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Antiga (finado)ESan RegisChinchaFern. Carrillo de AlbornozSan RegisChinchaJosé y Fernando Carrillo de AlbornozTecuánChancayAntonio PomarETecuánChancayJosé AlzamoraVilla y San TadeoSurcoJuan Bautista LavalleCuadrado, Villa, San Tadeoy PacallarSurcoJuan Bta. LavalleZapán–––Conde de MontesclarosZavalaLateMarqués del Valle UmbrosoZavalaLateGrimanesa de laPuente2Secuestros de bienes urbanos y del ramo comercialPropiedadesDueñosGuardaban bienes de emigrados, mina VistaalegrePedro Abadía y José ArizmendiFincas del mayorazgoJuan Aliaga: Conde de San Juan de LuriganchoGuacoi y Cerroo SambranoCarabaylloJuan Aliaga15 casasResidencia y fincas " "Juan Bautista AndracaFernando Carrillo de Albornoz: Conde de MontemarJosé Gonzales: Conde de Villar de Fuente (casado con Josefa Pando)Guarda bienes de emigradosFrancisco Xavier Izcue8 fincas y cochera 1 callejónMartín OsambelaLa Menacha yPanteónLateMaria OsambelaResidencia y fincas " "Gaspar Osma (casado con Josefa Ramírez de Arellano)Felipe Sancho DávilaLomolargo, Pariache, Asesor,Quiroz, Portocarrero, PacallarLateTestamenteríaSancho DávilaFinca del MayorazgoManuel SalazarPinoSurcoManuel SalazarCasa de Pastrana, almacén en la calle MercaderesFrancisco Quirós5 casasFincasEscrituras, pagarés, etc.Torre TagleJuan Bautista ValdeavellanoJuan Bautista Zaracondegui

      (1) Nac.: nacionalidad, E = europeo (español), L = limeño (2) Esposa del marqués de Valle Umbroso

      * Datos gentilmente proporcionados por Alberto Flores Galindo, quien me prestó uno de sus cuadernos de apuntes de la investigación que realizó sobre la aristocracia mercantil colonial a fines del siglo XVIII, y comienzos del XIX: Aristocracia y plebe, (Lima, 1984). Los datos de este cuaderno los obtuvo del Juzgado de Secuestros, años 1821-1822, legajos 1 a 11, Tribunal de Cuentas, AGN.

      ** Datos obtenidos de los cuadros que aparecen en la obra de José María Córdova y Urrutia, Estadística histórica, geográfica, industrial y comercial de los pueblos que componen las provincias del departamento de Lima. (Lima, 1839), Tomo I; pp. 88-90, 91-93, 98-100, 124-25. Tomo II, pp. 5-6.

      En un decreto supremo dictado por el Presidente Gamarra en enero de 1830, se lee:

      De esta forma se cancelaban las deudas con los militares ilustres, utilizando los fondos administrados por el Tribunal del Consulado y la Dirección de Consolidación, creada en 1826. Dichos fondos provenían en su mayoría, como veremos en el capítulo 2, de los bienes cautivos de la antigua administración colonial (Temporalidades) y de los conventos supresos (a los cuales se añadían las propiedades del Tribunal de la Santa Inquisición extinto).

      En el caso de la hacienda Llaucán, se trataba de una propiedad implicada en el concurso de acreedores del banquero Juan de la Cueva, que quebró en 1635. Los bienes de este banquero fueron asumidos por el Real Tribunal del Consulado, que los administraba con el objeto de indemnizar a los 579 acreedores (entre ellos el Tribunal de la Santa Inquisición –debido a que algunos de los clientes de De la Cueva fueron acusados de judaizar–, cuyas rentas luego pasarían al Estado republicano), a quienes se les debía por un monto de 1 068 284 pesos. Sin embargo, estas sumas acreedoras nunca serían canceladas pues la antigua deuda colonial nunca se consolidó, a pesar de que hubo algunos débiles intentos por hacerlo.

      El Real Tribunal del Consulado arrendaba la hacienda Llaucán, que perteneció a Juan de la Cueva, y el producto del arrendamiento ingresaba al fondo de indemnización destinado a satisfacer a los acreedores del concurso. Después de la Independencia, el Estado republicano continuaba arrendando dicha hacienda a los antiguos locatarios, los excoroneles del ejército colonial Miguel y Pablo Espinach, vecinos de Cajamarca; y a la muerte de Miguel, en 1827, se intenta cambiar de arrendatario. La testamentería de Miguel Espinach, que continuaría en posesión de la hacienda hasta 1830, debía, según el director de Consolidación, el arrendamiento vencido entre los años de 1820 y 1827, a razón de 2000 pesos anuales. Entre 1828 y 1830, año en que se verifica la adjudicación de la hacienda a Cerdeña, sería Manuel Espino, el albacea de la testamentería Espinach, el administrador de la hacienda.

      En 1830, el apoderado legal de Blas Cerdeña, don José Mariano Cavada, coronel comandante de los cívicos de Celendín, tomará posesión de la hacienda a pesar de las protestas del minero de Hualgayoc, Domingo de la Cueva, descendiente de Juan de la Cueva, quien reclamará para sí la propiedad de la hacienda. En 1832 Cerdeña renuncia a la posesión de la hacienda por «inconvenientes para el goce pacífico» de la misma. El Estado le otorga a cambio, por decreto presidencial, 1000 pesos mensuales de la tesorería del Cusco y 500 pesos mensuales por la de Ayacucho, hasta cubrir la cantidad de 20 000 pesos. En 1852 Cerdeña recibe 25 700 pesos en vales de consolidación.

      Tanto en el caso del general Plaza como en el del general Cerdeña, observamos la compensación privilegiada a caudillos militares en desmedro de los que mayor perjuicio sufrieron debido a la destrucción y expropiación de propiedades. Al repartirse los recursos de la deuda interna, antes de 1859, con obvio favoritismo, se contribuye a una inicial concentración de las mejores tierras en manos de gamonales que se aprovecharon del ausentismo de los dueños de las adjudicaciones.

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