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finales.

      Medir la representación posicional de perspectivas políticas es un ejercicio complejo y usualmente cuestionado, especialmente en contextos que presentan altos niveles de polarización. Al respecto, Poole y Rosenthal (1984), al adelantar un estudio sobre el sistema electoral de Estados Unidos, abordan esa complejidad partiendo de la base de que el juego político entre dos extremos ideológicos puede llevar a consolidar un modelo polarizado, sí, pero competitivo. Esa competitividad resulta muy útil para analizar posiciones políticas de diferentes actores inmersos en una contienda electoral.

      Zechmeister y Corral (2011) plantean que ese ejercicio de representación posicional se puede adelantar a través de dos alternativas: una consiste en “analizar las autoubicaciones en la escala izquierda-derecha y la otra, centrarse en las posiciones adoptadas respecto a diferentes políticas públicas” (p. 133). En ese sentido, los conceptos de izquierda y derecha frecuentemente se utilizan para definir la identidad política y las preferencias electorales de los ciudadanos. Dicha identidad implica un conjunto de valores y comportamientos de las personas asociados a relaciones de poder dentro de la sociedad (Acosta, 2015; Dawson, et al., 1977). Muchas veces, esa identidad e ideología pueden servir, incluso, como una especie de sombrilla que le facilite al elector la toma de una decisión basado en posiciones generales y no necesariamente en propuestas puntuales (Busch, 2016).

      En este orden de ideas, los términos izquierda y derecha no solo son un elemento a través del cual se definen posturas sociales, económicas y políticas, sino que también se utilizan como herramienta para que los individuos se puedan comunicar sobre el complejo mundo de la política (Fuchs y Klingemann, 1990). Además, esas posturas de izquierda o de derecha pueden llegar a ser concebidas como los límites dentro de los cuales se pueden mover las propuestas de ciertos líderes políticos dentro de su propio partido, para mantener así su posición o diferencia relativa frente a otros líderes y otros partidos (Budge, 1994). No obstante, según Elizabeth Zechmeister, varios estudios han comprobado que el significado de los términos “izquierda” y “derecha” varían entre individuos y entre países (Zechmeister y Corral, 2010).

      Según Inglehart (1997), los términos “izquierda” y “derecha” se ven como la distinción entre aquellos que prefieren una mayor (izquierda) o menor (derecha) intervención del Estado en la economía. Por tanto, hay razones para intuir que las ubicaciones de izquierda y derecha están asociadas con las preferencias sobre la política económica. Es decir, que la izquierda está orientada al apoyo al Estado activo mientras que la derecha apoya el libre comercio.

      Frente a esto, Zechmeister y Corral (2010) aseguran que “es un error suponer un contenido económico de las etiquetas de izquierda-derecha compartido en todos los países”. Esto debido a que, contrariamente a la expectativa, en algunos países el apoyo a un papel activo del Estado en la política económica no se traduce en una autoubicación de izquierda. Y sucede del mismo modo con el libre comercio y la derecha. Con el término autoubicación, las autoras hacen referencia a la ideología dentro de la escala izquierda-derecha adoptada por cada individuo.

      Adicionalmente, hacer una comparación entre las posiciones en la dimensión ideológica (izquierda-derecha) es un reto ya que no se tiene certeza de qué contenido sustantivo se les atribuye a las etiquetas de izquierda y derecha. Sumado a esto, en el caso de la región latinoamericana es aún más desafiante hacer dicha comparación dado que los estudios al respecto se han llevado a cabo en países industriales avanzados, mientras que de América Latina los estudios han sido escasos (Zechmeister y Corral, 2011).

      Por el contrario, para Franz Böhm (1953), la izquierda y la derecha se diferencian por el enfoque que tienen sobre la economía de mercado. En este orden de ideas, Böhm afirma que: “La derecha está inclinada a asumir que la economía de mercado necesariamente reacciona indeseablemente a la intervención política. Mientras que la izquierda, asume que la economía de mercado es lo suficientemente robusta para absorber cualquier mal manejo intervencionista o para acabar con cualquier cuerpo extraño que se alimente en ella”.

      Igualmente, según Christopher Cochrane (2010), la izquierda y la derecha se diferencian de acuerdo con la concepción de la economía. A partir de esto, afirma que los izquierdistas tienden a pensar que las políticas económicas y sociales pertenecen a un único dominio de consideración; los derechistas tienden a pensar en las políticas económicas y sociales como si fueran dominios separados de consideración. Lo anterior lo explica el autor afirmando que los fundamentos ideológicos de las ideas de izquierda y derecha generan asimetrías entre estas dos posturas según la forma en que sus miembros agrupan sus opiniones en múltiples dimensiones de desacuerdo político. En particular:

      Las posiciones de los partidos políticos de izquierda están ligadas a múltiples dimensiones por la tendencia de los activistas de izquierda a organizar en torno al principio de igualdad sus opiniones sobre la distribución de la riqueza, la moralidad social y la inmigración. El mismo nivel de restricción no se aplica a los partidos políticos de la derecha. La influencia de diversas ideologías de derecha no se extiende de manera tan extensa a través del espacio multidimensional de desacuerdo político. (Cochrane, 2010)

      Por otro lado, varios autores no solo se han enfocado en la caracterización de la izquierda y la derecha política como tal, sino que también se han concentrado en el estudio del ala radical de cada una de estas ideologías. Según estudios, aquellos que adoptan las doctrinas de la derecha tienden a tener mayores niveles de personalidad orientada al autoritarismo, mientras que los que se inclinan por la ideología de izquierda, tienen menores niveles (Adorno, Frenkel-Brunswick, Levinson y Nevitt, 1950).

      No obstante, Edward Shils (1954), contrario a lo anterior, considera que el autoritarismo no es una propiedad exclusiva de la derecha radical, sino que también puede ser una característica de la izquierda radical. Para Shils, la izquierda y la derecha radicales pueden diferir en sus elecciones de aliados y enemigos, y en sus percepciones de ciertas instituciones como hostiles o amigables, pero ambas comparten un estilo de pensamiento político común y emplean técnicas similares de compromiso político.

      De acuerdo con lo anterior, tanto la derecha como la izquierda implican nociones de estados policiales, que se apoyan en sistemas de coerción, vigilancia y controles inflexibles para mantener el poder. Prohíben la oposición, hacen elecciones arregladas y detienen a los disidentes y posibles críticos a través de la censura, el hostigamiento y los asesinatos (McClosky y Chong, 1985). Sin embargo, eso es solo una similitud, pero los autores plantean las diferencias asegurando que:

      La izquierda alberga la noción de que las personas están atrapadas por las instituciones opresivas y deshumanizantes de la sociedad capitalista, y planea liberar a estas personas haciéndolas conscientes de su existencia empobrecida. Por lo tanto, incita a las personas a cuestionar su aceptación “servil” del status quo, a renunciar a sus aspiraciones materialistas y a tomar conciencia de sus verdaderas necesidades en oposición a la “falsa conciencia” y los deseos artificiales creados por una cultura comercial manipuladora y con fines de lucro. (McClosky y Chong, 1985)

      Teniendo

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