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de las distancias recorridas debe suponerse que los profesionales y los no profesionales no se diferencian en la capacidad de resistencia y este factor por lo tanto no es de gran importancia para el fútbol (ver Sch- nabel/Kindermann/Schmitt 1981, pág. 120; Schmid et al., 1983, pág. 367; Fóhrenbach et al., 1986, pág. 116). Sin embargo, si se tienen en cuenta los valores de lactato registrados (ver tabla 20) -éstos dan información sobre el grado de esfuerzo del jugador y sobre su preparación para efectuar esfuerzos- debe determinarse que los profesionales alcanzan el mismo rendimiento con menor hiperacidez -lo que indica que están mejor entrenados-; por otro lado, en comparación con otros profesionales queda demostrado que tampoco han agotado sus fuerzas al máximo. Con esto queda demostrado que los profesionales al efectuar un test no están lo suficientemente motivados, lo que sin embargo sería de una importancia decisiva para determinar la capacidad de resistencia.

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      Esta investigación, por lo tanto, deja muy claro que el test de Cooper no puede efectuarse en cualquier momento: después de haber perdido un partido o después de esfuerzos muy intensos en un entrenamiento, el rendimiento de los jugadores no va a ser el adecuado, y por lo tanto la evaluación del test será poco fiable.

      Incluso en los registros de lactato efectuados paralelamente al test de Cooper existe la posibilidad de que se den interpretaciones erróneas, ya que los valores de lactato que se han encontrado en la sangre pueden verse influenciados por la ejecución del test de Cooper: muchas veces se avisará a los jugadores un minuto antes de iniciar la carrera de 12 minutos mediante un silbato. Dependiendo del rendimiento ya efectuado o el rendimiento que se espera de ellos (por ejemplo, un aumento considerable en comparación al test anterior) una parte de los jugadores intentará correr lo más rápidamente posible la carrera para conseguir los valores «teóricos». Estos aumentos de ritmo al final producen un incremento muy fuerte de los valores de lactato en la sangre que dificultan una valoración exacta de la capacidad de resistencia aeróbica «real».

      Atención: Por lo tanto a los jugadores siempre deberá requerírseles que corran a un ritmo constante y que no terminen la carrera con un esprint final.

       El test de Cooper como medio para dirigir el entrenamiento

      Para obtener datos reales sobre el nivel y el aumento o retroceso de la capacidad de resistencia, el entrenador deberá probar la efectividad de sus métodos a lo largo de todo el proceso de entrenamiento -especialmente al inicio, a la mitad y al final del período preparatorio, pero también durante el período de competición (averiguará el nivel de la resistencia aeróbica). El test de Cooper solo servirá como instrumento preciso para dirigir el entrenamiento si aparte de averiguar las distancias recorridas también se pueden determinar los valores de lactato. En caso contrario los resultados del test de Cooper, si bien podrían servir para conocer más o menos estos valores, deberían utilizarse con una cierta prevención. El entrenador deberá pretender conseguir información sobre el grado de esfuerzo con el que un jugador ha efectuado un recorrido. A estos resultados pueden añadírsele un análisis objetivo (respiración, color de cara, etc.) y una serie de preguntas al jugador (¿Hasta qué punto te has esforzado?, ¿hubieras podido correr un poco más?). De todas formas este tipo de datos tiene más posibilidades de error que una medición de lactato objetiva. Si se utiliza el test de Cooper como instrumento para dirigir el entrenamiento deberán tenerse en cuenta unos puntos sobre los cuales ya hemos hablado.

      1)Al determinar los valores «teóricos» (objetivos a corto, largo y medio plazo) deberá prestarse atención diferenciada a los diferentes estados de entrenamientos individuales, la posición de juego y la tarea táctica requerida (ver Gerisch, 1990, pág. 62). Los jugadores que tengan un déficit de resistencia deberán entrenarse de forma especial y adecuada para su posición. Sus objetivos intermedios, por lo tanto, serán diferentes a los de otros jugadores.

      Los jugadores centrocampistas, los jugadores de ataque y los jugadores que tengan funciones especiales (por ejemplo, cubrir a un jugador) deberán tener una gran capacidad de resistencia, es decir, deberán mostrar unos valores «teóricos» superiores a otros jugadores. Los tipos resistente que tengan una resistencia básica bien desarrollada podrán entrenar más en otros tipos de ejercicio. Los tipos esprínter, debido a su tipología, deberán efectuar ejercicios diferentes que los tipo resistencia (ver pág. 34).

      2)Los resultados del test de Cooper deberán juzgarse correctamente para que sean efectivos en la estructuración del entrenamiento. Los resultados obtenidos en el test de Cooper deberán interpretarse con mucho conocimiento técnico y bastante prevención tal como muestran las investigaciones de Gerisch (1990, pág. 62). Como puede verse en la tabla 21 en una simple observación superficial, prácticamente todos los jugadores han mejorado los resultados del test en un período preparatorio de 6 semanas. El entrenador, por lo tanto, podrá ver a simple vista que el entrenamiento está siendo efectivo y ha mejorado la capacidad de resistencia de sus jugadores. Sólo la comparación de las distancias y los valores de lactato aparecidos dejarán reconocer que algunos de los jugadores han aumentado sólo en referencia a la longitud recorrida pero no han mejorado su capacidad de resistencia. Gerisch (1990, pág. 62) comenta la problemática de estos resultados obtenidos en la tabla 21 dando algunos ejemplos :

      –El jugador 12 (jugador centrocampista) y el jugador 13 (goleador) recorrieron en el primer test una distancia insuficiente con un valor de lactato relativamente alto (ver página 146) de 11,3 inmol/1.

      –El jugador 8 (jugador de defensa) y el jugador 9 (libero) en el primer test dieron un rendimiento indiscutible para la segunda división. Esto también puede aplicarse si se tiene en cuenta que se trata de jugadores de defensa y que un valor de lactato de 9,1 mmol/1 implica un esfuerzo y por tanto una distancia todavía mayor. A pesar de que los dos jugadores en el segundo test han aumentado la distancia (+ 125 y 380 metros) es cuestionable su aumento de entrenamiento personal debido a que también han aumentado los valores de lactato (12,6 y 11,6 mmol/1).

      –Al jugador 15a pesar de mostrar un rendimiento parecido en el test 1 y 2 se le puede suponer una mejora de rendimiento, ya que los valores de lactato en la sangre disminuyen de 10,0 a 7,0 mmol/1. A pesar de todo, su capacidad de resistencia continúa siendo indiscutible para un jugador nuevo que desea tener un puesto fijo de juego.

      –El jugador 6 (segundo portero) y el jugador 7 (delantero) si bien en el primer test muestran rendimientos parecidos (2.950 m y 2.965 m), de que estos deben relativizarse en unos valores de lactato de 7,8 y 7,5 mmolA Para el portero este déficit en comparación con el delantero no es tan grave, ya que su entrenamiento debe basarse especialmente en otros objetivos.

      –A pesar de que el jugador 4 (centrocampista) en el primer test sólo recorre 3.125 metros, su capacidad de resistencia debe valorarse al menos tanto como la del jugador número 2 (delantero) y el jugador 3 (centrocampista) que recorren 3.145 y 3.155 metros, ya que él lo consigue con un valor de lactato muy inferior (con 4,8 mmol/1 apenas sobrepasa la curva anaeróbica), mientras que los otros dos jugadores lo efectúan con valores de lactato de 12,6 y 12,0 mmol/1. El jugador 4 en el segundo test a pesar de que ha recorrido 3.345 metros ha atacado mucho más fuerte sus reservas de resistencia con unos valores de lactato de 8,2 mmol/1.

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