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      A. La forma primitiva de actividad lúdica corresponde al periodo sensoriomotriz, pero es conservada con posterioridad. Se trata del “juego de ejercicio” consistente, según Piaget e Inhelder (1969,1984) en «la repetición por placer de actividades adquiridas con un fin de adaptación: por ejemplo el niño que ha descubierto por azar la posibilidad de balancear un objeto suspendido, reproduce en seguida el resultado para adaptarse a él y para comprenderlo».

      B. Con posterioridad aparece el juego simbólico, que encuentra su apogeo aproximadamente entre los 2-3 y los 6-7 años (desde el final del periodo sensorio motriz hasta el comienzo de las operaciones concretas). Este tipo de juego implica el uso de símbolos como sustitutos de objetos en un mundo lúdico en el que el niño es consciente del carácter ficticio de su actuación. Tal actividad lúdica –señala Piaget (1945,1977)– «transforma lo real por asimilación más o menos pura a las necesidades del yo» en su intento de superar los conflictos. Y añade al respecto (1967) sirviéndose de un ejemplo «el niño que juega a muñecas rehace su propia vida, pero corrigiéndola a su manera; revive todos sus placeres o todos sus conflictos, pero resolviéndolos, y, sobre todo, compensa y complementa la realidad mediante la ficción».

      C. Por último, aparecen los juegos de reglas a partir de los 7-8 años, con la entrada en el subperiodo de las operaciones concretas. El uso de códigos de reglas en la actividad lúdica pone a los niños en relación con el grupo e incide en el proceso de socialización. Según Furth (1971), estudioso de las ideas de Piaget, si tal hecho se produce, se logrará una incidencia positiva en el desarrollo individual de cada niño: «primero, le ayudará a crecer intelectualmente, dándole ocasiones para que aplique las estructuras de conocimiento. Segundo, introducirán al niño en las realidades como participante activo [...]. Le harán entender que las realidades sociales no están dadas simplemente, sino que son un producto y requieren la contribución inteligente de los individuos».

      Por lo que respecta a las reglas, éstas son concebidas desde la perspectiva piagetiana, primero como “no coercitivas” (2-5 años), no dándose en este momento la obligatoriedad de cumplimiento; después como “intangibles y sagradas” (5-11 años), de obligado cumplimiento, y, finalmente, como “ley” (a partir de los 11 años) resultante del consenso entre compañeros de juego.

      Vygotsky centra su atención en el juego protagonizado o juego de rol, de carácter sociodramático. En 1933 expuso sus postulados referentes al juego en una conferencia pronunciada en el Instituto Pedagógico Herzen de San Petesburgo. Los enunciados principales de su hipótesis son los siguientes:

      A. El juego aparece cuando las necesidades no se cumplen en la actividad y va unido a la tendencia infantil de satisfacción de los deseos inmediatos.

      B. En tal situación, el niño crea una “escena ficticia”, adoptando el papel de adulto dentro de las coordenadas marcadas por dicha escena.

      C. El juego es la actividad principal en la edad infantil. Es fuente de evolución y crea zonas de desarrollo próximo (ZDP).1

      D. En la actividad lúdica salen a la luz los procesos internos.

      E. El juego crea situaciones en las que han de superarse impulsos inmediatos ante la subordinación a las reglas unidas al papel asumido en cada situación lúdica.

      F. El niño impone a la situación de juego unas reglas .

      Elkonin asume las hipótesis formuladas por Vygotsky y, profundizando en ellas, ha elaborado una teoría relativa al origen sociohistórico del “juego protagonizado” o “juego de rol”. Desde la consideración de la actividad lúdica como unidad global no disgregable, Elkonin (1980) atribuye un origen social al juego: «El singular impacto que en el juego produce la actividad humana y las relaciones sociales evidencia que los temas de juego no se extraen únicamente de la vida de los niños, sino que tienen un fondo social.» Respecto al carácter histórico de la génesis del juego, expone (Ibídem, pág.67): «El juego protagonizado posee una original técnica lúdica [...]. Es de todo punto evidente que esta técnica lúdica no podía ser resultado de la invención creadora independiente de los niños. Lo más probable es que éstos la tomaran del arte dramático de los adultos, que alcanza un nivel bastante alto en esta fase del desarrollo de la sociedad.»

      Desde esta perspectiva sociohistórica, Elkonin se opone a las concepciones biológicas del juego infantil.

      Por lo que respecta al proceso de formación del juego, destacan en su formulación cuatro niveles:

      A. El contenido del juego son las acciones con objetos dirigidos al compañero.

      B. El contenido del juego sigue siendo la acción con el objeto, «pero se pone en primer plano la correspondencia de la acción lúdica con la acción real» (Ibídem, pág. 200). Las acciones se suceden tal como acontecen en la vida real y la alteración del orden de éstas no se acepta de hecho, aunque tampoco se protesta por ello.

      C. El contenido del juego lo determina la interpretación del papel, destacando las acciones que ponen en relación con otros participantes en el juego. Los papeles están bien marcados e infringir la lógica en la dinámica de las acciones provoca la protesta de los compañeros de juego.

      D. El juego se centra, en cuanto a su contenido, en la realización de acciones ante la actitud mostrada por otras personas cuyos roles asumen otros niños. Los papeles están bien definidos y las acciones responden a la lógica real. La infracción provoca el rechazo haciendo mención a “las reglas de juego”.

      Como vemos, los dos primeros niveles (3-5 años) se centran en las acciones, mientras que los dos siguientes (5-7 años) asumen el sentido social más acorde con las relaciones reales entre personas.

      Elkonin acaba por afirmar que aunque estos niveles de juego corresponden a una edad, un niño puede encontrarse en un nivel no acorde con su edad cronológica o entre dos niveles.

      Wallon concibe el desarrollo humano como un proceso dialéctico producido en la constante interacción con los medios físico y humano. En este contexto considera el juego como imitación. En uno de sus estudios (1941, 1977) señala: «el niño repite en los juegos las experiencias que acaba de vivir. Reproduce, imita». Pero esa imitación no queda encerrada en sí misma, sino que propicia la exploración (Ibídem, pág 57): «el juego en el niño, por el contrario, se asemeja a una exploración jubilosa o apasionada que tiende a probar todas las posibilidades de la función. El niño parece ser arrastrado por una especie de avidez o de atracción que le lleva a los límites de esa función». Pero, ¿ cuáles son estas funciones que cumple la actividad lúdica? Wallon resalta las siguientes:

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