Скачать книгу

Sofía. Una raza generada mucho tiempo atrás, gracias al contacto con los seres humanos. Solo los elfos podían entrar en contacto con los seres humanos, y el resultado de esa unión, lo puedes observar con tus propios ojos.”

      â€œYa entendí, y ¿qué poderes tienen?”

      â€œEs difícil saberlo, depende del caso. Pueden alcanzar cualquier poder”

      â€œEsto quiere decir que puede haber malos o buenos.”

      â€œExacto, algunos ayudaron hace ya tiempo a echar el reino a seres despreciables. Los malos pueden ser despiadados y es aconsejable mantenerse alejado de ellos.”

      Hubiera querido preguntar algo más de esta cuestión, cuando un medio elfo avanzó hacia nosotras.

      Vestía una camisa de seda blanca, atada a la cintura y abierta en el pecho que permitía entrever un físico perfecto. Tenía pantalones color caqui y cabellos largos y negros atados, en una cola de caballo descuidada, con un lazo dorado.

      Noté que sus orejas no eran demasiado puntiagudas, si bien asomaba una punta notoria. Podría haber sido confundido perfectamente con un humano. Se llevó una mano al corazón y bajó la cabeza en señal de respeto.

      â€œSoy Calien, del Reino de Elos y de los medio elfos. Nuestro pueblo exulta delante de vuestra presencia” Su tono de vos era cálido y a la vez autoritario. “Ha venido para salvarnos del malvado rey del Reino de Tenot, cuya crueldad se revela en el modo en que se hace llamar: ¡Mefisto! Su corazón inmortal está corrompido por los demonios más despiadados. Solo Neman, unida a Badb y Macha, podrán salvarnos. Gloria y Honor a Vosotras.”

      â€œGloria y Honor a Vosotras” gritaron todos al unísono. Se llevaron la mano al corazón y se inclinaron delante de mí.

      Hubiera querido decirles que se levantaran, me hacían sentir vergüenza.

      Sara se me acercó y me apoyó una mano en el hombro. “Cierra los ojos, respira profundo y toma de mí la fuente del conocimiento, te será útil”.

      Hice lo que me dijo

      Al rato sentí un alegre cono de aire que se levantaba a mi alrededor. Olía a verano, alegría y serenidad y pude percibir todo el poder que tenía. Se expandió por todo mi cuerpo sin dejar fuera un solo músculo. En aquel momento supe lo que debía hacer.

      Di dos pasos adelante. Abrí mis brazos hacia ellos, con las palmas de las manos mirando hacia el suelo, y como si alguien hubiera apretado un interruptor invisible, sentí que algo se me despertaba dentro, algo que no sabía que estaba allí. Algo que al salir sorprendió a todos, quienes allí estaban.

      Aquello que dije no salía de mi boca ni de mi cuerpo. Ya no gobernaba mi propio cuerpo, estaba como en trance.

      Era como si estuviera poseída, no una posesión mala, y por ello no opuse resistencia.

      â€œNo tengan miedo hijos míos, soy la Gran Reina, volví para salvarlos y para vengarme. Gloria y Honor a ustedes.”

      Y por segunda vez en aquel día, todo se volvió oscuro y volví a perder los sentidos.

      â€œTrata de levantarte, no es mi intención llevarte a upa nuevamente”.

      Habría podido reconocer esa voz entre miles. Tenía algo que me provocaba miedo y bronca, al mismo tiempo.

      Bronca, porque me habría gustado que teminase de tratarme como un trapo que tirar a la basura.

      Miedo porque a su alrededor se movía un aura misteriosa y oscura, de la que emanaba poder. Un poder demasiado grande, que me hacía sentir muy a disgusto.

      â€œNo tengo la más mínima intención de llamar tu atención, Gabriel. Cuanto más lejos de mí estés, mejor.”

      Estaba de verdad muy irritada.

      Después de todo, ¿qué hacía aún allí? ¿No podía mantenerse en su lugar y listo?

      â€œBueh, lo lamento por ti, pero tendrás que soportar mi presencia dado que te desmayas a cada momento, deberás subir a caballo con el subscripto.”

      Â¿Qué? No lo habría hecho por nada en el mundo, ni aún bajo tortura.

      Estaba por rebatir cuando la voz nerviosa de Sonia nos interrumpió: “¡No lo entiendo! Si tenemos un montón de caballos a disposición, ¿qué fin han tenido?”

      â€œPienso que los Siruco entraron, sin ser vistos, y se los llevaron a todos. Por suerte aún nos quedan dos a disposición, para hoy.” El tono de Gabriel no contenía emoción ninguna.

      â€œNo entiendo por qué entraron escondidos. ¿No podían hacer como hacen siempre?” Sonia era presa de un ataque de ansiedad. “Generalmente se divierten torturándonos,

      â€œNo quieren que nos alejemos de la villa, saben que está aquí.”

      â€œÂ¿No quieren que nos alejemos y nos dejan dos caballos?”

      Le hice notar que las cosas no eran claras, entonces con mucha calma me senté y comencé a masajearme el cuello que me dolía.

      â€œExcelente observación” mi dijo Gabriel, guiñándome un ojo. “Sin embargo debes saber que aquí hay alguien dotado de una inteligencia superior, que mira qué casualidad, soy yo. Para prevenir este tipo de cosas, escondí dos espléndidos caballos.”

      Odiaba su tono y ese su hacer como un chico súper poderoso.

      Sería el ángel de la muerte, pero se la creía demasiado para mi gusto.

      â€œMuy bien Míster inteligencia, ¿qué quieres? Que nos postremos a tus pies y comencemos a reverenciarte” E hice una reverencia.

      â€œNo estaría mal y podrías comenzar tú, dando el ejemplo.”

      Â¡Lo odiaba!

      Me levanté aún inestable, porque me seguía dando vueltas la cabeza.

      Por suerte allí cerca de mí, estaba Sara, y me apoyé en ella.

      Estaba seria y me miraba como si fuera una extraterrestre.

      Â¿Tenía algo entre los cabellos? Traté de arreglármelos pero continuaba mirándome igual.

      Sus ojos de hielo parecían penetrarme y sentí un escalofrío que me recorrió la espalda.

      â€œÂ¿Pasa algo, Sara?” No respondió, se limitó a bajar la cabeza y negar con la cabeza.

      Luego fue hacia Sonia.

      â€œSofía, vamos. Gabriel fue a buscar los caballos que escondió.” Dijo Sonia.

      â€œClaro, voy”.

      Me dirigí hacia ellas, sacudiéndome un poco de polvo del vestido.

      Estaba de verdad preocupada. Me había desmayado y lo había sentido, pero nadie me había dicho nada de lo que me había sucedido, después que sentí la presencia de un cuerpo extraño metiéndose en mi cabeza.

      Â¿Por qué? ¿Qué me estaban escondiendo?

      Tal vez quien me había poseído no era bueno, pero igualmente por qué nadie me decía nada al respecto.

      Lo que más me preocupaba era la manera en que me miraba Sara, era como si me tuviera miedo.

      Sentí el sonido de los cascos, y vi a Gabriel que llegaba con dos espléndidos caballos, de manto negro y con las crines que ondeaban como si fueran

Скачать книгу