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vida?

      En fin, con León Gieco:

      «Solo le pido a Dios

      que el dolor no me sea indiferente,

      que la reseca muerte no me encuentre

      vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente».

      EL AUTOR

      1 . «La vivencia humana más primaria [...] es el dolor» (Reinaldo Bustos, “Antropología del dolor”, Diccionario latinoamericano de bioética [ed. J. C. Tealdi], Bogotá: Unesco/Universidad de Colombia, 2008, p. 60). «La realidad humana, por naturaleza está abocada al sufrimiento» (Jean-Paul Sartre, El ser y la nada). «Imaginemos una cantidad de hombres encadenados y todos condenados a muerte; cada día unos son degollados a la vista de los otros, los que quedan ven su propia condición en la de sus semejantes y, mirándose unos a otros con dolor y sin esperanza, esperan su turno. Es la imagen de la condición de los hombres» (Blas Pascal, Pensamientos, § CXIX).

      2 . Ver Paul Heubach, The Problem of Human Suffering, Hagerstown (Maryland, EE.UU.): Review and Herald, 1991, p. 4.

      3 . Juan Ponce de León (c. 1460-1521), conquistador vallisoletano, fue el primer gobernador de Puerto Rico y el descubridor de la Florida (hoy sureste de los Estados Unidos). Según la leyenda, buscaba en sus viajes la fuente de la eterna juventud.

      4 . Ver Roland Dunn, Quand le ciel est silencieux, Marne-la-Vallée (Francia): Farel, 2003, p. 23.

      Nota sobre las versiones bíblicas empleadas: En la redacción de esta obra el autor ha utilizado simultáneamente tres versiones diferentes de la Escritura: la Nueva Biblia española, La Biblia-Traducción interconfesional y La Palabra: el Mensaje de Dios para mí. Como el contenido de los texto bíblicos citados es esencialmente el mismo, se invita al lector a consultar su versión preferida, aunque sea distinta que las mencionadas. Solo en raras ocasiones el autor recurre a otras versiones (que se reseñan) o a su traducción personal.

      Parte I

      Toma

      de conciencia

      «Quien aumenta su conocimiento aumenta su dolor».

      Eclesiastés 1: 18

      1

      Qué entendemos

      por dolor

      «La felicidad es un sentimiento fundamentalmente negativo:

      la ausencia de dolor».

      Gregorio Marañón

      Es medianoche. Nuestro primer hijo, un bebé prematuro de solo dos meses, que acabamos de sacar del hospital, nos despierta llorando. El pañal está limpio. No quiere el biberón.

      No tiene fiebre. Su madre lo toma en brazos, lo arrulla, intenta tranquilizarlo, pero sigue llorando. Ni él puede decir lo que le pasa, ni nosotros, sus padres primerizos, sabemos interpretar su pena.

      ¿Mala digestión? ¿Otitis? ¿Simple miedo? Al desnudarlo del todo una vez más, intentando descubrir la causa de su llanto, observamos un bulto que resultará ser una hernia inguinal. Ni siquiera el pediatra pudo decirnos si la hernia fue la causa o la consecuencia del llanto.

      Tiempo después me despierto con un dolor extraño en la mandíbula superior a la altura de una muela del juicio o algo más arriba. El dolor, impreciso al principio, se va haciendo cada vez más extenso y profundo. Como no puedo obtener cita con el dentista en varias horas y no me habían dolido nunca las muelas de ese modo, al cabo del día ya no sé si tengo un fuerte dolor de muelas, de cabeza, de oídos, o de todo a la vez.

      Muchos años más tarde, mi esposa, una mujer alegre y animosa, que se pasa los días cantando, empieza a sentirse mal, sin poder precisar lo que le ocurre.

      “No sé lo que me pasa. Me encuentro mal y no sé decir por qué.

      ¿Será la menopausia? No tengo ganas de nada. Me siento agotada, sin fuerzas. Todo me molesta. Estoy triste. Cualquier cosa me da ganas de llorar. Solo quiero dormir, perderos de vista a todos y a mí misma”.

      Mi esposa no llegaba a poner nombre a su incipiente depresión. Estos tres simples ejemplos personales, entre mil otros que po-

      dríamos citar, nos bastan como muestra para ilustrar lo difícil que es describir el dolor.

      ¿Qué es el dolor?

      Aunque todos sentimos su aguijón de alguna forma a lo largo de nuestra vida, no nos resulta fácil definir el sufrimiento. La experiencia dolorosa es sumamente diversa y compleja de comunicar porque afecta a vivencias diferentes, experimentadas por cada uno de modo personal e intransferible. El dolor es, en realidad, un misterio.

      Dolor y sufrimiento

      La ciencia dispone de medios para combatir el dolor orgánico-fisiológico pero el sufrimiento es una realidad más compleja que puede, aunque no necesariamente, incluir la presencia del dolor, y cuya terapia requiere otros tratamientos. Así, una paraplejia no tiene por qué doler, pero el paciente puede padecerla hasta más allá de lo imaginable.

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