Скачать книгу

eso? —preguntó Juan mirando una foto de una masa informe de color marrón claro.

      —Caca.

      —¿Cómo? —preguntó Juan incrédulo, no entendiendo cómo caca pudiera terminar con sus vacaciones.

      —Sí hombre, caca —dijo Gonzalo sin aclarar con una sonrisa—. Para ser más preciso son deposiciones de un animal. Pero comencemos desde el principio.

      La semana anterior el Doctor Aguirre había recibido un e­mail de un zoólogo chileno, Patricio Castellanos, en el que le contaba que un campesino de la región cordillerana había encontrado unas raras deposiciones que no podían relacionar con ningún animal. Por eso desde el sur de Chile se contactaron con Patricio para ver si él, reconocido zoólogo de la Universidad Nacional de Chile, podía saber de qué se trataba. A Castellanos le parecían conocidas pero no lograba conectarlo hasta que su cabeza hizo “click” y se acordó de algo. Por eso le mandó una foto al Doctor Aguirre, a quien conocía de innumerables congresos. —¿Y por qué a vos? ¿Si él es zoólogo como vos?

      —Es que aquí en el Museo tenemos las únicas deposiciones conocidas de ese animal.

      —¡Pero por Dios! ¿Qué animal es ese? —preguntó Juan más impaciente que intrigado.

      —En todo caso que animal “era” ese, porque se trataría de un animal extinto.

      —¡Ah! Entonces son deposiciones fosilizadas…

      —Ahí viene lo más extraño. —Gonzalo se aclaró la garganta—. A pesar de que a simple vista se podía saber la antigüedad se le hizo la prueba de carbono 14.

      —¿Y? —preguntó Juan impaciente.

      —Son actuales.

      —¡A la pelota! Entonces se equivocó de animal o este no se extinguió. ¿Y qué animal es?

      —Hay otra alternativa. Pero vení que te muestro.

      Salieron de la oficinita y tomaron la escalera que los llevaba desde las “catacumbas” hacia el sector de exposición al público. Pasaban raudamente frente a vitrinas en las que guías del museo explicaban su contenido a chicos de colegio que no prestaban atención. Finalmente llegaron a la vitrina que Gonzalo quería mostrarle. En ella había un pedazo de piel peluda y unas deposiciones exactamente iguales a las de la foto que había mandado el chileno.

      —¡Un milodón! —dijo Juan leyendo el cartel de la vitrina—. Se extinguió hace casi diez mil años. Pero la piel y las deposiciones parecen actuales.

      —Así es. Fueron encontradas en una cueva de Chile hace más de cien años. El Perito Moreno se enteró, fue a la cueva, desenterró esto y lo trajo a este museo, del cual él era el Director.

      —¿Y Chile lo dejó?

      —Los chilenos se enteraron mucho tiempo después. No te olvides que esto sucedió a fines del 1800, en esa época era territorio en litigio. Chile hizo varias presentaciones formales ante este museo y cada vez que me encuentro a Patricio Castellanos él me recuerda que le deberíamos devolver el milodón.

      —Entonces sospechás de algo…

      —Exactamente —dijo Aguirre, mientras iban volviendo a su oficina—. Yo no creo que haya un milodón vivo por ahí dejando su caca.

      —Entiendo. ¿Creés que se trata de un fraude para que le devuelvan este hallazgo?

      Se detuvieron frente a una máquina expendedora y mientras esperaban que les diera sus cafés Aguirre siguió explicando.

      —Al principio pensé que era todo un truco de Patricio, que me iba a pedir que le mandara las deposiciones que tenemos para cotejar y que nunca me las devolvería. Me parecía un poco burdo, él no es así pero yo desconfiaba y no le contesté el mail.

      —¿Pero? Siempre hay un pero…

      —Pero la cosa no terminó ahí. Ayer recibí un llamado del Gobernador ordenándome que me ocupara del tema inmediatamente.

      —¿Del Gobernador? ¿Y cómo llegó esto al Gobernador?

      —Eso mismo me pregunté yo. Hablé con Patricio Castellanos que me contó que, como yo no le contestaba llevó el tema al Ministerio y de allí a la Cancillería. Yo no podía entender por qué llevar el tema a esas esferas pero me convencí de que Patricio cree genuinamente que las deposiciones son verdaderas y actuales. No me pidió que les mande las nuestras sino que me ofreció enviar parte de las que él tiene para que yo las compare y para que yo le vuelva a hacer una prueba de Carbono 14.

      —¿Entonces no es fraude? ¿Hay un milodón vivo en alguna parte? —preguntó Juan incrédulo.

      —A mí me cuesta creerlo. Estoy seguro de que no es un fraude de Patricio, pero quizás lo sea de quien dice haberlo encontrado. No sería la primera vez.

      —Pero de cualquier manera. ¿Por qué ministros, cancillería, gobernadores?

      —El Gobernador me dijo que era un tema de gran importancia para la Provincia —dijo Gonzalo.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4AAQSkZJRgABAQEAlgCWAAD/2wBDAAQDAwMDAgQDAwMEBAQFBgoGBgUFBgwICQcKDgwPDg4M DQ0PERYTDxAVEQ0NExoTFRcYGRkZDxIbHRsYHRYYGRj/2wBDAQQEBAYFBgsGBgsYEA0QGBgYGBgY GBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBgYGBj/wAARCAvJCGcDASIA AhEBAxEB/8QAHwAAAQUBAQEBAQEAAAAAAAAAAAECAwQFBgcICQoL/8QAtRAAAgEDAwIEAwUFBAQA AAF9AQIDAAQRBRIhMUEGE1FhByJxFDKBkaEII0KxwRVS0fAkM2JyggkKFhcYGRolJicoKSo0NTY3 ODk6Q0RFRkdISUpTVFVWV1hZWmNkZWZnaGlqc3R1dnd4eXqDhIWGh4iJipKTlJWWl5iZmqKjpKWm p6ipqrKztLW2t7i5usLDxMXGx8jJytLT1NXW19jZ2uHi4+Tl5ufo6erx8vP09fb3+Pn6/8QAHwEA AwEBAQEBAQEBAQAAAAAAAAECAwQFBgcICQoL/8QAtREAAgECBAQDBAcFBAQAAQJ3AAECAxEEBSEx BhJBUQdhcRMiMoEIFEKRobHBCSMzUvAVYnLRChYkNOEl8RcYGRomJygpKjU2Nzg5OkNERUZHSElK U1RVVldYWVpjZGVmZ2hpanN0dXZ3eHl6goOEhYaHiImKkpOUlZaXmJmaoqOkpaanqKmqsrO0tba3 uLm6wsPExcbHyMnK0tPU1dbX2Nna4uPk5ebn6Onq8vP09fb3+Pn6/9oADAMBAAIRAxEAPwDjZKRf u0slIv3a+wgfIzEp1Np1bMyQhph608001MRyAUtIKWmxRHL0p4pi9KeKQxaKKKACiiigAxmlC04D NPA7UAIq1IFFCrmpFWgloTbQVqTZQFOaBWIwvFOAxTqaaBjs00tTS1IDmpCw4mmHrUgWgpSYWIjm kyakK0m2mUMyaMmn7aNtADc0u6nbKNlACAmk3Zp22lCUmDFFPApuKeDQiRelI/SlBzTZPu02FhiE 7qkJqNTzSk1ncLD1zUwJqurGpFeqAl5pKbuzS5oAWmtTqQ+tAWGUhFPC04JUlEJU03b7VYK03bQS QFRTdoqx5dMaPmgqIwYpKChzRQbRCiiigoKcM96FGaeooAUZ7U6hRTitACKKdgUqrTtlBJAw5pKm ZKiIxQAlGaaTQKAHUh+7Tl5pWHFAmVWPNNyakdaaFNBA3Joyadso2UDQ3Joyadso20DaG5NGTTtt G2gBAfWlBpCMUoFWikOpecUgp1MoTmjmjPtRn2qQYc09c0zNPUn0oM2OJNJk0tIOucUGdh/OOaja nk0xqCkMI9KMcU4ClAoKQ3bRg1IB7Uu2gpEWKTBqbbTStADAKKXFJQXEKKKKCx1FFFAMTNGaWipM xM07FJS5oAMUYozRmgAxRijNGaADFIw+WlzSMfloAjozRSZoAdmjNMzRn3oGh2TRk03PvRn3poY6 kNJupCaZQE0maQmkHWqAdRRRQAVJUdPzxQAE0lFITQAGlHSm04dKlgI1MPSnGmnpQA2iiipAKKKK ACiiigAooooAKKKKACiiigAooooAKKKKAFHSkNGaKAHAU6mA0+gAooooAKKKKBMKKKKBIKKKKC0F FFFDGwooorMkKKKKACiiigAooooGgoooqjWIUUUU0DCiiihmTCnrTKetIQjUgpWpBUsBppR0pDSj pQAUUUUAFFFFABRRRQAUUUVQBSGlopMBtIacRSVJQ2ilxRikAlFLijFACUYzTse1FABRRRQAUUUV RIUUUUAFFFFADh0ooHSipKCkPSlprdKaATNGaaaTNWA/NJRRTQBRRRTJYUUUUAFFFFBIUUUUFBRR RQACnU2jPvQA7PajIpmaTNAEgNKajBpwpMBaKKKhlBUdSVHQAUUUUAOHSnU0dKdQADrSmkHWlNAC UUUUCYUUUUAgooooNYhRRRQAUUUUAFOHSm04dKACiiimhiihulAoaqQmMopDnNJzVIhjqKbzSimS xaQ0tIakQ00gNK1NGaAHg04Go6XdQA8dTT7H/kMR/UVCDz1qWwP/ABN4/qKxrbFUtz7a+E3/ACJc f0FFJ8JTnwXH9BRXg1vjZ6a2PhiSkX7tPkA3dKFA29K+mgeFMjp1DDFA6VszJCGmmn0YHpUxHIYK Wn

Скачать книгу