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principio del período preparatorio en general podemos decir que independientemente del nivel de rendimiento deberá darse predominio a la estructuración de la resistencia básica. El punto más importante del entrenamiento durante esta fase debería ser la preparación de las formas de carrera individuales.

      El jugador al principio del período preparatorio debería poder elegir él mismo el ritmo y la distancia de las carreras. El ritmo debería ajustarse al estado de entrenamiento individual. Habría de efectuarse también una diferenciación según los grupos de rendimiento cuando se entrene en los equipos o clubs. El entrenador debería efectuar una estructuración lo más variada posible del entrenamiento para evitar la monotonía (ver pág. 103). Además la motivación del entrenamiento de resistencia debería fomentarse mediante una base explicativa que pudiese ser entendida por todos (ver Koch, 1984, pág. 22).

      Atención: la formación de la resistencia básica que hasta ahora se ha presentado como ideal y que por lo tanto es la que requiere más tiempo y contenido, normalmente no puede realizarse con jugadores no profesionales. Con un entrenamiento de solo 2 o 3 veces a la semana, lo que es normal en el fútbol no profesional, no puede hablarse de un entrenamiento de preparación para la siguiente temporada (ver Bisanz, 1983, pág. 31). Por lo tanto, deberá darse gran importancia a este entrenamiento de preparación que forma la base psicofísica para alcanzar la capacidad de rendimiento suficiente para toda la temporada. Para poder conseguir un nivel de rendimiento lo más alto posible al principio de la temporada deberá hacerse un entrenamiento más intenso durante las dos semanas anteriores a los primeros partidos.

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      Deberemos además añadir que el periodo preparatorio a pesar de su indiscutible efectividad para la optimización de la capacidad de rendimiento deportivo (ver Islegen/H. Akgün, 1988, pág. 125), en el fútbol no profesional y debido a múltiples factores de interferencia tiene un carácter de improvisación:

      –Presiones económicas conducen a unas obligaciones de juego que dificultan o hacen casi imposible una estructuración ordenada del período preparatorio.

      –Muchos jugadores efectúan sus vacaciones anuales durante esta fase . tan importante de estructuración, esto produce un desequilibrio constante en el equipo, con lo que se dan diferentes capacidades de rendimiento entre los jugadores que entrenan continuamente y los que no pueden hacerlo.

      –Las condiciones climatológicas poco propicias (por ejemplo, mucho calor durante el verano o en invierno suelos helados o poco practicables) obligan a muchas soluciones de repuesto (carreras por la mañana temprano o por la noche cuando a los jugadores les apetezca, entrenamientos dentro de polideportivos durante el verano que provocan los ya mencionados problemas de motivación, etc.) que influencian de forma negativa los objetivos planificados.

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      Tabla 8. Plan de entrenamiento para equipos no profesionales con un entrenamiento obliga- torio de 3 veces por semana durante el período preparatorio (según Bissanz, 1983, pág. 33).

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       Entrenamiento de resistencia durante los períodos de competición

      El entrenamiento del período preparatorio pasa sin transición al entrenamiento del período de competición, naturalmente incrementándose. Por un lado, se mejorará la capacidad de resistencia específica del fútbol mediante formas más complejas de entrenamiento y más parecidas al juego así como también un entrenamiento técnico-táctico con la correspondiente duración; por otro lado, deberá mantenerse al nivel adecuado la resistencia básica, especialmente en conexión a los partidos de campeonato semanales y a unas unidades de entrenamiento más duras mediante las llamadas «carreras de regeneración» (ver pág. 91) (ver también Bisanz/Geerisch, 1988, pág. 65; Bisanz, 1989, pág. 64).

      Tanto las investigaciones hechas a atletas de medias distancias (ver Dickhuth et al., 1988, pág. 350) como también a futbolistas (ver Liesen et al., 1985, pág. 8) muestran que la capacidad de resistencia aeróbica a lo largo de la temporada sufre importantes oscilaciones. La transformación de los esfuerzos aeróbicos, tal como se desarrollan al inicio de la temporada para la resistencia básica, en esfuerzos básicamente anaeróbicos, que se dan al aumentar la resistencia específica de los campeonatos, conduce a una pérdida de capacidad aeróbica.

      Debido a que la notable caída de la capacidad aeróbica desde el punto de vista energético a penas puede compensarse mediante el aumento de la capacidad anaeróbica, durante la temporada también deberá prestarse atención a efectuar de forma regular entrenamientos de resistencia básica, por ejemplo, con un entrenamiento de resistencia semanal de unos 30 minutos (entrenamiento de mantenimiento) para mantener un nivel aceptable.

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       Entrenamiento de resistencia en los períodos de transición

      Después de los partidos de campeonato normalmente todavía quedan algunos partidos amistosos, y para los equipos que se hayan clasificado también quedarán partidos de copa, antes de que los jugadores se vayan de vacaciones unas cuatro semanas. Para evitar una caída del rendimiento hasta el siguiente periodo de preparación al final de los partidos amistosos y durante las vacaciones deberán tenerse en consideración algunas indicaciones:

      1.Cuando ya se haya pasado la fase de lucha para un título o un ascenso, el entrenador no deberá caer en el error de disminuir el entrenamiento en la fase final de los partidos amistosos. En esta fase una disminución de la intensidad de entrenamiento supondría ya un retroceso inevitable de la capacidad física (ver Bisanz/Gerisch, 1988, pág. 62). El período de vacaciones posterior a esta fase sólo aumentaría fuertemente la caída del rendimiento y haría alargar innecesariamente todos los factores determinantes del rendimiento al principio de la siguiente temporada de preparación.

      Para equipos que tienen una posición media segura Vieth (1989, pág. 5) recomienda que al final de la temporada se efectúen más carreras de regeneración. Éstas harán recuperar al jugador de una temporada larga y exigente físicamente; por otro lado sirven para la preparación de la siguiente temporada.

      2.Incluso durante las vacaciones deberá tenerse en cuenta que los jugadores se recuperen de forma «activa». A los jugadores debe quedarles muy claro que la recuperación psicofísica debe contener un «entrenamiento de mantenimiento» adaptado individualmente. Tanto la fuerza como la velocidad y la movilidad deberán entrenarse por ejemplo mediante carreras de regeneración para poder mantenerse a un nivel alto (ver Bisanz, 1985, pág. 7; Rutemóller, 1989, pág. 11; Bode, 1971, pág. 6). Diferentes investigaciones demuestran que debido una pausa en el entrenamiento se produce rápidamente una disminución de la actividad enzimática mitocondrial (en las mitocondrias se produce el metabolismo aeróbico), el consumo de oxígeno es máximo y la capilarización es menor (ver Henriksson/Reitman, 1977, pág. 91; Houston/Bemt- zen/Marsen, 1979, pág. 63; Coyle et al., 1984, pág. 1857).

      Hasta ahora sólo se habían estudiado los efectos del entrenamiento sobre los futbolistas en relación al aparato cardiocirculatorio y al sistema metabólico (ver Fardy, 1969, pág. 502; Reilly/Thomas, 1977, pág. 401; Islegen/Akgün, 1988, pág. 125). Bangsbo y Mizuno (1988, pág. 114) investigaron el efecto de una pausa de 7 semanas entre los partidos de ida y los partidos de vuelta, utilizando 3 semanas como recuperación y 4 semanas como entrenamiento de preparación. Mientras que el consumo de oxígeno solo tuvo una caída y un aumento de un 4 %, en el nivel de los enzimas, especialmente en las primeras 4 semanas sin entenamiento se redujo la actividad de los diferente enzimas mitocondriales hasta un 27 %. Es importante notar que la pérdida de rendimiento fue más rápida que la recuperación de la capacidad de rendimiento con el principio del entrenamiento de preparación. Henriksson/Reitman (1977) y Houston et al. (1979, pág. 168) llegaron a unos resultados similares. Tal como muestran las investigaciones de Houmard et al. (1990, pág. 46) una reducción

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