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estrecho de Magallanes como en el desierto de Atacama, la elección de crear el hábitat adecuado para albergar a las respectivas comunidades de trabajadores tuvo que enfrentarse a una combinación típica de la experiencia espacial “pionera”: aislamiento y falta de hospitalidad.

      La elección de diseñar en lugares aislados y hostiles presupone tanto un acto de sumisión como de rebelión: ambos son dependientes de la compleja relación que une la arquitectura con las manifestaciones del poder.

      El trabajo como obra de arte

      Desde un mirador privilegiado, como es Tierra del Fuego, la lista elaborada por Nye, que ya cuenta con presas, puentes, ferrocarriles, rascacielos, plantas para la construcción de bombas nucleares y vehículos espaciales, podría ampliarse para incluir también las grandes plantas para la extracción de energía y la compleja red que permite su transformación.

      Enigmática e inquietante, este tipo de arquitectura del trabajo debe ser objeto de una atención específica por parte de quienes estudian el patrimonio industrial, especialmente en una época en la que parece urgente contribuir a la adquisición de una “conciencia ecológica” más madura a esa exhibida por los pioneros del Movimiento Moderno. En esta dirección, se podría dar un paso significativo al reflexionar sobre la amplitud semántica de la palabra “trabajo”.

      La carta constitucional italiana puede ayudar en este sentido. El primer artículo dice que la República “se funda en el trabajo”; el tercero, que la “tarea de la República” consiste en “eliminar los obstáculos” a la “participación efectiva de todos los trabajadores en la organización política, económica y social del país”; el cuarto, que la “República reconoce el derecho al trabajo de todos los ciudadanos y promueve las condiciones que hacen efectivo este derecho”.

      Los constituyentes eran conscientes de que, en la etimología de muchas lenguas, el término “trabajo” está ligado a la idea de sufrimiento: en latín, “labor” significa fatiga, como el alemán “arbeit”, con el que comparte una raíz común, mientras que en francés, español y portugués las palabras “travail”, “trabajo” y “trabalho” están asociadas al concepto de sufrimiento físico.

      Las nuevas fronteras del patrimonio industrial

      En los idiomas anglosajones, los términos que traducen la palabra “trabajo” (“ work / werk”) se utilizan para identificar tanto al “trabajador” (“man at work”) como a la “obra maestra” (“masterwork / meisterwerk”), o el trabajo producido por el excelente trabajador (“master / meister”).

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