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de su vida a partir de un lente gramsciano, para detenerse, en la segunda parte del artículo, en lo que se puede considerar su momento de producción de pensamiento propio como marxista e intelectual orgánico de las clases subalternas del Perú. Resaltando, en este punto de sus ideas, brevemente algunos aspectos que se consideran determinantes en su trayectoria intelectual para posibilitar su aspecto teórico innovador, desarrollar sus principales planteamientos en lo que corresponde a sus propuestas filosóficas, metódicas, políticas y económicas,1 estos dos últimos ejes en relación con la realidad peruana, considerando para todo ello tres obras que, por el lugar que ocupan cualitativa y cronológicamente en su vida, son suficientes para cumplir con el objetivo propuesto.

      Se presentará como resultado la definición de Mariátegui como un pensador marxista latinoamericano, es decir, como un pensador que se remite al marxismo clásico en sus elaboraciones y que está situado en su producción intelectual dentro del territorio de América Latina (Sánchez, 1987); dialéctico y socialista, coherente y en desenvolvimiento, que se dio un acento específico en diálogo con la realidad material e intelectual en la que se forjó como pensador. Esta lectura, como interpretación alternativa de su legado, diferenciándose y en discusión con varias de las formas que se han institucionalizado académica y políticamente para interpretar sus ideas, y que lo han expuesto como un pensador compartimentado, contradictorio en sus contenidos, mecanicista, estático, subordinado o ideólogo de otro tipo de propuesta de sociedad diferente de aquella que parte de un punto de vista revolucionario comunista.

      De acuerdo con lo anterior, y a manera de conclusión del presente escrito, se resaltará las vigencias de lo expuesto como su pensamiento propio en relación con la sociología y las ciencias sociales en la actualidad, desde donde se sugerirán algunas agendas investigativas.

      Trayectoria intelectual de Mariátegui2

      Para visualizar los momentos gramscianos dentro de la trayectoria intelectual de Mariátegui, se debe entender desde Marx (1973) y Sánchez (1980) que un individuo es producto de un contexto configurado histórica y socialmente, pero que, en esa medida, la estructura que lo constriñe igualmente posibilita su desenvolvimiento y la trayectoria personal, la libertad individual, bajo los márgenes estructurales, hace que la persona construya y practique una posición con respecto al momento histórico que le correspondió vivir. Por tanto, no se puede entender el pensamiento de un individuo si no se interpreta simultáneamente en su contexto general y como trayectoria particular.

      En lo macro, se tiene que afirmar que la vida de Mariátegui transcurrió en el periodo de 1894 a 1930, espacio de tiempo que se caracteriza por explicitar el proceso de transición de una sociedad colonial a una sociedad en la cual se hace dominante el capital monopólico de control imperialista en el Perú. Y que en el ámbito mundial se destaca por ser el periodo de disputa imperialista, principalmente entre los Estados Unidos e Inglaterra, donde el primero se vuelve hegemónico en el orden mundial capitalista a causa de su acelerado desarrollo industrial, que lo pone a la cabeza, y gracias a la inestabilidad económica, política y cultural europea generada al concluir la Primera Guerra Mundial.

      En esta primera parte del artículo, se expondrá cómo Mariátegui, ubicado en dicho momento histórico y social determinado nacional e internacionalmente, se acercó a las ideas socialistas por medio de su formación literaria y su labor periodística, en especial por la afinidad religiosa que sintió con el pensamiento revolucionario de Sorel; de ello, desarrolló una inquietud que con su exilio voluntario se concretó como formación marxista en Europa, transitando en estas dos primeras partes de su vida por una oscilación entre los dos primeros momentos gramscianos resaltados para interpretar su trayectoria como pensador.

      En diálogo con el panorama material e intelectual de la época, apuntalando un equilibrio crítico en sus ideas con su retorno al Perú, afloró su producción original desde el marxismo, se consolidó como intelectual orgánico de las clases subalternas de su país, es decir, partiendo de lo definido por Gramsci (2001), como un especialista difusor, inclusive, un alto creador de ideas que tenían como objetivo dar homogeneidad y conciencia de la función de grupos sociales que desempeñan una labor importante en la reproducción material y espiritual de una sociedad, pero que los subalternos, a diferencia de los hegemónicos, no se encuentran unidos ni dirigen el sentido de un determinado momento histórico, no son Estado, aunque como explotados y oprimidos pueden llegar a construir y ejecutar una acción política unificada e independiente y, por tanto, convertirse en bloque histórico emancipador y hegemonía alternativa (Gramsci, 2000), permitiéndosele en general la formulación de una innovadora lectura de su realidad nacional y el planteamiento de una solución socialista a las problemáticas que presentaba, que lo llevaron a ubicarse en el final de su vida en un momento cada vez más definido de elaboración de pensamiento propio.

      La inquietud socialista

      En el siglo XIX, con un repunte en el mercado internacional del guano y el salitre, el territorio costero del Perú empezó a desarrollar núcleos primitivos de acumulación capitalista, a los que posteriormente se empezaron a unir la producción de azúcar y algodón. Dichos capitales estimularon el comercio interno, que evidenciaba la dependencia nacional a la burguesía industrial europea en cuanto a las importaciones que realizaba para su funcionamiento, que, además, afianzaban la dependencia ya existente debido a la deuda por empréstitos hechos a Inglaterra y Francia.

      La desorganización y corrupción administrativa de los sucesivos regímenes militares hizo que la burguesía naciente influenciada por la difusión del positivismo se hiciera al gobierno en 1872 a través del recién creado Partido Civil, sin tocar bajo su mandato los intereses de los terratenientes ni tampoco la deuda externa a pesar de las penurias económicas. A final de la misma década y principios de la siguiente, con la pérdida de los territorios costeros con Chile a causa de la guerra del Pacífico, se enterró cualquier proyecto de desarrollo nacional capitalista, el recurso natural motor que impulsaba localmente esas relaciones de producción se perdió o se concesionó a empresas extranjeras en cubrimiento de la deuda externa, profundizada a causa del episodio bélico.

      El Partido Civil se plegó en adelante al régimen militar y señorial que asumió la conducción del país y que fue derrocado por el Partido Demócrata al mando de Nicolás de Piérola bajo una sublevación triunfante en 1895, en un periodo de relativa reactivación económica, que posibilitó la construcción de una nueva pero precaria estructura política e institucional que permaneció hasta 1919.

      El Gobierno de Piérola tuvo como bandera la atracción de la inversión extranjera al país, continuando el régimen económico dependiente que se venía consolidando. El Perú, inserto en el tránsito de los siglos XIX al XX, hizo que con la pérdida social de una posibilidad de desarrollo autónomo capitalista en adelante este fuera impulsado en el ámbito nacional por la iniciativa del capital extranjero, haciéndose esta la relación de producción dominante en el país a finales del siglo XIX.

      Con el capital extranjero controlando mayoritariamente el desenvolvimiento económico nacional y la burguesía local obligada a una acumulación dominada o marginal, el capitalismo de iniciativa extranjera no rompió con las relaciones precapitalistas existentes, sino que las condicionó de manera que le fueran favorables en la obtención de mayores márgenes de ganancia, quedando una vez más intacto el terrateniente, que se inclinó en este proceso a desarrollar la producción agropecuaria (que en una porción se enfocaba a satisfacer las necesidades de los enclaves y los centros urbanos en crecimiento), y a partir de su actividad también comercializar los productos industriales importados de las economías de los países hegemónicos mundialmente.

      Mariátegui nació el 14 de junio de 1894 en Moquegua, en el seno de este contexto. Su madre Amalia la Chira y su padre Javier Mariátegui y Requejo, quien abandonó el hogar desde muy temprano debido a cuestiones de estatus y prejuicios religiosos hacia él, al ser nieto de un apóstata dirigente de la independencia peruana dentro de una sociedad profundamente religiosa.

      Mariátegui de niño sufrió un accidente que le lesionó una pierna y lo llevó a enclaustrarse en una clínica en Lima, abandonando la escuela a mediados del segundo año. Debido a su incapacidad física, que se hizo permanente, desarrolló una predilección particular por la lectura; el sufrimiento

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