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aeróbica en relación al metabolismo de grasas, al aumentar la intensidad y con las carreras de cambio de ritmo esto se modifica y tiende más al metabolismo de los hidratos de carbono. Los hidratos de carbono juegan un papel muy importante para garantizar un juego intenso.

      Debido a la alta intensidad se produce una pérdida más marcada de las reservas de energía musculares y hepáticas (del hígado) con la consiguiente posterior supercompensación. El jugador entrenado, tal como ya se ha dicho anteriormente, puede prácticamente doblar las reservas de azúcar (ver p. 39) y se enfrenta al juego de forma muy diferente. Además la capacidad de regeneración de las reservas de fosfatos también mejorará gracias a la optimización de las reservas de energía: el jugador cada vez está en mejor condición de poder realizar ejercicios repetidos de alta intensidad y corta duración -formados especialmente por las típicas acciones del fútbol de unos 25 m- sin pérdidas de velocidad que valga la pena mencionar- Para que esto sea posible es necesario entrenar 4-5 veces a la semana.

      El jugador tampoco corre el peligro en una carrera de este tipo -lo que es muy temido en los entrenamientos de resistencia- de que las fibras FT tan importantes para el futbolista en relación a la velocidad y fuerza-potencia, se conviertan en fibras ST -que se desarrollan con el entrenamiento de resistencia (ver Howald, 1989, 22)

      Un entrenamiento diario de una media hora junto con un entrenamiento de velocidad específico para el fútbol sólo hará aumentar la resistencia básica de los deportistas «mixtos» como los futbolistas. Sólo si se efectuase un entrenamiento diario de varias horas se producirían modificaciones estructurales, pero no sucedería al practicar sólo una media hora diaria.

      Atención: después de ejercicios de resistencia muy intensos, especialmente con carreras de cambio de ritmo forzado, se efectuará una pérdida del glucógeno muscular cuya restitución puede durar hasta 48 horas. Por lo tanto, no es muy indicado querer correr largas distancias siempre a una velocidad elevada o con cambios de ritmo muy acentuados, ya que de esta forma debido al efecto acumulativo (ver ilustración 47) puede darse un empobrecimiento progresivo del glucógeno con una pérdida de la capacidad de resistencia. Los cambios de ritmo en esta fase serán correctos cuando después de un aumento del ritmo durante no mucho tiempo vuelva a efectuarse una larga fase de recuperación en la cual puedan volverse a eliminar mediante la oxidación los productos metabólicos como el lac- tato.

      A pesar de que para conseguir una resistencia básica no debería modificarse nada de lo dicho, el desarrollo de la resistencia durante el verano, debido a que el tiempo de preparación es algo menor, será ligeramente diferente. Tanto en el fútbol profesional como también en el júnior amateur y senior (que se efectúa más durante las vacaciones) se dispone generalmente de un tiempo de vacaciones de unas 4 horas semanales. Este tiempo más reducido de preparación tiene ventajas y desventajas (ver Bisanz, 1989, pág. 64).

      La ventaja de un tiempo de preparación corto es que el jugador tiene todavía mucho potencial de la temporada anterior, de modo que no tiene que empezar otra vez desde cero, sino que puede empezar ya a un nivel de rendimiento bastante alto. La desventaja es que el tiempo de regeneración y el tiempo para curar las lesiones normalmente es demasiado corto y no será suficiente después de unas vacaciones de 4 semanas «activas» (ver también pág. 139) para desarrollar de forma óptima la resistencia especial para el inicio de la liga. Por este motivo no hay una fase cerrada en la preparación de la nueva ronda de partidos del campeonato, sino que el entrenamiento se efectuará de forma conjunta y relacionada (ver Bisanz/Gerisch, 1988, pág. 63).

      Queda muy claro pues que para desarrollar de forma óptima la resistencia básica deberá acentuarse el entrenamiento de resistencia al principio de la liga. En los grupos no profesionales deberán realizarse como «solución de emergencia» sesiones de entrenamiento «sólo» con entrenamiento de resistencia aeróbica, que también deberá efectuarse en forma de entrenamiento en casa, y de forma paralela a los partidos.

      Cuanto más bajo sea el nivel de rendimiento y el número de las sesiones de entrenamiento, más pronto deberá empezarse con entrenamiento más complejo (ver Koch, 1984, pág. 20; Wenzlafif, 1985, pág. 15; Vieth, 1988, pág. 36; Schaefer, 1989, pág. 19).

      Sin embargo, debe tenerse en cuenta que durante el entrenamiento de resistencia complejo y similar al juego real se efectúa una forma mixta aeióbica/anaeróbiea y no se realiza, como sería ideal para la resistencia básica, una preparación puramente aeróbica en la cual todos los factores que influencian la capacidad aeróbica sean entrenados de forma óptima (ver página 33 ss.).

      Para minimizar las desventajas de la mejora de la capacidad de rendimiento mediante formas complejas y parecidas al juego con sus fuertes aumentos de intensidad, Vieth ofrece algunos consejos muy importantes:

      –Selección de las formas de entrenamiento y de juego adecuados.

      –Elección de un terreno de juego relativamente grande:

      a)Los campos de juego grandes en relación al número de jugadores requieren un esfuerzo condicional alto pero relativamente regular, ya que al tener el campo de juego más amplio se disminuye el número de ataques directos y se facilita un juego conjunto más seguro así como también un mejor juego sin pelota.

      b)Facilita el juego en conjunto gracias al número de repeticiones de las jugadas.

      –Reducción del número de jugadores en los grupos de entrenamiento.

      a)Mediante grupos de pocos jugadores se requerirá un esfuerzo continuado de cada uno de los jugadores.

      b)La duración del juego en relación al número de jugadores es relativamente grande.

      –Garantiza un ejercicio de resistencia continuado.

      Deberá haber pelotas de recambio y deberán efectuarse juegos con «porterías abiertas» para evitar interrupciones en el juego y en el esfuerzo.

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      Los aspectos más importantes de un desarrollo de la resistencia básica quedan recogidos por Bisanz (1983, pág. 31) teniendo en cuenta los componentes del ejercicio y los métodos y medios adecuados para el área amateur (ilustración 58):

       Frecuencia del entrenamiento

      Entrenamiento intenso cuatro veces a la semana durante unas ocho semanas (entrenamiento de base).

       Intensidad y duración del entrenamiento

      De la primera a la tercera semana:

      –Correr rápidamente hasta que le falte la respiración al jugador.

      –Correr al menos 30 minutos pudiendo dividir el tiempo de carrera en 2 veces 15 minutos, 3 veces 10 minutos, 4 veces 10 minutos, etc. Durante las pequeñas pausas deberán insertarse ejercicios gimnásticos.

      De la cuarta a la octava semana:

      –Cambiar a menudo el ritmo mientras se está corriendo; aumentar el ritmo hasta que falte un poco la respiración, entonces volver a correr más lentamente (normalizar la respiración).

      –Mientras se está corriendo efectuar saltos y combinaciones de saltos; el jugador no debe cansarse demasiado.

      Resto de la temporada:

      –Después de partidos difíciles así como después de sesiones de entrenamiento técnico-táctico muy intensas volverá a efectuarse una carrera de resistencia de unos 30 minutos a un ritmo lento (regeneración).

      –En caso contrario, continuar efectuando un entrenamiento de resistencia dos veces por semana (con ritmos cambiantes, ritmos y saltos, gimnasia).

      La

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