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Una historia popular del fútbol. Mickaël Correia
Читать онлайн.Название Una historia popular del fútbol
Год выпуска 0
isbn 9788416537976
Автор произведения Mickaël Correia
Жанр Сделай Сам
Серия Mecanoclastia
Издательство Bookwire
Delante de ocho mil espectadores, entre ellos «una horda de gente del norte toscamente vestida que vociferaba palabrotas»,107 apelotonados en un estadio de críquet londinense, el Kennington Oval, el saque inicial de la final se pita el sábado 31 de marzo de 1883. El Etonians inaugura el marcador en el minuto treinta, pero el Blackburn consigue empatar en el segundo tiempo. Frente al dribbing game y el individualismo del Old Etonians, que se sitúa en el terreno en configuración 2-2-6, el Blackburn Olympic despliega un juego de pases colectivos ante los ojos incrédulos de los aficionados y los comentaristas deportivos, poniendo en práctica el sentido de la cooperación propio de su condición obrera. El gol de la victoria no llega hasta el minuto 15 de la prórroga. El delantero del Blackburn, Jimmy Costley, hilandero de veintiún años, recibe un centro de Thomas Dewhurst, tejedor de oficio, y lo envía a la portería contraria del guardameta John Rawlinson, gran abogado londinense y futuro diputado conservador.108
Aunque por primera vez en la historia de la Copa de Inglaterra un equipo de obreros resulta vencedor, acabando así con la hegemonía del fútbol burgués y del dribbling game, el simbolismo popular de esta victoria excita también un cierto orgullo regional, y los habitantes de Blackburn brindan un recibimiento triunfal a los jugadores victoriosos. Después de un desfile por la ciudad y una ceremonia oficial en el ayuntamiento, el fontanero Albert Warburton, capitán del equipo, declara: «Estamos encantados de haber traído la copa a Lancashire. Aquí estará como en casa y nunca volverá a Londres». Con esta frase en apariencia insignificante el jugador deja clara su pertenencia al norte industrial y obrero frente a los clubes de gentlemen del sur que habían dominado el campeonato hasta entonces.
Sin embargo, a través de la declaración de Warburton se manifiesta también otra discrepancia: los clubes elitistas de antiguos alumnos de las public schools elogian la nobleza del amateurismo dentro de la Football Association, mientras que desde mediados de los años 1870 los clubes surgidos en el entorno obrero, sobre todo los del norte, son acusados regularmente de remunerar a sus jugadores.109 En efecto, ante la acumulación de jornadas de trabajo perdidas debido a los entrenamientos y los partidos, los patronos de las fábricas establecen discretamente una compensación financiera para los obreros futbolistas, el broken time payment.
Tras la victoria del Blackburn Olympic en marzo de 1883, los clubes de la élite burguesa y algunos periodistas deportivos, sospechando que los jugadores habían sido remunerados durante su semana de entrenamiento intensivo en Blackpool, piden a la Football Association que investigue más de cerca este «amateurismo clandestino» de los clubes del norte. Para las altas instancias de la Football Association, la «ética amateur» y la «presunción de que los futbolistas juegan por placer» no deben ser usurpadas y deben ser mantenidas por una cuestión de principios, por la razón, aducen los gentlemen, de que es «degradante para un hombre respetable jugar contra profesionales».110 Pero la Cup atrae a un número cada vez mayor de espectadores, y la competición se convierte, para disgusto de los partidarios del amateurismo, en un negocio muy lucrativo (venta de entradas, de bebidas, publicidad, etc.). A partir de abril de 1883, la Football Association, practicando el pragmatismo económico, autoriza el pago de los billetes de tren a los jugadores en las finales y semifinales. La temporada siguiente, el industrial textil William Suddel, que preside un club de Lancashire, el Preston North End, reconoce haber contratado a jugadores escoceses contra una compensación económica y es expulsado del campeonato. Pero en 1885, tras la expulsión de otros dos equipos sospechosos de profesionalismo, los clubes industriales del norte amenazan con crear una federación disidente, obligando a la Football Association a reconocer oficialmente la figura del jugador profesional. A partir de entonces, el fútbol se convierte en un medio tan competitivo como cualquier otro sector industrial, y los directivos de los clubes les aplican la misma lógica económica y de gestión que a las empresas. Los clubes adoptan el régimen de sociedad anónima por acciones; es el caso de los Hammers del Thames Ironworks, que se profesionaliza en 1898 y dos años más tarde toma el nombre de West Ham United Football Club Limited. Los directivos de los clubes también empiezan a invertir grandes sumas en la contratación de jugadores prometedores y en la edificación de estadios. El propietario del West Ham United, por ejemplo, manda construir en 1897 un enorme estadio en las inmediaciones de sus astilleros navales, el Memorial Ground.111 La organización racional y la especialización en el trabajo se transfieren cada vez más al campo de juego con la aparición de las posiciones de defensa lateral y medio centro defensivo, o de los primeros jueces de línea. En 1891 existen ya en Inglaterra unos 450 jugadores profesionales, a medio tiempo o a tiempo completo. En 1914, serán diez veces más numerosos.112
«The Outcast FC»
Rentabilizar a corto plazo las inversiones de los clubes requiere sin embargo algo más que una copa anual y múltiples encuentros amistosos sin demasiadas repercusiones deportivas. Por iniciativa de William McGregor, directivo del Aston Villa, doce clubes crean en 1888 la Football League con la intención de organizar partidos que enfrenten exclusivamente a equipos profesionales, considerados más lucrativos para las instituciones y más atractivos para el público. En el mismo año, la League instituye además la organización de uno o dos partidos todos los 26 de diciembre, día del Boxing Day. Esta tradicional jornada de descanso que la burguesía victoriana concedía a los empleados domésticos el día después de Navidad en premio a sus méritos, el Boxing Day —así denominado por las cajas que los empleados presentaban a sus señores para que depositaran en ellas el aguinaldo—, se convierte entre las clases populares en un día de fiesta en el que, como esparcimiento, los hombres acuden al estadio para asistir a un buen partido de fútbol.
Sin embargo, pese los crecientes ingresos que producen los distintos campeonatos, los futbolistas profesionales continúan manteniendo su precaria condición de obreros. Mientras van apareciendo los primeros desembolsos por el traspaso de jugadores entre clubes —la compra de un jugador podía ascender a 1000 libras esterlinas ya en 1905—,113 los patrones de los clubes instituyen en 1893 el sistema del retain and transfer: los futbolistas se convierten en propiedad exclusiva del club, y únicamente pueden abandonarlo con el consentimiento expreso de los directivos y el entrenador. Tal y como muestra un anuncio por palabras publicado en 1891, algunos jugadores se compran, se venden y se negocian como si fueran ganado: «N.º 163. Defensor lateral derecho o izquierdo, uno de los jugadores más jóvenes que me he agenciado hasta el momento. Su reputación se debe a un célebre periodista que lo ha visto jugar en varias ocasiones y que ha sabido detectar su potencial y sus capacidades futuras. Tomen nota, altura: 1 m 80, peso: 76 kilos, edad: 20. Este joven gigante está a su disposición. Es un pupilo al que merece la pena adiestrar».114 Por añadidura, en 1901 la Football Association impone un límite de cuatro libras —el salario medio de un obrero cualificado— a las remuneraciones semanales de los futbolistas y prohíbe todo tipo de prima. Si bien hasta entonces los jugadores habían considerado su paga como un pequeño complemento de su salario de obreros, cada vez más futbolistas se sienten estafados, en vista del esfuerzo