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será restaurada en una Tierra nueva. El Apocalipsis describe cómo será la vida después del fin del conflicto: “Vi entonces un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir… Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir” (Apoc. 21:1-4).

      La gran pregunta es: ¿De qué lado deseas estar en esta “guerra universal”? Dios te invita a disfrutar de ese nuevo mundo sin muerte ni dolor. La decisión está en tus manos.

      La necesidad de estar listos

      Luego de dar las señales que indicarían la cercanía de su regreso, Jesús pronunció la parábola de las diez vírgenes con el fin de ilustrar la experiencia de la iglesia de los últimos días. Las dos clases de vírgenes representan las dos clases de creyentes que profesan estar esperando a su Señor. Se las llama vírgenes porque profesan una fe pura. Sus lámparas representan la Palabra de Dios, y el aceite simboliza al Espíritu Santo.

      Analizados superficialmente, parece que estos dos grupos fueran semejantes; ambos salen al encuentro del Novio; los dos tienen aceite en sus lámparas y su comportamiento no parece ser distinto uno de otro. Todos han oído el mensaje de la pronta venida de Cristo, y lo esperan. Luego viene una aparente demora; su fe debe ser probada.

      De pronto, a la medianoche, en la hora más tenebrosa de la historia del mundo, escuchan un grito: “¡Aquí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” (Mat. 25:6). Ahora se hace evidente la diferencia entre los dos grupos: los que componen uno de ellos no están listos para encontrarse con el Esposo. Estas vírgenes “necias” no son hipócritas; respetan la verdad, la Palabra de Dios, pero les falta el aceite: no han sido selladas por el Espíritu Santo (ver Apoc. 7:1-3). Se han contentado con una obra superficial, no han cultivado una relación profunda y personal con Cristo.

      En la parábola, cuando viene el esposo, únicamente los que están listos entran con él a la celebración de la fiesta de bodas, y la puerta se cierra. Oportunamente, las vírgenes necias, que habían ido a comprar más aceite, vuelven y llaman: “¡Señor, señor! ¡Ábrenos la puerta!”. Pero el esposo responde: “Créanme, ¡no las conozco!” (Mat. 25:11, 12).

      Cuando se baje el telón de la historia de este mundo, solo habrá dos clases de personas. Lo único que importará, en ese momento, será la clase de relación que hayamos cultivado con Jesús.

      Sí, la Segunda Venida es esa luz en el horizonte que ilumina nuestro presente, marcándonos el camino hacia ese futuro glorioso, ese momento que inaugurará una era donde ya “no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más” (Apoc. 21:4).

      6 https://population.un.org/wup/

      7 Citado en Spiros Zodhiates, The Behavior of Belief (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1959), p. 87.

      Énfasis en la actividad humana

      Una joven se esmeró preparándose para una cita a ciegas. No se trataba solo de una simple comida y una película. Lejos de eso, había planeado cenar en un exclusivo restaurante del centro de la ciudad, con música en vivo y baile. Queriendo causar una buena primera impresión, se había tomado el día libre del trabajo. Ella limpió su departamento; salió esa tarde para arreglarse el cabello y hacerse manicura. Cuando llegó a casa, se maquilló, se puso su mejor vestido y estaba lista para la llegada de su cita. La hora prevista ya había pasado, pero ella siguió esperando pacientemente. Finalmente, después de esperar casi dos horas, decidió que la habían dejado plantada. Así que, se quitó el vestido, se colocó el pijama, buscó toda su comida chatarra favorita y se sentó a mirar televisión con su perro. Minutos después, llamaron a la puerta. ¡Era su cita! Él la miró sorprendido y dijo: “¡Te di dos horas más y todavía no estás lista!”

      La cosecha de este mundo y el carácter del cristiano

      Algunos creen que Jesús no ha venido todavía porque está esperando que su pueblo se consagre y testifique diligentemente; es decir, creen que su pueblo es el responsable de la demora porque su testimonio personal no reproduce el carácter de Jesús.

      Cristología y la última generación

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