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fácilmente entre las fronteras patrias. El panteón mitológico español está lleno de buenos ejemplos como Viriato y Sertorio, asesinados a manos de sus más cercanos colaboradores, o el episodio de la «pérdida de España» de 711, donde el último rey visigodo, según algunas versiones, es traicionado por los hijos de Witiza, que pretendían restaurar el poder perdido a raíz de la muerte de su padre en el campo de batalla.

      Una vez visto el retrato que dibujan las historias generales de los destierros del Cid, convendría ahora realizar algunas consideraciones acerca de la idea de traición y traidor en época medieval, así como de la noción de destierro, relacionándolo con algunos de los códigos legales más relevantes de la época. La diferencia esencial ya la hemos apuntado con anterioridad. A medida que el poder se va concentrando en una sola persona, el agravio pasará a ser contra el rey, tratándose de un hecho que envuelve, y esto es el punto elemental para entender esta noción de traición, la idea de un compromiso personal roto, lo que se suele denominar Treubruch o Infidelitas. Entre los peores crímenes que el traidor podía cometer contra su señor se encontraban la rebelión y, por supuesto, el asesinato. Lo cierto es que, aunque en Castilla en sentido jurídico no hay régimen feudal, sí hubo un régimen vasallático-beneficial en el que la fidelidad era esencial.

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