmo y analizamos nuestra experiencia en cada momento, lo que hacemos esencialmente es estudiar la forma en que organizamos y construimos esa experiencia. Bajar el ritmo nos da la oportunidad de llegar a conocer qué es lo que estamos investigando, en lugar de caer en la tendencia habitual de superponer nuestras teorías a lo que sea que veamos. El aprendizaje de las técnicas de mūla bandha nos enseña a estar presentes con los sentimientos, las emociones, los pensamientos y los ciclos de respiración que ocurren en el centro de la experiencia humana.

      El momento presente es siempre el maestro principal del yoga. La palabra guru se traduce como “gravedad”. Guru refiere a un centro de gravedad. La raíz gu significa “oscuridad”; y ru, su desaparición. El gurú o maestro es aquel que echa luz a la oscuridad de la avidyā. Es aquel que comprende la ley de la gravedad y otras leyes básicas del universo, incluidas la ley de la transitoriedad y la verdad del ducarácterkha. El gurú, aunque a veces habite corporalmente en una persona o entidad externa, constituye tu verdadero centro de gravedad. En definitiva, la manifestación de estas enseñanzas se experimenta en el propio cuerpo y en la propia mente, de modo tal que el corazón se abra y revele un centro de gravedad interno. El acto de conectarnos con nuestro propio centro de gravedad es la materialización de la quietud.

      Esto resulta significativo para nuestra práctica porque, así como construimos nuestra experiencia en cada momento, hacemos lo mismo con el sufrimiento. Nuestra experiencia de sufrimiento o insatisfacción (ducarácterkha) siempre ocurre en el momento presente. Por ende, no abandonamos el momento presente para lidiar con el sufrimiento; más bien nos centramos directamente en el procesamiento de la experiencia presente porque es allí donde los problemas cruciales se revelan con mayor claridad. Dejamos de buscar las causas del sufrimiento fuera de nosotros y de esperar en vano que el mundo cambie para por fin poder sentir algo de paz. Por el contrario, el ducarácterkha no sería otra cosa que la realidad presente multiplicada por la resistencia.

      No necesariamente buscamos explicaciones en el pasado o nos preocupamos por la posibilidad de repetir patrones adictivos en el futuro. El pasado está codificado en el presente. Por lo tanto, nos quedamos con lo que está surgiendo ahora mismo y lo examinamos sin salirnos de allí. Como el yoga significa unión, consiste en cultivar la no separación, donde podemos habitar algo unívocamente sin separarnos. Dicho de otro modo, no hay nada que cultivar porque, detrás de la distracción y la aversión, ya todo está unido.

      Precisamente aquí y ahora es donde todo lo importante está ocurriendo. A esto debemos prestar atención. Como la respiración y el cuerpo están siempre presentes, respiramos nuestras circunstancias. Así desarrollamos las habilidades necesarias para lidiar con las dificultades, en lugar de reforzar los patrones de aversión. Esto nos ayuda a utilizar la mente de manera eficaz, es decir, como un localizador del marco de referencia adecuado. Las cualidades apropiadas de la mente son necesarias para ver con claridad, para sentir lo que está allí para ser sentido y dejarlo pasar. Así adquirimos sabiduría. La capacidad de separar el acto de su objeto nos ayuda a volvernos más conscientes de dicho acto antes de que se torne abrumador. Cuando logramos observar la aparición y desaparición del dolor crónico, por ejemplo, podemos aprender cómo estar en él, cómo soportarlo, cómo respirar con él cuando aparece y desaparece. Esta es una poderosa habilidad. Es la capacidad de ver algo aparecer cuando aparece, cambiar cuando cambia y desaparecer cuando desaparece, sin quedar atrapados allí.

      Para el dolor crónico o cualquier otro tipo de dolor, incluido el emocional, a veces nos esforzamos tanto por intentar escapar de él que lo agravamos. Primero sentimos dolor en el cuerpo y luego reaccionamos a ese dolor con antipatía, historias de gustos y aversiones, memoria, asociación y conceptualización. Este ciclo ocurre tan rápidamente que advertirlo resulta casi imposible. El yoga baja el ritmo del modo en que percibimos nuestra experiencia para que podamos entender cómo organizarla. Si surge un momento de sufrimiento y otro de alegría, podemos buscar la manera de unir esos dos momentos.

      PARTICIPAR EN CADA MOMENTO

      Cuando huimos constantemente de nuestra experiencia, plantamos las semillas de la repetición; la próxima vez que ocurra la misma experiencia, la recibiremos con los sistemas de respuesta condicionada que hemos construido y reforzado en la mente, el cuerpo y el sistema nervioso. Creamos un circuito de feedback en los sa Скачать книгу