Скачать книгу

sí fácilmente. Uno sería el de la realidad, es decir, los hechos que sabemos que sucedieron o sobre los que, al menos, no existen demasiadas dudas; y, en segundo lugar, el de la leyenda, que tiene que ver con ese relato creado y adornado por el paso de los siglos, en los que el Poema de Mío Cid ocupa un lugar preeminente. En este sentido Modesto Lafuente ya apuntaba que «desde el siglo XII hasta el XIV, se mezclaron á las verdaderas hazañas de Rodrigo el Campeador multitud de aventuras fabulosas que inventaron y añadieron los romanceros, es cosa de que no duda ya ningun critico»[3].

      Es indudable que el Cid acabó perteneciendo a ese elenco de héroes en los que realidad y leyenda, como acabamos de decir, se funden para favorecer el nacimiento de auténticos arquetipos de conducta que sirvan de modelo para la sociedad; terreno al que pertenecen otros reconocidos nombres, como Sertorio, Viriato o Fernán González. Ejemplos que las sucesivas generaciones de españoles tendrán la obligación de estudiar en los colegios, algo que se percibe especialmente bien en el siglo XIX, dentro del proceso de construcción del Estado-nación, cuando los ciudadanos necesitan referentes históricos que moldeen sus aspiraciones vitales.

      Desde luego, cuesta imaginar al Cid en el noveno círculo de la comedia dantesca. La imagen que la historiografía, la literatura o incluso el cine han ido cincelando dista mucho de presentar un Cid negativo. Lo que se pretende en estas páginas es analizar el papel que desempeñó Rodrigo Díaz en la construcción de la identidad nacional española a través de algunas de las historias generales más importantes que se escribieron desde el siglo XIII, así como poder determinar hasta qué punto coincide lo que nos cuentan estos relatos con lo que podemos conocer de la realidad histórica; o, en último término, comprobar si se le puede aplicar al infanzón burgalés el apelativo de «traidor» en base a los dos destierros sufridos a manos de su señor, el rey Alfonso VI.

      LA JURA DE SANTA GADEA Y EL COMIENZO DE LA RIVALIDAD ENTRE ALFONSO VI Y EL CID

      Este breve repaso por algunas de las fuentes que aluden al Cid resulta útil porque nos sirve para establecer una clara diferencia entre el retrato que se hace de la relación entre el Campeador y Alfonso antes y después de que escriban sus obras el Tudense y el Toledano. Como hemos visto, las más cercanas a la vida de Rodrigo Díaz, como la Historia Roderici o el Carmen Campidoctoris, ignoran cualquier tipo de promesa del monarca. Lo que está en discusión aquí no es tanto su historicidad, de la que trataremos más adelante, sino su significación e influencia. No debemos olvidar que tanto L. de Tuy como Jiménez de Rada actúan como continuas citas de autoridad de las que se servirán los encargados de escribir la historia de España durante más de siete siglos.

Скачать книгу