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autobiografía titulada The Desegregated Heart (1962). A estas escritoras hay que añadir los nombres de las activistas negras Septima Clark, Rosa Parks, Fannie Lou Hamer, Ella J. Baker y la activista blanca Virginia Durr, amiga de Rosa Parks (Turner 214). A medida que crecía la fuerza de estas voces progresistas, disminuía la de los grupos defensores de la Causa perdida como las United Daughters of the Confederacy.

      No deja de ser significativo el hecho de que el vocablo “sexismo” se acuñó deliberadamente a finales de la década de 1960, justamente para imitar el vocablo “racismo”. Según argumenta Sara Evans en Personal Politics (1979), la resurrección del movimiento feminista en la década de 1960 tuvo sus orígenes en el sur. De nuevo las mujeres del sur —ahora en el movimiento por los derechos civiles— detectaron la conexión entre la opresión racial y la sexual, y ello proporcionó el impulso crucial para el feminismo contemporáneo, que rechazó el patriarcado y generó nuevas maneras de pensar acerca del género y la experiencia femenina. En su autobiografía Womenfolks: Growing Up Down South (1983), Shirley Abbot se ofrece como ejemplo contemporáneo de por qué las mujeres sureñas se van de casa.

      La época de la lucha por los derechos civiles presenta muchos paralelismos con la del movimiento abolicionista. En ambos períodos la lucha por la libertad de los negros condujo a la lucha organizada por los derechos de la mujer, que también estaba sometida a unos códigos de género que la esclavizaban. Ya a principios del siglo XIX las mujeres del movimiento abolicionista encontraron paralelismos entre su estatus legal inferior y el de los esclavos. En una convención antiesclavista que tuvo lugar en Londres en 1840, las feministas estadounidenses Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott no fueron autorizadas a sentarse con los hombres, rechazo que las impulsó a organizar la convención sobre la discriminación de la mujer que se celebró ocho años después en Seneca Falls, en el estado de Nueva York. En la segunda mitad del siglo XX, las mujeres blancas del movimiento por los derechos civiles se consideraron marginadas y fundaron el movimiento conocido como women’s lib. Y las mujeres negras, oprimidas doblemente por su raza y su sexo, tuvieron una importancia crucial en el movimiento por los derechos civiles. Con su famosa negativa a ceder su asiento del autobús a un blanco, Rosa Parks se convirtió en un símbolo poderoso. Su gesto dio lugar al famoso boicot a los autobuses de Montgomery, Alabama, acontecimiento que confirió prominencia y fama nacional a Martin Luther King, Jr. Las mujeres negras que participaron activamente en las marchas, los boicots, las sentadas, los piquetes, etc. abrazaron con fervor unas tácticas no violentas en consonancia con sus profundas convicciones cristianas.

      Los líderes estudiantiles formaron el Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC), más radical y con menos lazos con la jerarquía eclesiástica que los seguidores de Luther King. Las mujeres de esta organización se hicieron cada vez más conscientes de la discriminación sexual, ya que las tareas se distribuían según los roles tradicionales. Las activistas Casey Hayden y Mary King escribieron el famoso artículo “Sex and Caste: A Kind of Memo” (Liberation 10, April 1966), sobre las mujeres en el SNCC, en el que quiparaban el tratamiento de la mujer con el de los afroamericanos. La polémica que siguió a este documento tan importante para el feminismo de finales del siglo XX llevó, entre otras peripecias, al chiste infame del líder Stokely Carmichael de que la posición de la mujer en la organización era la postrada. La Nación del Islam, grupo radical al que perteneció Malcolm X, se distinguió también por sus posiciones conservadoras con respecto al papel de la mujer en el movimiento.

      A pesar de la participación activa de muchas mujeres blancas en el movimiento por los derechos civiles, no se logró un movimiento feminista interracial, fundamentalmente porque el feminismo blanco luchaba sobre todo por el acceso de la mujer al mundo laboral y no canalizaba las necesidades de la mujer negra y pobre. Aunque las feministas blancas erigieron a varias mujeres negras del sur (Fannie Lou Hamer, Gloria Richardson, Rosa Parks, Daisy Bates) como modelos para su lucha, la verdad es que el feminismo fue un movimiento eminentemente blanco. Al convertir el racismo en un problema incardinado en el problema del patriarcado, el feminismo era consistente con las jerarquías raciales imperantes en el país, y las experiencias de la mujer blanca constituían la base de su pensamiento. Así, según decían algunas feministas negras, “All the women are white” (Gilkes 283).

      Consciente de las limitaciones del feminismo blanco para abordar los problemas de la mujer negra, cuya historia y experiencia desconocían las feministas blancas, Alice Walker acuñó el término womanism en 1981. Quizás la escritora que más se ha esforzado por conectar la cultura negra del sur con cuestiones tanto nacionales como globales, Alice Walker ha dedicado su vida y su obra a combatir la invisibilidad de la mujer negra, a dignificar y dar reflejo literario a la mujer negra corriente. En su labor como crítica y editora literaria, ha destacado por la recuperación de obras de otros escritores negros preocupados también por la mujer negra, como Zora Neale Hurston o Jean Toomer.

      Alice Walker empleó por primera vez el término womanist en una reseña de 1981 sobre Gifts of Power, el estudio de Jean Humez acerca de la escritora negra Rebecca Jackson. Walker rechazó la consideración de Rebecca Jackson como “lesbiana” simplemente porque viajaba en compañía de otra mujer, y propuso el término womanism como más consistente con la tradición cultural negra y con unos valores de afirmación de la conexión con todo el mundo, independientemente de la orientación sexual de cada uno. Según Walker, “to be consistent with black cultural values … it would have to be a word that affirmed connectedness to the entire community and the world, rather than separation, regardless of who worked and sleeped with whom” (“Gifts” 81).

      En el prólogo de la colección In Search of Our Mothers’ Gardens (1984), Alice Walker amplió y elaboró la definición del womanismo, al que considera como expresión de la historia y la experiencia de las mujeres negras, y como una potente fuerza cultural y una dimensión característica de la experiencia humana. La definición de womanist como “a black feminist or feminist of color” incluye el impulso liberador del feminismo en la definición. Pero Walker incardina el término en la cultura negra, en cuya tradición womanish se refiere a las chicas que adoptan comportamientos, a veces sexualmente arriesgados, de mujeres mayores. Además, Walker asocia el término con las responsabilidades de adulta que a menudo asumían las chicas negras para ayudar a sus familias y comunidades. Womanish, en contraste con girlish, apunta a las circunstancias de la mujer negra, que tuvo un desarrollo personal más tortuoso y a menudo más acelerado que la mujer blanca. Así, womanish es equivalente a “Responsible. In charge. Serious”. Womanist es también la mujer que ama a otras mujeres, sexualmente o no, y que prefiere la cultura, la flexibilidad emocional y la fortaleza femeninas, en consonancia con el rechazo del patriarcado. Al mismo tiempo, el womanismo se aleja del individualismo y se compromete con el ideal de “survival and wholeness of entire people, male and female”. El womanismo es, además, “Traditionally universalist” y trasciende todas las barreras, especialmente las de raza y clase social. Es más, el womanismo celebra aspectos de la cultura femenina negra denostados por la cultura blanca imperante. La “womanista” ama el Espíritu, que trasciende el concepto tradicional de un Dios personal, masculino y blanco. La “womanista” “loves love and food and roundness”, en contraste con la ética calvinista y capitalista de los blancos y sus rígidos códigos de género que a menudo provocan trastornos alimenticios. La “womanista” “Loves struggle”, en consonancia con el activismo político que caracteriza a la mujer negra, y “Loves herself. Regardless”, en contraste con el auto-odio producido por una larga tradición de opresión racista (“Womanist” xi-xii). Con el womanismo Alice Walker pretende, como el propio vocablo —calcado del término “feminismo”— indica, no solo dar más profundidad al feminismo sino también dotarlo de toda la trascendencia proporcionada por la larga tradición de creatividad, sufrimiento y activismo de la mujer negra.

       La mujer escritora y el reflejo literario de sus problemas

      Muchas mujeres sureñas, educadas precisamente para suprimir y silenciar su yo, y para vivir en una feliz ignorancia, encontraron en la ficción el vehículo adecuado para expresarse y encontrar su identidad como mujeres. Muchas veces bajo la excusa de que la ficción es inventada, la mujer escritora pudo expresar públicamente unas verdades

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