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defensiva y las reacciones violentas disminuyen. Cuando nos concentramos en aclarar qué observamos, sentimos y necesitamos, en lugar de diagnosticar y juzgar, descubrimos la profundidad de nuestra propia compasión. Por medio de este énfasis en la escucha profunda —a nosotros mismos y a los demás— la CNV promueve el respeto, la atención y la empatía, y engendra un deseo mutuo de dar desde el corazón.

      Aunque yo me refiero a ella como “un proceso de comunicación” o “un lenguaje de compasión”, la CNV es mucho más que un proceso o un lenguaje. En un nivel más profundo, es un recordatorio constante para que mantengamos la atención centrada en un lugar en el que es más probable que encontremos lo que buscamos.

      Enfoquemos la luz de nuestra conciencia allá donde sea más probable que encontremos lo que buscamos

      Hay un chiste sobre un hombre que está a cuatro patas bajo una farola, buscando algo. Un policía pasa por allí y le pregunta qué está haciendo. “Busco las llaves de mi coche”, responde el hombre, que parece estar algo borracho. “¿Se le perdieron aquí?”, pregunta el oficial. “No”, responde el hombre, “se me cayeron en el callejón”. Viendo la expresión de extrañeza del policía, el hombre se apresura a explicar: “Pero aquí hay más luz”.

      Me doy cuenta de que mi condicionamiento cultural me lleva a centrar mi atención allí donde es poco probable que consiga lo que quiero. Desarrollé la CNV como una manera de entrenar mi atención —hacer brillar la luz de mi conciencia— centrándola allí donde existe la posibilidad de obtener lo que estoy buscando. Lo que quiero en mi vida es compasión, una corriente que fluya entre mí mismo y los demás, basada en un mutuo dar desde el corazón.

      Esa calidad de compasión, a la que yo me refiero como “dar desde el corazón”, se expresa en la siguiente canción de mi amiga Ruth Bebermeyer:

       Nunca siento que me han dado tanto

       como cuando tomas algo de mí;

       cuando entiendes el gozo que siento

      dándotelo.

       Y sabes que mi dar no pretende

      ponerte en deuda,

       lo hago porque quiero vivir el amor

      que siento por ti.

       Recibir con gracia

      sea tal vez el mayor regalo.

       No hay forma de separar

      las dos.

      Cuando tú me das,

      yo te doy mi recibir.

      Cuando tú tomas de mí,

       siento que me das tanto...

      “GIVEN TO” (1978), DE RUTH BEBERMEYER

      DEL ÁLBUM GIVEN TO

      Cuando damos desde el corazón, lo hacemos por el gozo que brota siempre que enriquecemos la vida de otra persona voluntariamente. Este tipo de dar beneficia tanto al que da como al que recibe. El que recibe disfruta el regalo sin preocuparse de las consecuencias que acompañan a aquellos hechos por miedo, culpa, vergüenza o deseo de ganar. El que da se beneficia por el aumento de la autoestima que se produce cuando vemos que nuestros esfuerzos contribuyen al bienestar de alguien.

      El uso de la CNV no requiere que las personas con las que nos comunicamos conozcan la CNV o ni siquiera estén motivadas a relacionarse de una manera compasiva con nosotros. Si nos ceñimos a los principios de la CNV, manteniéndonos motivados únicamente por dar y recibir con compasión, y hacemos todo lo posible por hacer saber a los demás que ese es nuestro único motivo, acabarán uniéndose a nosotros en el proceso y al final seremos capaces de respondernos el uno al otro con compasión. No estoy diciendo que esto suceda con rapidez. Sin embargo, sostengo que la compasión florece inevitablemente cuando nos mantenemos fieles a los principios y al proceso de la CNV.

      Para llegar al deseo mutuo de dar desde el corazón, enfocamos la luz de nuestra conciencia sobre cuatro áreas, a las que nos referimos como los cuatro componentes del modelo CNV.

      Los cuatro componentes de la CNV:

      • Observaciones

      • Sentimientos

      • Necesidades

      • Peticiones

      Primero, observamos lo que de verdad está sucediendo en una situación: ¿qué observamos hacer o decir a otros que enriquece o no nuestra vida? El truco es ser capaz de articular dicha observación sin introducir ningún juicio ni evaluación, diciendo sencillamente qué están haciendo los demás que nos gusta o no nos gusta. A continuación, declaramos cómo nos sentimos al observar esa acción: ¿nos sentimos heridos, asustados, alegres, divertidos, irritados? Y en tercer lugar, decimos qué necesidades nuestras están relacionadas con los sentimientos que hemos identificado. La conciencia de estos tres componentes está presente cuando usamos la CNV para expresar con claridad y honestidad cómo estamos.

      Por ejemplo, una madre podría expresar esas tres cosas a su hijo adolescente diciendo: “Félix, cuando veo dos calcetines sucios hechos una bola debajo de la mesita del café y otros tres cerca del televisor, me siento irritada porque necesito más orden en las habitaciones que compartimos”.

      Ella seguiría inmediatamente con el cuarto componente, una petición muy específica: “¿Estarías dispuesto a dejar tus calcetines en tu habitación o en la lavadora?”. Este cuarto componente se refiere a lo que queremos de la otra persona, aquello que enriquecería la vida de ambos.

      Así pues, una parte de la CNV trata de expresar estos cuatro tipos de información con mucha claridad, ya sea verbalmente o por otros medios. La otra parte consiste en recibir esa misma información de otras personas. Nos conectamos con ellas primero percibiendo qué están observando, sintiendo y necesitando; entonces descubrimos qué enriquecería su vida al recibir el cuarto componente: su petición.

      Al mantener nuestra atención centrada en las áreas mencionadas y ayudar a los demás a hacer lo mismo, establecemos un flujo de comunicación que va de un lado a otro hasta que la compasión se manifiesta de manera natural: lo que observo, siento y necesito; lo que pido para enriquecer mi vida; lo que el otro observa, siente y necesita; lo que pide para enriquecer su vida...

       PROCESO CNV

      Las acciones concretas que

      observamos, que afectan a nuestro bienestar

      Cómo nos sentimos en relación

      a lo que observamos

      Las necesidades, valores, deseos, etc.

      que crean nuestros sentimientos

      Las acciones concretas que pedimos

      con el fin de enriquecer nuestras vidas

      Dos partes de la CNV:

      1. Expresión honesta mediante los cuatro componentes

      2. Recepción empática mediante los cuatro componentes

      Cuando usamos este proceso, podemos comenzar o bien por expresarnos nosotros o bien por recibir con empatía estos cuatro tipos de información por parte de los demás. Aunque aprenderemos a escuchar y expresar verbalmente cada uno de estos componentes en los capítulos 3-6, es importante tener en mente que la CNV no es una fórmula fija, sino algo que se adapta a varias situaciones, así como a estilos personales y culturales. Aunque yo me refiero a la CNV como un “proceso” o “lenguaje” por cuestiones prácticas, es posible experimentar los cuatro componentes sin pronunciar una sola palabra. La esencia de la CNV está en nuestra conciencia de los cuatro componentes, no en las palabras que se intercambian.

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