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Morrigan. Laura Merlin
Читать онлайн.Название Morrigan
Год выпуска 0
isbn 9788873047148
Автор произведения Laura Merlin
Жанр Детская проза
Издательство Tektime S.r.l.s.
âEstá bien lo dejo. Me has conmovido, sabes.â, dijo burlona la rubia, con la nariz en alto fingiendo el llanto. Luego agrego: âPero antes se lo clavo en los muslosâ.
La rubia trató de golpear con la navaja a la muchacha, yo me tiré delante de ella y la respiración se me bloqueó en la garganta.
Sentà algo calienta que me corrÃa por el lado derecho y una sensación de torpeza comenzó a correrme por todo el cuerpo. Bajé la mirada y vi una mancha rojiza que comenzó a arruinarme la remera blanca.
Una lágrima me regó el rostro, luego otra. La cabeza me comenzó a girar y todo a mi alrededor parecÃa quedar en silencio. Mi respiración comenzó a hacerse corta e irregular. Las piernas me cedieron y caà al piso como una bolsa vacÃa.
Sentà a la muchacha punk exclamar: Oh mierda, esta está muertaâ¦está muerta en serio. La matasteâ.
âVámonos, rápido. Dejémosla aquà que se mueraâ, dijo la rubia.â Y tú, ven con nosotras, no nos denunciarás también por estoâ.
Las tres se marcharon, rápidamente, dejándome sobre una cama de hojas.
Me di cuenta en aquel momento que no habÃa lágrimas sobre mi rostro, sino gotas de lluvia.
Era como si el cielo hubiera comenzado a llorar por mÃ.
SabÃa que en aquel lugar nadie me habrÃa encontrado a tiempo para salvarme. Estaba destinada a morir, sin siquiera haber tenido tiempo de despedirme de mis padres.
Mi madre, mi dulce y querida madre siempre dispuesta a estar a mi lado. Me hubiera gustado agradecerle por todo lo que siempre habÃa hecho por mÃ.
Mi padre, mi adorado y fuerte papá, de quien habÃa sacado mis rebeldes y negros cabellos. Me hubiera gustado escucharlo más seguido.
Y Ade, mi fiel amigo de cuatro patas. ¿Qué habrÃa hecho ahora sin mÃ? Estábamos siempre juntos, inseparables, y ahora ya no podrÃa estar a su lado.
Fue justo con este pensamiento, que una lágrima me corrió por la mejilla, y esta vez de verdad, mezclándose con la lluvia.
Un escalofrÃo me atravesó el cuerpo y todo pareció moverse.
El mundo me giró entorno y algo me elevó, fuera del cuerpo. No lograba distinguir nada. Estaba viajando a una velocidad tal que veÃa solo sombras indistintas y relámpagos de luz. Lo único que podÃa percibir en aquel particular viajes eran las voces. Lamentos para ser más precisa. Lúgubres y tétricos lamentos. Además era como si manos invisibles se alargaran para detener mi loca corrida. Me agujereaban el cuerpo, pero no sangraba, y jirones de carne parecÃan desprenderse de mi cuerpo cada vez que una de esas manos me rozaba.
Después de algunos minutos, que me parecieron infinitos, volvà a fluctuar.
No estaba en una habitación.
No estaba afuera.
No estaba tampoco en el cielo.
Flotaba en una especie de dimensión celeste, todo a mi alrededor brillaba en una luz azulada e hipnótica.
HabrÃa podido permanecer allà por siempre. SentÃa una paz tan inmensa que hubiera podido perderme allà para siempre.
Mis plegarias fueron escuchadas.
Un resplandor blanco, enceguecedor me hizo perder el sentido y todo quedó oscuro y en silencio.
3
LA LLEGADA A NAOSTUR
â¿No deberÃas despertarla, ahora?â
âEs tan dulce verla dormirâ
â¿Has enloquecido? No hablarás en serio, Saraâ.
SentÃa la voz de dos chicas.
¿Quiénes eran?
¿Qué querÃan?
Deseaba que se fueran y me dejaran dormir.
¡Para siempre!
No querÃa despertar, estaba muy bien donde me encontraba.
â¡Basta ya!â. Ordenó una voz dulce y al mismo tiempo autoritaria. Era un muchacho y por su timbre de voz debÃa de ser de mi edad o un poco mayor. No lo pensé demasiado. Mi cerebro reclamaba a cada intento de hacerlo funcionar.
â¡Por fin has llegado!â, dijo la primera muchacha, la que parecÃa más decidida e inflexible.
âVáyanse, déjenme solo con la nueva arribadaâ.
âClaro, Jefeâ, respondieron las muchachas, a coro, sonriendo.
Sentà pasos que se alejaban, alguna palabra susurrada y la puerta que se cerraba con un rechinar fastidioso.
Por fin me quedé sola.
¿O estaba equivocada?
Algo caliente se acercó a mi rostro. Se olÃa como el aire de la montaña.
En un determinado momento esta cosa, se acercó a mis labios, y en ellos se posó.
Fue entonces cuando entendà que aquello era un beso.
El beso más intenso que habÃa recibido hasta ese momento. Mis labios se movieron de manera involuntaria. Se abrÃan y se cerraban siguiendo a sus labios. Era como oxÃgeno. Buscaba ávidamente aquella boca, como si de ella pudiera tomar fuerza.
Como si pudiera volver a la vida.
Un ligero sacudón eléctrico recorrió cada centÃmetro de mi cuerpo, poniendo en movimiento los engranajes.
Los labios misteriosos se separaron de los mÃos. Sacudà los ojos, y me senté de golpe, bostezando.
â¡Estate un poco atenta!â
âD-disculpaâ, balbuceé. Me habÃa levantado tan rápido que casi le golpeé la cara. Se encontraba a pocos centÃmetros de mà y era el chico más hermoso que jamás hubiera visto. Sus ojos eran negros como la noche, los cabellos rizados, despeinados y negros, parecÃan tan suaves que hubiera querido acariciarlos.
Me di cuenta que no podÃa parar de mirarlo, con la boca abierta, y traté de disimular mi vergüenza lo mejor que pude.
âDebo aclararte las cosas rápidamenteâ, dijo con seriedad, â¡Estás muerta! Ahora te encuentras en el Otro Mundo. Te desperté con un beso yâ¦â
âPara, para, para. Una información a la vezâ. Lo frené alzando la mano. âComencemos desde el inicio. Antes que nada no creo estar muerta, dado que estamos hablando y te estoy mirando a los ojos. En segundo lugar, ¿quién eres tú? Y ¿qué es esta historiaâ¦bueh, del beso?â.
Notó que las mejillas se me habÃan enrojecido e hizo una sonrisa que me erizó la piel. ParecÃa un terrible cazador que gozaba al ver a su presa enjaulada, sin ninguna puerta de salida.
âSÃ, está bien, tienes razónâ. Se aclaró la garganta. âMe llamo Gabriel, y soy el ángel de la muerte. Por cuanto pueda parecerte absurdo te besé, porque tengo la mala fortuna de hacer morir a la gente,