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enfrentan un equipo del norte de Gran Bretaña — en el que juega la pionera escocesa Helen «señora Graham» Matthews — y un equipo del sur. Aunque el partido logra reunir a diez mil espectadores, el acontecimiento concita casi unánimemente las iras de la prensa.139 «Está claro que, a los ojos de todos, las chicas son totalmente incapaces de dedicarse a la práctica brutal del fútbol —proclama el semanario Sketch el 27 de marzo—. Como juego al aire libre, no es recomendable, y como espectáculo público es deplorable». Los pantalones bombachos que llevan las ladies en el terreno de juego son, por su parte, considerados nuevamente como el símbolo de una cierta depravación moral. La exhortación a la «feminidad», que aparece en todas las crónicas, viene acompañada por el interés creciente por una joven futbolista de catorce años, la señorita Nellie Gilbert, a la que los periodistas apodan «Tommy». «Su aspecto físico provocó carcajadas, más por su estatura y sus aires de chico que por cualquier otra razón —pormenoriza el diario londinense Pall Mall Gazette el 25 de marzo de 1895—. Para empezar, parecía ridículamente bajita para participar en un partido de fútbol. Además, tenía un físico de muchacho y corría como los niños, que pueden correr muy de prisa a la edad de diez años». Poco a poco, a medida que transcurren los partidos, comienza a ser considerada unánimemente como la mejor jugadora del British Ladies’ Football Club, aunque los medios de comunicación insistieran machaconamente en recalcar la ambigüedad de género de la señorita Nellie Gilbert. «Él (o ella) corría por todo el terreno como un potrillo, perseguía la pelota de un lado a otro del campo, se apoderaba del balón con decisión —escribe el Paisley and Renfrewshire Gazette—. Él (o ella) estaba permanentemente alerta, y se mostraba ágil y vivaz».140

      Cargado con una escabrosa reputación por haber ganado partidos contra equipos masculinos y también por haber fichado a una futbolista negra, Emma Clarke, el British Ladies’ Football Club, hundido financieramente, desapareció del terreno de juego durante cerca de seis años. Pero después de que, en octubre de 1902, la federación inglesa de fútbol prohibiera expresamente a todos sus afiliados competir contra mujeres, el British Ladies’ Football Club reaparece, insolente, para jugar tres partidos contra escuadras masculinas. En su última competición oficial, el 2 de mayo de 1903, se enfrentan a los jugadores de Biggleswade, en Bedfordshire. Habiendo vencido por tres goles a uno, el acta del partido de este último encuentro indica que las ladies del fútbol estaban capitaneadas por una tal señorita Nellie Gilbert…

      De las cadenas de montaje a la cancha

      Aunque 1903 marca el fin de la aventura futbolística de las pioneras del esférico, también marca el nacimiento de la Women’s Social and Political Union, auspiciada por Emmeline Pankhurst, personaje clave del movimiento sufragista. Manifestaciones clandestinas, huelgas de hambre, sabotaje de las líneas de comunicación o incluso paquetes bomba…, la lucha por el derecho al voto de las mujeres sacude enérgicamente el paisaje político de Gran Bretaña hasta la llegada de la primera guerra mundial.

      Mientras que el campeonato inglés de fútbol y la Copa de Inglaterra han quedado suspendidos hasta el final de las hostilidades, la dimensión benéfica de los partidos entre obreras obliga a las autoridades futbolísticas y a la prensa a mostrarse indulgentes con estos equipos femeninos, percibidos por la Football Association como un epifenómeno provisional e inofensivo que desaparecerá el día siguiente al armisticio. Considerado en un principio como una atracción lúdica, incluso cómica —en algunos partidos las futbolistas se enfrentan a hombres que juegan con las manos atadas a la espalda o a amputados de guerra—, el fútbol femenino va obteniendo progresivamente el reconocimiento del público, que aprecia el valor de estas jóvenes obreras en las cadenas de montaje y su compromiso altruista, pero, sobre todo, sus hazañas deportivas.

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