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Pensé que, si organizaba mis apuntes del año y se los daba como un obsequio especial, lo apreciaría.

      —A propósito, qué curioso —agregó antes de despedirse—. Justo en estos momentos, pensaba escribirte una segunda carta. Pero ya no voy a hacerlo. Mejor mañana platicamos.

      —Hazlo. Me encanta tu forma de escribir; deberías ser escritora.

      —Tengo una novela a la mitad.

      —Pues termínala.

      La imaginé sonriendo, con una combinación de esperanza y tristeza.

      —Claro —contestó—. Algún día.

      Después de la llamada, escribí un texto que copio a continuación. Luego me dediqué varias horas a organizar mis apuntes del club “creadores de días grandiosos” y a imprimirlos. Se los llevaría como regalo.

      Estamos en el primer trimestre de 2021; se habla de una vacuna que no llega y el mundo sigue adaptándose a una nueva normalidad.

      Los noticieros de diciembre fueron escalofriantes. Vimos en el resumen del año escenas de calles vacías, negocios cerrados, hospitales del mundo atestados de enfermos, coliseos llenos de cadáveres, personas aplaudiendo por la ventana para saludarse de un edificio a otro, niños y jóvenes estudiando a distancia, pegados a un monitor. Recordamos la forma en que estuvimos encerrados, y nuestros propósitos fueron amputados. Nos dijeron “quédate en casa”, “no trabajes”, “no vayas a la escuela”, “deja de ponerte metas”, “no hay dinero”, “no vas a ganar dinero”, “el comercio está en pausa”, “las finanzas a la baja”.

      El año que pasó nos dimos cuenta de cuán vulnerables somos y de lo frágil que es nuestra existencia. Comprendimos que el mundo real puede cambiar de un momento a otro, pero que nuestra verdadera batalla está en el mundo mental. Porque es ahí, en la mente, después de perder dinero, trabajo, crecimiento; después de ver nuestros planes y proyectos truncados; después de perder a un amigo o a un familiar por el virus, donde comienza el infierno.

      En el cerebro, los pensamientos de culpa o preocupación pueden ser muy angustiosos. Además, estudiando en línea, hablando en línea, teniendo reuniones sociales en línea, conectados a dos o a tres pantallas a la vez, nuestra mente se ha vuelto un caos de confusión en el que reinan las emociones negativas.

      Más que nunca debemos enfocarnos en el presente. Porque cualquiera que sea la problemática, por muy imponente que parezca la crisis, podemos enfrentarla y superarla si la desglosamos en pequeñas partes concretas de acciones por emprender.

      Suena simple, pero es contundente: con enfoque y atención no hay nada que no podamos resolver.

      Una persona sana tiene “energía”. Sin energía te anulas, te duermes, te aletargas, enfermas, te mueres. Todo lo que haces es gracias a tu energía. Todo lo que no haces, es gracias a tu falta de energía. Sin energía en el día no te mueves, no respiras, no vives. La energía lo es todo. El objetivo de cada día es mantener un alto nivel de energía.

      La energía emocional y la física se interrelacionan. De igual forma, el agotamiento físico y el emocional se unen. La fuerza física es como el dorso de tu mano y la fuerza emocional es como la palma. Son indivisibles. Están en planos distintos, pero siempre conectadas. Hay cuatro casos de generación y pérdida de energía. ¡Analízalos!

      1. CUANDO GANAS ENERGÍA FÍSICA, ganas energía emocional. Por ejemplo: después de comer, se te quita el mal humor; al levantarte en la mañana estás más optimista; si llegas de correr en el bosque o de andar en bicicleta ya no sientes tristeza. En estos casos, la fuente de tu fortaleza emocional fue física.

      2. CUANDO PIERDES ENERGÍA FÍSICA, pierdes energía emocional. Por ejemplo, cuando enfermas o te da fiebre, te debilitas físicamente, y de inmediato te sientes de mal humor, irritable o triste. En estos casos la fuente de tu debilidad emocional fue física.

      3. CUANDO GANAS ENERGÍA EMOCIONAL, ganas energía física. Por ejemplo, si recibes una gran noticia que te provoca alegría, de inmediato te dan ganas de bailar, cantar, saltar, moverte… En este caso tu fuente de energía física fue emocional.

      4. CUANDO PIERDES ENERGÍA EMOCIONAL, pierdes energía física. Por ejemplo, si te enteras de que un familiar se accidentó; o de un peligro que te acecha, de inmediato te sientes débil. La fuente de tu debilidad física fue emocional.

      Generemos energía física y emocional todos los días. Esa debe ser nuestra meta diaria. Si perdemos energía, perdemos todo. Así que la pregunta obligada es: ¿Cómo podemos elevar nuestros niveles de energía en lo cotidiano? Tres recomendaciones:

      • Primero que nada, muévete. La acción quita el miedo. La acción quita la tristeza. La acción calma la ira. Cuando te sientes débil, lo peor que puedes hacer es quedarte encerrado. Dos síntomas de la depresión son el aislamiento y el sedentarismo. Las personas tristes y atemorizadas no quieren salir de su zona segura. Pero la primera forma de energizarnos es movernos: hacer ejercicio físico, correr, nadar, jugar con nuestro perro, salir al parque, cocinar, hacer limpieza profunda, organizar nuestras cosas; realizar actividades nuevas. Movernos es indispensable si tenemos algún problema específico: debemos asesorarnos, hacer llamadas telefónicas, pedir ayuda, reunirnos con gente. ¡Movernos!

      • En segundo lugar, piensa. Piensa lo correcto. Lo que piensas de la gente, del dinero y de ti, te genera emociones. Si piensas que una persona cercana (quien tal vez tuvo una actitud áspera contigo) es desagradable e indeseable, entonces generarás emociones de rechazo y enfado contra ella, emociones paralizantes. Pero si decides cambiar tus pensamientos, y consideras que tal vez esa persona está pasando por una situación difícil, que está lidiando en secreto con un problema crítico del que tú no tienes la menor idea; si consideras (y tal vez sea verdad) que su conducta áspera se debe a sus heridas terribles y a que no encuentra descanso ni comprensión, de inmediato generarás buenos sentimientos hacia ella. Por eso piensa lo correcto. Piensa bien del dinero, del que tienes, del que tendrás. No te angusties porque las cosas van mal. Piensa que la tormenta pasará y podrás usar todas tus capacidades para reponerte financieramente. Piensa bien de ti. Eres suficiente. Eres importante. Eres necesario. Tu presencia es luz para otros y suma valor en donde estás. Piensa.

      • En tercer lugar, ama. Amar es un sentimiento que proviene de pensamientos correctos. Yo decido pensar que ese hijo, esa pareja, ese lugar al que pertenezco forma parte de mí y quiero darle lo mejor. Entonces lo amo. Y al amar me comprometo a levantarme y esforzarme por tener energía para todo lo que amo.

      Tu primer objetivo diario es tener energía. Física y emocional. Por eso muévete, piensa y ama.

      Las personas nos contagiamos energía. Buena y mala. Estudios científicos modernos exponen que no solo el cerebro tiene neuronas, sino también el corazón. Y ambos órganos, interconectados como centro operativo del cuerpo, generan un proceso de neurogénesis que emite ondas electromagnéticas. La energía emanada de la mente y el músculo cardiaco se ha llegado a medir hasta en tres metros de radio alrededor del ser humano. Todos tenemos una capacidad de radiación invisible y todos podemos percibir las ondas electromagnéticas de los demás. Dependiendo de pensamientos y actitudes, al convivir con otros, podemos experimentar una sumatoria o una disminución de nuestra propia energía. Y decir esto es decir mucho. Entender esto es entender la vida. Porque nosotros SOMOS energía. Y hay personas que nos SUMAN (+) energía y engrandecen lo que SOMOS, pero también hay PERSONAS que nos RESTAN (-), energía y menguan nuestra esencia.

      En el club “creadores de días grandiosos” decimos: Eres más grande de lo que te imaginas, el mundo te necesita, haz de este un gran día, y de tu vida una gran vida. Eso es posible porque irradias buena energía; porque de forma consciente y voluntaria sumas valor a los lugares que tocas. Comienza la nueva etapa de tu vida decidiendo tener altos niveles de energía cada día.

      Querido José Carlos:

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