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Morrigan. Laura Merlin
Читать онлайн.Название Morrigan
Год выпуска 0
isbn 9788873047148
Автор произведения Laura Merlin
Жанр Детская проза
Издательство Tektime S.r.l.s.
A decir verdad nos parecÃamos un poco, solo que mis ojos color oliva no tenÃan nada que ver con sus dos bochones negros, y su postura no era, por cierto, como la mÃa. Ella, a diferencia de Sara que parecÃa una pequeña, era una mujer hecha y derecha. La habrÃa considerado una lÃder o a la cabeza de cualquier grupo. Se veÃa que le gustaba mandar y controlar la situación. Se comunicaba con Sara solo con la mirada y, de hecho asà fue como la hizo levantar y salir de la habitación para ir quién sabe dónde.
Al rato regresó con un mazo de cartas y me las dio. Solo entonces Sonia se sentó a mi lado y al lado de Sara. Comenzó a ojear las cartas y sacó un pergamino amarillento que tenÃa nombres escritos en él. Recorrà con velocidad la lista con mi mirada.
Finalmente vi mi nombre escrito al lado de los de Sara y Sonia.
Levanté la mirada desconcertada. âY esto, ¿qué es?â.
âUna lista de nombres. Son todas las reencarnaciones de Macha, Badb y Nemann, además de aquellas de Morrigan. Si nuestras tres almas trabajan juntas, toman el poder de la Gran Reina, de la Diosa de la guerra y el cambio.â
Gabriel, que hasta ese momento habÃa permanecido en silencia apoyado en la pared del cuarto, comenzó a reÃr y dijo: âMuchachas, ¿desde cuándo se suceden estas reencarnaciones? ¿Quinientos? ¿Más? Si mal no recuerdo, Morrigan juró volver.â Me apunto con el dedo como culpándome de algo. âElla es la reencarnación de la Diosa, todos la buscan. Les deberÃa bastar como prueba.â
â¡Cállate, ángel maldito! Es imposibleâ dijo Sonia, saltándole encima como un león. âSi de verdad las cosas fueran como tú dices, ¿por qué no reencarnó antes? Si existe y no es solo el nombre de nuestro poder ¿por qué no apareció antes?â
Gabriel no se movió, se limitó a sacudir la cabeza y a esbozar una sonrisa burlona.
Comenzó a recitar algo que parecÃa una poesÃa.
âLa luz de la luna abraza a la niña
tan pequeña y tan asustada.
Aquel hombre malo quiere dañarla
pero la Gran Madre quiere salvarla.
El destino le guarda grandes cosas
pero solo su corazón le dirá la verdad.â
âCon esta bella poesÃa, ¿qué quieres decir?â Le pregunté irritada.
Su mirada me atravesó. âQuiero decirâ, comenzó con un tono tan seco que se me hizo un nudo en la garganta, âque tú recién llegaste, y de estas cosas no puedes saber nada. Ahora cámbiate. Debemos irnos.â
Se giró y salió. Permanecà mirándole la espalda con las lágrimas que asomaban en mis ojos. ¿Quién era él para tratarme asÃ? Está bien, estaba muerta y habÃa retornado a un mundo que no conocÃa, gracias a un beso suyo.
Un maldito beso suyo.
¿QuerÃa hacerse odiar? ¿Era este el objetivo de su discurso anterior?
Pues lo habÃa logrado.
HabÃa algo misterioso en él. Algo que no deberÃa descubrir, pero que igualmente querÃa conocer a toda costa.
SentÃa la necesidad de conocer más, si bien me habÃa sido ordenado no averiguarlo. Las lágrimas comenzaron a caer, silenciosas.
Sara se dio cuenta de inmediato. âLlora cariño, si sientes la necesidad. Tu vida ha cambiado demasiado rápido.â Posé la cabeza en su hombre y comencé a llorar desconsoladamente.
Después de algunos minutos me tranquilicé.
Mientras tanto, Sara, habÃa salido a buscar algunos vestidos para salir, y volvió con tres espléndidos trajes que parecÃan salidos de un castillo medieval. Eran de tafeta, con brillantes en el pecho, y cada vez que les daba la luz, formaban un arcoÃris de colores brillantes. Los bordes eran de oro con arabescos en plata, y la falda caÃda suave y ligera, para permitir cualquier tipo de movimiento. Los hombros quedaban descubiertos, pero en esa dimensión el clima era siempre templado.
El sol siempre iluminaba aquel mundo, y por esto la temperatura era siempre agradable, y se sentÃa el calor de aquel en la piel.
El vestido de Sara era azul como sus ojos, el de Sonia rojo como sus cabellos, y el mÃo era violeta oscuro, mi color preferido.
Me lo puse y me miré al espejo, detrás de mà estaban Sonia y Sara. ParecÃamos tres damas de otra época.
Esto me hizo sonreÃr, me volvió el buen humor.
De todas maneras querÃa saber algo.
â¿Muchachas adónde vamos?â
Sonia se acercó y me susurró al oÃdo: âvamos a ver a la única persona que puede ayudarteâ
â¿Y es confiable?â
â¡Ares, claro!â exclamó Sara.
â¿Cómo puedes estar tan segura?â
Algo dentro de mà no me dejaba caer la guardia.
âEs un inmortal. Los inmortales son quienes nos dominan, pero viven en el Reino de Tenot y viene aquà una vez al mes a recoger sus tributos e infligir algún castigoâ me explicó Sonia. âAres nació aquÃ, en el Reino de Elos. Su padre murió combatiendo contra el Rey que nos persigue y asà fue como decidió no volver más. Quiere vengarse y se alió con nosotros.â
âOkey vamos con este tal Aresâ no me quedaba otra que darle una posibilidad.
Sonia me sonrió por última vez, una sonrisa corajosa.
Todos estaban seguros de que Ares me salvarÃa, yo estaba convencida de que algo saldrÃa mal.
¿Pero quién era para poder decirlo? Tal vez deberÃa relajarme un poco. El estrés me estaba haciendo doler la cabeza.
Aun estando muerto se puede sentir dolor de cabeza.
4
El reino de Elos
¿PodrÃa haber terminado en el ParaÃso?
Algo asà jamás lo hubiera creÃdo.
Apenas salÃ, me encontré en un lugar en el que la luz del sol resplandecÃa siempre. Y el cielo parecÃa pintarlo todo con su azul.
No era muy distinto a la Tierra, el lugar en el que me encontraba, la vegetación era la misma.
Noté alguna acacia con sus flores rosas, y algún duraznero en flor. No habÃa casa o edificio que no estuviera tapado de plantas y flores.
Aquello que, literalmente, me cortó la respiración fue la presencia de seres mágicos delante de mÃ.
Me estaban esperando y estaban dispuestos en un semicÃrculo dispuestos por raza y altura. Partiendo desde la derecha, habÃa unos pequeños seres luminosos, de unos veinte centÃmetros. Detrás de la espalda tenÃan alas que se movÃan como las de un colibrÃ. Se podÃa apreciar como un polvo brillante que caÃa al piso como si fuera nieve dorada.
En el centro estaban los gnomos, ¡imposible no reconocerlos! TenÃan una estatura de entre 90 y 150 centÃmetros. HabÃa estaba siempre convencida que nunca nadie los podÃa ver, y sin embargo estaban allà delante de mÃ. Los hombres con barbas largas y negras, los más jóvenes,