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      —Lo siento, Antonia, no ha sido posible verle el rostro.

      —No te preocupes, Iñaki, has hecho todo lo posible. De todas formas, hemos sacado algo en claro muy importante: salió solo, lo que confirma que no se llevó a Mireia de la habitación. En algún momento consiguió robar la tarjeta a Mireia.

      —¿Buscamos entre las imágenes de la fiesta? Tenemos que localizar la última vez que se vio a Mireia en el hotel.

      —A las 23:30 entraron en la habitación y no volvieron a salir, entonces, debieron entrar solo Tania y Gerard. Además es lógico, porque, si iban a practicar sexo, a no ser que se quisieran montar un trío, no pintaba nada Mireia en la habitación. Busca en las cámaras de la zona de la fiesta, a ver si los localizamos a partir de las 23:00. Pero esto va a ser buscar una aguja en un a pajar, vamos a pedir ayuda. Como dijo el teniente Torres, tenemos a nuestra disposición hasta el último guardia de tráfico de la isla.

      La sargento salió hacia el despacho del teniente Torres y le expuso el problema que tenían con la cantidad de imágenes a procesar. Inmediatamente el teniente Torres ordenó a otras unidades que ayudaran a buscar al sospechoso.

      Borrás e Iñaki distribuyeron una serie de archivos de vídeo para cada agente que iba a colaborar en la búsqueda. Después regresaron a la sala de operaciones y siguieron repasando el tablero de investigación. Mirándolo fijamente la sargento exclamó:

      —No hemos incluido a la camarera.

      Se acercó a la pizarra y con el rotulador rojo dibujó un cuadrado del tamaño de una foto, ya que no disponían de imagen de la camarera, y anotó: «CAMARERA». En un pequeño pósit añadió: «Tuvo contacto con las víctimas unas horas antes».

      —¿Crees que puede tener alguna relevancia que estuviera en la habitación? —preguntó Iñaki.

      —Ni más ni menos que otros, pero me gusta tenerlos a todos en el mosaico. ¿Qué dijo en su declaración?

      —Comentó lo mismo que en el parte de incidencia, que le avisaron por el walkietalkie para que fuera a la habitación 412. Se dirigió hacia allí y procedió a la limpieza de los cristales de una botella rota de litro y medio. Limpió y secó la habitación, cambió la bolsa de la papelera y se llevó la que contenía los cristales rotos.

      La puerta de la sala se abrió y de nuevo apareció el agente Daniel.

      —Sargento, creo que hemos encontrado algo.

      Antonia, Daniel e Iñaki se dirigieron al despacho de la unidad a la que pertenecía Daniel, donde les esperaban los demás agentes y el sargento de la unidad.

      —¿Qué habéis encontrado?

      Daniel giró la pantalla donde estaban visualizando los vídeos.

      —Hemos revisado un montón de vídeos y hemos localizado un par de cosas que podrían ser importantes. Aquí, la cámara de la terraza donde se celebraba la fiesta. Fijaos en el sillón que hay justo en la salida, se puede ver al sospechoso sentado mirando hacia la zona donde todos están bailando. Bien, justo aquí pasan por delante de él los dos chicos. Él sigue mirando a la pista como si no le interesase nada más que Mireia. En otra cámara que podemos ver después coincidente en el tiempo se puede ver a Mireia bailando, pero de repente se gira hacia los otros dos, algo han dicho que le ha llamado la atención. Solo es un momento y enseguida vuelve la mirada a la pista de baile.

      —¿Puedes poner ese momento otra vez? —solicitó la sargento.

      —Sí, claro, aquí lo tienes —respondió Daniel.

      —Pásalo de nuevo, hay algo que no consigo saber qué es. ¿Puedes pasar fotograma a fotograma el momento en que se gira hacia Tania y Gerard?

      Tal como le había solicitado la sargento Borrás, Daniel fue pasando fotograma a fotograma el instante en que el sospechoso se giró hacia Tania y Gerard y acto seguido volvió a girarse hacia Mireia.

      La sargento pudo ver lo que no conseguía ver a velocidad normal.

      —Ahí, para, ¿veis un destello que ciega la cámara? —preguntó la sargento.

      —Sí, en este fotograma la cámara se queda ciega. Veamos el motivo, moveremos fotograma a fotograma hacia atrás. Un fotograma, la cámara ya no está ciega, pero hay una luz junto a la oreja del sospechoso. Adelantamos el fotograma y la cámara se ciega, retrocedemos y volvemos a ver ese punto verde en su cara —afirmó Daniel.

      —Es el láser de la fiesta —dijo la sargento Borrás.

      —¿Cómo? —preguntó Iñaki.

      —Sí. Retrocede fotograma a fotograma. ¿Veis? En el fotograma anterior al destello se ve un pequeño punto verde junto a la oreja de nuestro sospechoso, dos fotogramas atrás no está y un fotograma después del destello tampoco está. Es el láser de la fiesta que se ha reflejado en la oreja. Debe llevar algo metálico, porque ha rebotado la luz y ha cegado la cámara. Nuestro sospechoso lleva un pendiente. Daniel, ¿puedes poner las imágenes donde se ve a Mireia bailando? Y acelera hasta que la perdamos de vista —solicitó Antonia.

      Daniel puso las imágenes donde se veía a Mireia bailando en la fiesta. Pasados alrededor de cinco minutos Mireia abandonaba la pista de baile.

      —Ahí, ahí se marcha de la fiesta, no vuelve a la habitación y no sale por el hall del hotel. Se va por la puerta que da a la playa, se marcha del hotel. Vale, sincroniza la hora exacta en que Mireia se va con la cámara por la que seguíamos al sospechoso —indicó la sargento.

      —¡En pantalla! —comentó Daniel—. Mirad al muy cabrón, justo cuando Mireia se va hacia la salida de la playa él se levanta, se dirige hacia la pista de baile y la cruza. Aquí ya le perdemos, pero nos queda la cámara de la salida del hotel. Voy a poner los dos vídeos en paralelo y sincronizados desde que Mireia sale por la puerta de la playa.

      Tal como había dicho el agente Daniel, puso las dos imágenes en paralelo en la pantalla. En una de ellas se podía ver a Mireia alejándose del hotel caminando sobre la arena de la playa mientras en la otra se podía observar al sospecho cruzando la pista de baile y posteriormente dirigirse él también a la salida de la playa.

      —Lo que imaginaba, el muy cabrón sale detrás de ella. Aquí ya por la falta de luz no la vemos, pero a él aún sí se le ve siguiendo sus pasos. Iñaki, pide al hotel de al lado la grabación de este momento de la cámara de su terraza, a ver si hay suerte y capta parte de la playa y podemos seguir el camino de Mireia —comentó la sargento Borrás.

      —Antonia, mi equipo ha localizado una foto en las redes sociales de Mireia y Tania vestidas para la fiesta a unos minutos de bajar a la terraza —comentó el sargento Jiménez, jefe de la sección a la que pertenecía Daniel.

      —Muchas gracias, Toni, tu equipo ha sido de gran ayuda. Por favor, Iñaki, asegúrate de que se distribuya la foto ahora mismo por todos los canales. Como dijo el teniente Torres, hasta el último guardia de tráfico debe tener esta foto. Chicos, muchas gracias a todos, ha sido un magnífico trabajo.

      La sargento Borrás e Iñaki volvieron a su despacho.

      —Tenemos que poner todo esto en orden, Iñaki, pero antes deberíamos merendar algo, ¿no crees?

      —En serio, nunca conseguiré entender que los mallorquines digáis merendar a las diez y media de la mañana.

      —Hostia, Iñaki, es que tú eres vasco, joder, y los de la península no sabéis lo que es merendar por la mañana un buen panecillo con aceite, tomate y un poco de jamón serrano. Eso es lo mejor que hay, y no tanto café, te lo digo yo.

      —¿Tú dices que paremos a merendar? ¿En serio vas a hacer una minipausa para merendar con todo lo que tenemos por poner en orden? Antonia, ¿estás bien?

      —Sí, estoy bien. Vamos contra reloj, tenemos toda la presión de los jefes encima y la prensa, pero, ¿sabes?, me lo estoy tomando como algo personal y necesito una pausa. Salgamos a merendar algo y en quince

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