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Novela colombiana contemporánea. Teobaldo A Noriega
Читать онлайн.Название Novela colombiana contemporánea
Год выпуска 0
isbn 9789587464955
Автор произведения Teobaldo A Noriega
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
“Tisífona”: en el cuarto de baño, conocido familiarmente como La Selva, Hilda de Narváez le muestra a Constanza el grafito que alguien ha escrito sobre el espejo: “Muchachas, ofrezcamos nuestro sexo a los hombres, y que sea lo que el Señor quiera” (222). La reacción por supuesto, es inmediata. A deliberar sobre el posible autor llegan otras damas y La Selva se convierte en improvisado confesionario donde compartirán algunos secretos, expiarán algunas culpas, e incluso se referirán a su fracaso en la Alianza Nacional, ANAL, movimiento político en el que algunas de ellas intentaron hacer carrera. De regreso en la sala, Stella Valdivieso — La Pinta— piensa en su propia historia de fracasados matrimonios y en el mediano consuelo encontrado con la fundación de la revista Compacta. En conversación aparte, Alfonso Cadavid habla con el Mancebo Villa sobre el actual marido de La Pinta, considerándolo poco menos que un pervertido sexual. Los invitados dan ya muestras de agotamiento, pero la fiesta sigue; también siguen las diferentes historias suspendidas y retomadas tantas veces a lo largo de la noche. No queda claro si es la borrachera, o un empujoncito de su marido, lo que da con el trasero de la Ninfa Eco en el suelo cuando el grupo inicia la partida.
“Alecto”: mientras recoge colillas y vasos sucios abandonados por todas partes, Constanza parece hacer el inventario de la fiesta: “mi casa ahora no es más que la imagen lamentable de un teatro desmantelado donde se ha efectuado esa larga batalla que, entre otras cosas, todos, partícipes y testigos, tuvimos el honor de perder de comienzo a fin, válgame Dios.” (347); con ella quedan su marido y la enana. Supardjo y la Niña inician una discusión que lleva a ésta a recordar detalles de una vida íntima no muy feliz con su marido. Constanza revive finalmente su triste experiencia de aquella noche con Alejandro Sotelo, en un apartamento clandestino, la ardiente entrega y posterior accidente del que se siente culpable. La policía los detendría para ponerlos después en libertad; Sotelo habría de morir combatiendo en la guerrilla. Para su propia satisfacción, Alcira Olarte descubre que la Niña también es humana, que tiene su punto débil, que no es invencible. Parangonando la actitud de un contrincante frente al tablero de damas, la enana será la encargada de llevar a cabo el movimiento final. Termina así la tercera parte de la novela, precedida de un epígrafe sacado de Las alas de la paloma, de Henry James con un total de 289 páginas.
Lo anterior, obligado resumen de un amplio y complejo proceso narrativo apenas insinuado aquí, da una idea de los muchos hilos que el lector está llamado a urdir en su condición de participante invitado. Esta actitud —evidente a partir del tríptico inicial— se manifestará aún más al penetrar en el corpus novelístico y descubrir que el “Verbi Gratia” no solamente es introducción sino obligatorio punto de referencia para todo el relato. Como meticuloso detective entregado a la tarea de aclarar sospechas e identificar datos, tendrá que volver, una y otra vez, a esas primeras páginas para controlar la información recibida. Así, por ejemplo, al leer en la página 182 la referencia autobiográfica de la Niña sobre “esa infancia suya de muñeca única, disputada, desgarrada, manchada de mugre y orines, y casi sin tripas”, volverá a la página 16 donde se dan los detalles del día en que su gato, Barrabás, acabó con Pupi; cuando en la página 370 la Niña le dice a Alcira “¿Sabías que nací de pie?”, el lector justificará la pregunta regresando a la referencia hecha por el mismo personaje en la página 13: “Sietemesina: lo primero que vino al mundo no fue mi cabeza, sino el pie izquierdo”; cuando en la página 391, nuevamente hablando con Alcira, la Niña le confiesa lo mucho que en su primera juventud significó para ella la vida de Mata Hari, saltará de inmediato a la página 30 para conocer allí los datos de ese encuentro inicial a través de los libros entre la hegeliana y la bailarina javanesa; para entender por qué en la página 400 la enana, hablando sobre Monsalve con la Niña, le pregunta: “¿Qué opinas tú de las hazañas de tu añorado machucante?”, el lector deberá recordar que en febrero de 1968 la hegeliana había conocido a Monsalve (46), y que el dato completo sobre el apartamento cedido por unos amigos (48) lo aclarará muy bien Alcira en la página 254 al referirse al día en que Monsalve y la Niña hicieran el amor por primera vez. Son estas correspondencias a cargo del lector las que le permiten establecer una auténtica identificación entre la hegeliana, la Niña, y Constanza Gallego, personaje-eje del relato, para concluir finalmente que la fiesta en la cual se le ve a ella “El sábado anterior al miércoles de ceniza” (56) es precisamente la Fiesta Loba organizada en su casa, y que la insinuación de uno de los allí presentes al decir: “—Qué le vamos a hacer, querida. A lo mejor también a ella se la tragó La Selva...” (58) no es solamente una referencia poética a la obra de José Eustasio Rivera,15 sino al hecho concreto de que Constanza se encuentre con otras damas en el baño hablando del grafito que alguien ha escrito sobre el espejo, y de muchas cosas más.
A esta actitud del lector se añade el dinamismo que a su vez impone el texto sobre la página, caracterizado por una disposición de aligerado movimiento en el que se desplazan constantemente las diferentes voces o perspectivas. Contrario a lo sugerido por el propio autor al referirse a su propósito,16 no se trata aquí de un narrador “neutro” sino de distintos narradores que van creando un juego de relaciones internas en el cual está llamado a participar el lector:
1948 Julio 21. Bajo el Signo de Cáncer. A las tres de la madrugada nace la hegeliana en Palmira señorial. Su nacimiento es prematuro. Sietemesina: lo primero que vino al mundo no fue mi cabeza, sino el pie izquierdo. Parto difícil. Mamá no podrá tener más hijos. La hegeliana será, pues la última de su nombre, de su condición y de su estirpe. (13)
En este caso (“Verbi Gratia” inicial, primer bloque de la columna de la izquierda) hemos indicado en cursiva la voz en primera persona de la hegeliana, cuya perspectiva corta bruscamente el discurso del narrador inicial, enmarcándose en éste. Si pensamos en la situación central del relato (una fiesta con muchas personas), y nos imaginamos a los participantes formando pequeños grupos (siempre hay alguien hablando, recordando, contando una historia), en la medida en que, en determinado momento, esos personajes asumen la responsabilidad de su propio discurso se convierten, a su vez, en voces responsables de la narración. El dinamismo del texto resulta así de un montaje verbal que fusiona mecánicamente las diferentes voces y perspectivas, con el añadido de pequeñas cajas chinas narrativas, en un estructurado ejercicio de amplificación que, al superar los posibles límites iniciales, entrega al lector una imagen mucho más completa del mundo narrado. Si en la sección “Megara” (tercera parte), por ejemplo, distinguimos segmentos mayores o secuencias (S), y en ellos diferentes puntos (a, b, c, etc.) bases del proceso de amplificación, sin necesidad de ser exhaustivos podremos ilustrar claramente el desplazamiento mecánico de ese montaje a lo largo del texto:
S1 (115-127):
Alcira Olarte cuenta la historia de María Leticia Velasco y La Noche de los Cabellos Largos.
S2 (127-133):
a. Alfredo Narváez habla con el Mancebo sobre L. Armstrong.
b. La Niña habla con Aída sobre la aventura de ésta con el Gran Simpático, conversación que interrumpe la enana.
c. Alcira sigue contando la historia de la pastusita.
d. Supardjo se refiere con ironía al signo zodiacal de Constanza.
S3 (133-150):
a. Jorge Arango, Alfredo Narváez, y Rodrigo Camargo hablan del trágico fin de Sotelo y Castrillón, al tiempo que evalúan el propio fracaso ante la “causa”. Entre pp. 137-139 aparece