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de esclavitudes.

      El realista análisis de Concepción Arenal manifiesta cierta irritación ante un hecho que considera socialmente injusto y denigratorio de la mujer como persona, punto este en el que la autora puso especial énfasis en todas sus obras. No deja de ser ilustrativo que se publique por primera vez en las páginas del Boletín, cada vez más atento a estas cuestiones e interesado, sin duda, en rendir homenaje a la ilustre pensadora, fallecida poco antes, el 4 de febrero de 1893.

      A finales del siglo XIX la preocupación por la condición femenina y el movimiento feminista extranjero encuentra acogida en el BILE; no en vano los progresos exteriores eran ya notables en el terreno educativo, menos en el laboral e incipientes en el político. Y así, sólo Nueva Zelanda reconoció el sufragio femenino antes del siglo XX, concretamente en 1893; en 1902 se establece en Austria, en 1906 en Finlandia y, progresivamente, en otros países nórdicos y europeos.

      Segunda etapa: 1901-1915. Tras el «Desastre», la solución exterior

      Tras el «Desastre», el regeneracionismo costiano (en algunos aspectos muy conectado con el reformismo institucionista) propaga la idea de que el problema de España es la endeblez moral y los conceptos aferrados al pasado.

      Los manifiestos, a veces apocalípticos, lanzados por Costa en el momento de la pérdida colonial y la ultrajante derrota española, sacudieron las conciencias y colocaron el tema pedagógico en el candelero. Dice Giner:

      Para fortalecer sus argumentos reformistas, a partir de 1901 la ILE incrementa su considerable labor de investigación sobre entidades educativas extranjeras y nuevas tendencias pedagógicas que se toman como modelo o estímulo. En lo concerniente a la mujer, domina esta tendencia de forma abrumadora.

      En esta segunda etapa los institucionistas abandonan la perspectiva humanitaria sobre la cuestión femenina, heredada de Fernando de Castro, y se centran en la observación de centros educativos extranjeros y corrientes pedagógicas nuevas; ponen mayor énfasis en la defensa de la coeducación como medio más económico y rápido de procurar la enseñanza secundaria y superior a las mujeres, preparando a ambos sexos para una sana convivencia cotidiana basada en el benéfico influjo de elementos diferentes pero complementarios.

      El tema de la mujer pierde representatividad en las páginas del BILE y, en consecuencia, se difumina un tanto en la mente de los institucionistas; ello se debe a que la realidad no exige tantas demandas; con el nuevo siglo progresa, gracias a cierto desarrollo económico, la educación general y también la de la mujer.

      Ya no eran necesarias tantas llamadas a la educación, pues los hombres de la Institución comenzaban a tener en sus manos los resortes para mover el progreso intelectual del país.

      Tercera etapa: 1915-1936: «Se fue el Maestro…»

      Francisco Giner de los Ríos falleció en su casa de la Institución el 18 de febrero de 1915, a los setenta y cinco años. José Castillejo describe con hondo sentimiento el golpe:

      Ayer enterramos a don Francisco en la más emocionante y solemne sencillez.

      Se le había colocado sobre su cama envuelto en un sudario blanco y rodeado

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