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implicaciones) y, en el nuevo siglo, empezaron a visitarnos con frecuencia grandes bandas y artistas internacionales. Todo eso puso a nuestros músicos en grandes aprietos, y hoy la mayoría de nuestras grandes bandas vigentes siguen siendo aquellas que surgieron y se consolidaron en los noventa, una década llena de transformaciones telúricas y fascinantes. Sergio Roncallo-Dow, Daniel Aguilar-Rodríguez y Enrique Uribe-Jongbloed abordan la reaparición y el fortalecimiento del movimiento rockero en Bogotá durante los ochenta y los noventa como un fenómeno que permitió la generación y consolidación de espacios de prácticas comunicativas y de ciudadanía a una juventud a la que, hasta entonces, se le reclamaba una presencia más activa y visible dentro de la sociedad colombiana. Se aborda el rock en Bogotá más allá del consumo mediático, que implica la generación de un habitus de clase, manifiesto a través de prácticas, usos, rituales y construcción de elementos simbólicos que generan tanto reconocimiento como exclusión del otro. El estudio aborda el problema desde las voces de los protagonistas de una escena cuya exploración es prácticamente nula y de la que quedan muy pocos registros de dominio público. Juan Pablo Acevedo, Darío Francisco Bernal y Juan José Bernal indagan los modos en los que el hardcore y el punk bogotano han producido perturbaciones en el discurso hegemónico de la escena rock local, a través de sus líricas, su estética y su puesta en escena a través de una serie de entrevistas realizadas a Darío Bernal, un representante de la escena rock de la capital, quien desde 1993 y hasta el día de hoy ha sido un participante activo de estos géneros. Desde allí, observan las lógicas discursivas contrahegemónicas y cómo estas se han ido de-construyendo a lo largo de su recorrido personal. Para esto, se hará un análisis de las letras de sus diferentes canciones y de su recorrido gráfico por las carátulas de los discos que él ha diseñado, por su propia estética corporal y del sonido particular que él y los demás integrantes de los diferentes grupos en los que ha participado, como Oprobio, Defenza, Compadres Recerdos, Chite Perro, Distracción, Vulgarxito, han construido en términos sonoro-estéticos. Siguiendo los relatos del rock colombiano, María F. Bernal y Alejandro Bohórquez se acercan a la escena del rock a partir del trabajo sobre el auge del rock industrial y electrónico en Colombia en las dos décadas anteriores. Muestra cómo en el nuevo milenio, Colombia experimentó muchos cambios políticos, económicos y, sobre todo, sociales, que influyeron en sus ámbitos artísticos, especialmente en el musical. En este marco, el rock colombiano no fue ajeno a estos cambios, dentro y fuera de las fronteras nacionales, que dio lugar a nuevos sonidos e hibridaciones. Aquí aparecen bandas como Koyi K Utho, Pornomotora, INFO y Neus. Cerramos esta primera sección del libro con el trabajo de Diego Santos Rubiano, quien se acerca al festival de Rock al Parque y muestra la relación entre el rock y la política pública de la cultura en la ciudad, así como ofrece elementos analíticos para abordar la consolidación de la práctica cultural de los músicos del género en la ciudad, la evolución de los lineamientos de la institucionalidad cultural y la disposición de escenarios para el rock bogotano desde los noventa. Santos Rubiano se adentra en las nociones del sector cultural, la configuración de dispositivos de acción para los agentes, la estructuración de capitales en el campo de producción cultural y la lectura de los impactos de las lógicas de producción, circulación y consumo, palpables en los enfoques del sector público y privado. La reflexión propuesta privilegia la perspectiva del músico de rock en la ciudad para referenciar tránsitos y periodos del género, las rupturas y continuidades en relación con la práctica cultural, la configuración de ámbitos y las formas de producción derivadas de condiciones particulares de asumir lo cultural y, en esencia, un relato fundamental para evidenciar la apropiación y crítica del género por parte de agentes vitales para el desarrollo del rock bogotano.

      La segunda parte del libro engloba ocho trabajos que de manera amplia enmarcamos bajo el título “Historias, estéticas y teorías”. Abrimos esta sección con el texto de Nathalie Rondón y Daniel Suárez quienes se acercan a algunas bandas latinoamericanas de rock que, a lo largo de su historia musical, han reflexionado sobre los procesos de conquista y colonización que datan de 1492, para destacar lo que ha sido la lucha por lo indígena y lo autóctono de los territorios americanos. Esto se hace necesario en la medida en que las propuestas de estas bandas chocan con el papel benefactor que ha sido dado históricamente a los conquistadores españoles y a las diferentes olas de colonizadores, que, para muchos, siempre han venido a estos territorios a promover cierto tipo de políticas de progreso que hoy día podríamos catalogar como desarrollistas, pues han buscado imponer la cultura occidental en América Latina. Para su análisis, acuden a grupos de rock provenientes de tres países: México, país que se destaca por la notable presencia de grupos indígenas, con las bandas Café Tacvba y Panteón Rococó; Argentina, país con gran producción musical, con los grupos Los Fabulosos Cadillacs, Todos Tus Muertos, León Gieco y A.N.I.M.A.L.; finalmente, Colombia, por medio de las bandas Kraken e I.R.A. que dan cuenta de la vigencia de la colonialidad en la actualidad. Jair Vega y Juan Fernando Piñeres presentan los resultados de una revisión de la literatura sobre los estudios del rock, fundamentados en el concepto de capital simbólico, que introdujo Bourdieu en 1978 en el que trascendió la mirada meramente económica del capital y lo asoció con bienes simbólicos y diversos artificios de la cultura material. Los autores presentan el universo del rock como un capital simbólico, cuyo texto no se asume estrictamente como análisis de un género musical, sino como la comprensión de un proceso de producción cultural que incluye las significaciones construidas en relación con sus contenidos (letra y música), las dinámicas identitarias y de sentidos valorativos asociados a los productos, eventos y espacios donde circula, así como los mecanismos de distinción propios de su consumo. A continuación, aparece el capítulo de Sergio Sabogal sobre el punk, en el cual analiza sociohistóricamente cómo se han manifestado política y culturalmente los jóvenes que producen y escuchan punk a través de su sonido, estética y lírica, específicamente en Colombia. Así, se plantea el uso y la función que se le otorga al punk como medio de conocimiento, memoria y crítica de las realidades sociales. De igual forma, se presenta la relación que tiene con el escenario político, donde, a partir de la música, y en particular el punk, se pueden establecer alternativas de acción y manifestación política. Metodológicamente, el estudio se soporta en el enfoque histórico hermenéutico y desde un tipo de investigación analítico-interpretativa, en la que se realiza una revisión, análisis e interpretación documental, que estudia los contenidos líricos y discursos planteados en el punk, para lo cual analiza las características sociales tanto del contexto en el que surge determinada canción como los autores y los sujetos a quienes iba destinado el mensaje sonoro, en especial en la escena colombiana. Finalmente, se develan las formas en las que los jóvenes históricamente han utilizado el arte y la música como instrumento y canal para entender el panorama político y sociocultural de una realidad específica, y un camino de protesta y rechazo respecto de las instituciones y estructuras que rigen la sociedad convencional. Román Mayorá propone pensar la tensión entre novedad y repetición que ha estado presente en muchos momentos de la historia del rock y que adquirió particular relevancia en las primeras décadas del siglo XXI. Él reflexiona conceptualmente sobre este problema en relación con el funcionamiento del mercado y la industria cultural, con las disputas entre posturas tradicionalistas y vanguardistas, y con la lógica de la autenticidad propia de la esfera artística retomada por la cultura rock. Asimismo, presenta una conceptualización teórica del tema investigado y sus diversas facetas, desde la perspectiva de los estudios culturales y retoma las reflexiones del crítico inglés Simon Reynolds, quien ha propuesto que la música actual estaría en una fase de “retromanía”: una adicción a la reproducción de estilos y géneros del pasado. El recorrido propuesto le permite plantear algunas hipótesis respecto del funcionamiento cultural de la música estudiada y reconsiderar desde otra perspectiva aquellas miradas que diagnosticaron la “muerte del rock”. Sigue esta sección con una mirada desde los estudios culturales propuesta por Minerva Campion. Ella se pregunta ¿cuál es el discurso que maneja el fanzine Visión Rockera en torno a las categorías de raza, clase y género? Este fanzine fue publicado en Medellín durante 1986 y 1989, y tuvo nueve números. A partir de las tres categorías planteadas y estudiando las páginas del fanzine, el estudio las relaciona con el concepto de discurso y con las relaciones de poder que se generan para la juventud punkera, representante de

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