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El historiador Gilberto Loaiza ha tratado de plantear algunos elementos para tener en cuenta al abordar un personaje histórico por medio del esquema biográfico:

      […] la biografía contemporánea trata de reconstruir la vida de individuos en situación. Si la biografía no sitúa al individuo, si no construye en su relato un diálogo intenso entre contexto normativo y el microproceso existencial del individuo, el resultado será muy cuestionable.65

      Por otra parte, la biografía

      […] debe estar precedida de un proceso que abarca la definición de criterios de selección del personaje biografiable; la precisión de cuál debe ser el acervo documental que no suele restringirse (y no puede restringirse) a la documentación que proporcionen herederos o albaceas; el aparato teórico interpretativo acompañado de un conjunto de hipótesis; las decisiones sobre la mezcla de narración y explicación en la organización del relato; la conciencia de la continua tensión entre contexto normativo y libertad individual limitada.66

      Aunque todos los aspectos destacados por Loaiza son relevantes, vale la pena resaltar lo que menciona sobre el hecho de no restringirse a las fuentes otorgadas por herederos. En primer lugar, la investigación sobre Jorge Bejarano se realizó sin intervención de sus herederos, debido a diversas dificultades que se presentaron para rastrearlos. Hacia comienzos de 2010 se logró encontrar a uno de sus nietos, el señor Juan Manuel Saiz, hijo de Blanca Bejarano Martínez, quien tras una breve entrevista permitió corroborar algunos de los datos obtenidos mediante las fuentes escritas.

      Por otra parte, encontrar fuentes críticas sobre un personaje como Jorge Bejarano, identificado como una de las figuras más importantes en el campo de la medicina y la higiene durante la primera mitad del siglo XX, fue bastante difícil, sobre todo desde los ámbitos académicos mencionados. Y desde el ámbito político, la cuestión de la crítica al intelectual se tornó un poco más difícil de rastrear, si se tiene en cuenta que él no es percibido como una figura política. Esto obligó a extender la búsqueda de información a la prensa conservadora de varios lugares del país y a los debates políticos registrados en fuentes como los Anales del Concejo y los Anales del Congreso. El trabajo que se presenta a continuación, aunque se enfoca en un aspecto particular del personaje, trata de mantener la línea crítica y contextual que permite dar una dimensión histórica explicativa de Jorge Bejarano.

       Notas

      1“Comentarios Médicos”, El Tiempo, septiembre 4 de 1957, 4.

      2DANE, Boletín Técnico Pobreza Monetaria en Colombia 2018 (Bogotá, 3 de mayo de 2019). https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/condiciones_vida/ pobreza/2018/bt_pobreza_monetaria_18.pdf. Consulta realizada el 10 de julio de 2020.

      3https://www.rtve.es/noticias/20200427/virus-desigual-ricos-pobres-coronavirus-afectaforma-desigual-ricos-pobres/2012876.shtml. Consulta realizada el 10 de julio de 2020.

      4https://uniandes.edu.co/es/noticias/desarrollo-regional/covid19-sus-efectos-de-pobrezay-desigualdad-en-colombia. Consulta realizada el 10 de julio de 2020. El dato que revela la Universidad de los Andes en el estudio publicado en mayo de este año indica que se puede retroceder a los niveles de pobreza monetaria de 2002, que afectaban al 49,7 % de la población.

      5En el anexo A se puede apreciar una síntesis gráfica de la producción escrita de Jorge Bejarano por periodo estudiado.

      6Para una mejor apreciación de los elementos mencionados se pueden consultar los siguientes trabajos: Carlos Noguera E., “La medicina y la cuestión social la politización de la medicina o la medicalización de la política en Colombia (1900-1940)” (tesis de grado de la Maestría de Historia, Bogotá, UNAL, 1998). Mario Hernández Álvarez, La Salud Fragmentada en Colombia 1910-1946 (Bogotá: UNAL, 2002). Del mismo autor: La Organización Panamericana de la Salud y el Estado colombiano: Cien años de historia 1902-2002 (Bogotá: OPS Oficina Regional, 2002). Historia Social de la Ciencia en Colombia (Bogotá: COLCIENCIAS, 1993. Vols. VII y VIII Medicina.). Oscar Iván Calvo Isaza y Marta Saade Granados, La ciudad en cuarentena: Chicha, patología social y profilaxis (Bogotá: Ministerio de Cultura, 2002). Christopher Abel, Ensayos de historia de la salud en Colombia 1920-1990 (Santa Fe de Bogotá: CEREC, 1996). También se han intentado acercamientos desde la historia social y la historia económica: Mauricio Archila Neira, Cultura e identidad obrera. Colombia 1910-1945 (Santa Fe de Bogotá: CINEP, 1991).

      7Se diferencia el cuerpo médico universitario de aquel que practicaba la medicina, pero no era profesional, los llamados “teguas”, contra los cuales luchaban los titulados en la universidad.

      8Medófilo Medina, “La historiografía política del Siglo XX en Colombia”. En La historia al final del milenio. Ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana (Bogotá: Editorial Universidad Nacional de Colombia, vol. II, 1994).

      9Véase el trabajo de Fernán González, Para leer la política. Ensayos de historia política colombiana (Bogotá: CINEP, 1997), sobre la relación entre cultura y política; César Augusto Ayala, El populismo atrapado, la memoria y el miedo: el caso de las elecciones de 1970 (Medellín: La Carreta, Universidad Nacional de Colombia, 2006), sobre las elecciones presidenciales de 1970 y el trabajo Resistencia y oposición al Establecimiento del Frente Nacional. Los orígenes de la Alianza Nacional Popular (Anapo), Colombia 1953-1964 (Bogotá: Colciencias, Cindec, 1996); Medófilo Medina, Historia del Partido Comunista (Bogotá: CEIS, 1980), o Fabio López de la Roche, Izquierdas y cultura política. ¿Oposición alternativa? (Bogotá: CINEP, 1994), sobre la historia de la izquierda en los años 60 en adelante.

      10Gilberto Loaiza, “Los intelectuales y la historia política en Colombia”. En: La historia política hoy; sus métodos y las ciencias sociales, editado por César Augusto Ayala Diago (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2004). Otros acercamientos a la relación de los intelectuales colombianos con la política se presentan en trabajos como: Gonzalo Sánchez Gómez, Los intelectuales y la política (Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales IEPRI, UNAL, 2003). Andrés Botero Bernal, El papel del intelectual: Pasado, presente y futuro inmediato (Medellín: Editorial ISB, 2002). Miguel Ángel Urrego, Intelectuales, estado y nación en Colombia. De la Guerra de los Mil Días a la Constitución de 1991 (Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2002).

      11Uno de los trabajos que ha tratado de adentrarse en el estudio de los intelectuales de rango medio dentro de la política es el de Gilberto Loaiza Cano, Manuel Ancízar y su época. Biografía de un político hispanoamericano del siglo XIX (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2004).

      12Al respecto, los últimos trabajos del historiador César Augusto Ayala abordan la relación entre los aspectos discursivos de la clase política y sus prácticas. Véase: Exclusión, discriminación y abuso de poder en el tiempo del Frente Nacional: una aproximación desde el análisis crítico del discurso (ACD) (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2008). Desde el género biográfico tenemos como referente la obra El porvenir del pasado. Gilberto Alzate Avendaño, sensibilidad leoparda y democracia (Bogotá: Fundación Gilberto Alzate Avendaño, 2007), la cual aborda al intelectual conservador desde una perspectiva que integra la historia, la sociología y la antropología de la política colombiana. (tesis para optar al título de historiador, Universidad Nacional de Colombia, 2005).

      13Rodrigo Ospina Ortiz, “Jorge Bejarano. El intelectual, la política y la medicina, 1888-1996”

      14Ospina Ortiz, Jorge Bejarano. Un intelectual orgánico….

      15Humberto

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