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alt=""/>D. El juego propicia el aprendizaje

      El juego está presente de un modo muy especial en los aprendizajes que realizan los niños durante los primeros años de vida. Pero su potencialidad como fuente de aprendizaje se mantiene a lo largo de toda ella.

      Aspectos como el desarrollo cognitivo y motriz o la adquisición de habilidades comunicativas o sociales tienen en el juego un importante campo para la exploración y el crecimiento personal.

      E. El juego es una forma de expresión

      La actividad lúdica ha sido y es valorada con frecuencia como una representación simbólica de sentimientos, preocupaciones y experiencias; un medio para expresar las necesidades y las vivencias experimentadas por el “yo” y para establecer relaciones constructivas con los demás.

      Este aspecto, que se encuentra más próximo al ámbito explicativo, al que nos referiremos más adelante, que al descriptivo, ha sido asumido desde planteamientos tan diversos como los de S. Freud o M. Klein, dentro del marco psicoanalítico, los de J. Piaget desde la psicología genética o los de L.S. Vygotski con su perspectiva sociohistórica.

      F. El juego implica participación activa

      La actividad lúdica convierte en protagonista al que participa, a la persona que actúa.

      Este aspecto cobra una especial relevancia dentro de un modelo social en el que, con frecuencia, se demanda más nuestro concurso como espectadores que como actores y convierte el juego en la alternativa ideal ante la influencia sedentaria que ejerce la televisión o el vídeo.

      G. El juego posee puntos de encuentro con las “conductas serias”

      Especialmente durante la infancia, el juego constituye un modo de enfrentarse a la realidad que, al igual que otras conductas consideradas como “serias”, implica a la totalidad individual y proporciona vivencias y experiencias que permiten el progreso personal. No es extraño, en consecuencia, que los niños acometan la actividad lúdica con una mezcla de alegría y seriedad, como algo que proporciona satisfacción, pero sin resultar, en absoluto, vanal.

      H. El juego constituye un “mundo aparte”

      Esta cualidad que sitúa el juego fuera de la realidad inmediata puede parecer opuesta a la reseñada en el apartado anterior. Sin embargo, no lo es tanto si consideramos que la actividad lúdica posee puntos de encuentro con la actividad cotidiana y otros que la excluyen de ella.

      El hecho de perderse en el espacio-tiempo del juego, de disfrutar de cada uno de sus instantes, de verse absorbido por la magia de la actividad lúdica, nos sitúa en una esfera diferente, alejada de lo “serio” de la vida diaria.

      Si integramos los aspectos señalados hasta ahora, podemos definir el juego como «actividad alegre, placentera y libre que se desarrolla dentro de sí misma sin responder a metas extrínsecas e implica a la persona en su globalidad, proporcionándole medios para la expresión, la comunicación y el aprendizaje».

      La caracterización de la actividad lúdica quedaría incompleta si obviáramos la descripción que de ésta hacen las personas que participan en ella.

      Esta circunstancia nos llevó a tratar de conocer los atributos que nuestros alumnos conceden al juego (Omeñaca, Puyuelo, Ruiz, 1997). Para ello pasamos una encuesta de respuestas abiertas a una muestra de 315 alumnos que cursaban estudios desde 1o de Educación Primaria hasta 4o de Educación Secundaria Obligatoria en dos centros escolares enclavados en el medio rural y uno situado en el medio urbano. Hemos agrupado las respuestas obtenidas en 7 categorías:

      a)Las manifestaciones de diversión y alegría, tales como divertido, estar contento, “chachi”, “guay”, estar alegre, etc.

      b)Las referentes a aspectos propios de la relación social: estar con mis amigas, relacionarme, comunicarme, hacer amigos, etc.

      c)Las relativas a conductas prosociales de cooperación y ayuda: ayudar, colaborar, cooperar, compartir, etc.

      d)Las vinculadas a la actividad de ocio y tiempo libre: pasar el rato, entretenerme, ocupar el tiempo de ocio, etc.

      e)Las que le atribuyen un valor funcional relacionado con el propio cuerpo: hacer ejercicio, mejorar la forma física, estar más fuerte, etc.

      f)Las que conceden una función catártica: liberar tensiones, relajarme, estar tranquila, etc.

      g)Las que lo valoran como instrumento de aprendizaje: conocer, aprender, saber, etc.

      Los resultados quedan resumidos en los siguientes gráficos.

       TABLA 2. El juego desde la óptica de los alumnos

       GRÁFICO 1. Evolución de la concepción del juego en alumnos a lo largo de la Educación Obligatoria

      De los resultados obtenidos en la encuesta se derivan las siguientes conclusiones:

      1.A lo largo de toda la Educación Obligatoria, los alumnos atribuyen un importante valor a la actividad lúdica como fuente de alegría y diversión. Este factor es el más resaltado en todos los ciclos (ver gráfico 1).

      2.La consideración de la colaboración y la ayuda como elementos inherentes al juego va decreciendo a lo largo de los diferentes ciclos que integran la Educación Obligatoria.

      3.Durante la Educación Primaria, el juego es progresivamente más valorado como forma de relación con el grupo de iguales. Esta tendencia se invierte a lo largo de la Educación Secundaria Obligatoria.

      4.La consideración del juego como actividad de ocio aumenta durante los distintos ciclos.

      5.Al final de la Educación Primaria hay alumnos que conceden importancia a la actividad lúdica como forma de aprendizaje, hecho que se sigue dando, aunque en menor proporción, a lo largo de la Educación Secundaria Obligatoria.

      6.Finalmente, sólo los alumnos de Educación Secundaria valoran la actividad lúdica como un medio para el descanso y la relajación.

      Si realizamos un análisis comparativo entre la visión aportada por el alumnado y la que nos ofrecen quienes han investigado sobre la actividad lúdica, podemos encontrar puntos de confluencia entre una y otra (ver gráfico 2). Así, desde ambos planteamientos se atribuye al juego valor como fuente de alegría y diversión, se vincula con el aprendizaje y se le considera como un “mundo aparte”, situado fuera del ámbito del trabajo y próximo al ocio y a la recreación. Puede haber un punto más de intersección si consideramos próximas entre sí la atribución catártica que, a medio camino entre lo descriptivo y lo explicativo, se concede al juego desde la perspectiva teórica y la valoración que de él hacen los alumnos como fuente de relajación.

      Pero existen también aspectos específicos de uno y otro ámbito. Así, son propios del ámbito teórico: la valoración del juego como fin en sí mismo, como disfrute de medios, la consideración de éste como actividad libre, su valoración como acto de expresión y su vinculación con el trabajo

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