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Jesús Martínez Guerricabeitia: coleccionista y mecenas. AAVV
Читать онлайн.Название Jesús Martínez Guerricabeitia: coleccionista y mecenas
Год выпуска 0
isbn 9788437093529
Автор произведения AAVV
Жанр Языкознание
Серия Paranimf
Издательство Bookwire
Su hermano José sí había podido concluir el bachillerato (sabemos que el Instituto de Requena no cerró sus puertas hasta finales de marzo de 1939). Además de su actividad en las Juventudes Libertarias, en 1937 comienza a trabajar en la sede local de la Federación Regional de Campesinos de Valencia. Ese quehacer administrativo (la organización se ocupó fundamentalmente de las colectivizaciones agrarias) le cansa pronto, y con sus 16 años recién cumplidos se enrola como voluntario en una columna confederal integrada en la 25 División, que al mando del cenetista Miguel García Vivancos luchaba en el frente de Aragón.42 Se conservan dos tarjetas postales con vistas de Requena que Jesús Martínez le envía allí, en las que con sus quince años le remite un rotundo «Souvenir d’un camarade antifascista à un soldat de l’armée rouge».43 Debió de escribirlas durante el verano o el otoño de 1937, porque sabemos que en febrero de 1938, tras la toma de Teruel, José, en lugar de volver a Requena, se queda en Valencia (viviendo con su tía Julia Guerricabeitia Otero en el poblado de Benicalap) e ingresa en las Milicias contra el Analfabetismo, la versión anarcosindicalista de las gubernamentales y procomunistas Milicias de la Cultura en las que acabarían integrándose. Y allí permanece hasta el final de la guerra.
En los últimos meses de 1938, las sucesivas derrotas del ejército de la República obligan a la movilización de los hombres disponibles en la retaguardia. José Martínez García es entonces obligado a dejar sus responsabilidades en Requena y marchar al frente, incorporándose a la 117 Brigada mixta del frente de Levante, donde le sorprendería la derrota de su ejército. Y así fue como Amor Martínez se queda solo con su madre. De golpe, con 16 años recién cumplidos, se convierte en el hombre de la casa. De aquella perentoria y súbita conciencia daría cuenta a su hermano mucho tiempo después:
Soy resultado de una serie de cosas que yo no dudo hubiera podido vencer y estar tal vez más satisfecho; esto en lo que se refiere a la proyección de la guerra y de nuestras circunstancias familiares sobre mí mismo. Pues veo claro de qué manera más anormal me he ido formando solo. Desde los 16 años he ido bandeando en casa solo, sin ti y sin el padre, y aunque con espíritu de sacrificio me hubiera sido llegar más lejos de lo que pude llegar, dentro del decoro medio que más o menos logramos mantener.44
En marzo de 1939, ante una derrota inminente, las tropas republicanas se rinden o simplemente abandonan las líneas. A finales de mes, tanto el padre como el hermano regresan a su casa de Requena, poco antes de la entrada en la ciudad de las unidades del Cuerpo del Ejército de Castilla, al mando del general José Enrique Varela, el día 30 de marzo. Comenzaba para la familia una larga y dura posguerra. El 19 de mayo, tras un consejo de guerra sumarísimo, eran fusilados en la ciudad catorce ciudadanos, algunos de ellos compañeros del propio José Martínez García. La represión, al mando del alcalde y jefe de Falange, fue durísima. Padre e hijo –angustiados y bajo la presión de la derrota– se habían escondido entre las cuatro paredes de su casa en la calle Mariano Cuber (dedicada ahora a Calvo Sotelo). Pero convencidos por la familia y los amigos, que los instan a que huyan, conscientes del peligro que corren, una noche de principios de abril emprenden la marcha hacia Valencia, siguiendo los 72 kilómetros de la vía férrea. El padre se refugia en el domicilio de un sobrino, situado en la calle Salvador Pau, del actual barrio de Albors. El hijo, que llega con los pies destrozados, se queda a vivir de nuevo con la tía Julia, en Benicalap. Hasta que en mayo, confiado en no haber cometido ningún acto delictivo, vuelve a casa.45
Estaba completamente equivocado. Al poco de llegar, José Martínez Guerricabeitia es detenido por un teniente y varios soldados, y conducido a una cárcel habilitada en el Molino de Alagüey, donde permanecerá cinco meses. Al mes escaso de haber sido puesto en libertad, es citado por el Tribunal Tutelar de Menores (a la sazón contaba con 17 años) e internado en la Colonia de San Vicente Ferrer, de Godella, en diciembre de 1939 o quizá en enero de 1940. En esta Colonia –una suerte de escuela-reformatorio donde se ganó las simpatías de su director, el abogado liberal Juan Bautista Monfort Berenguer– permanecería dos años y medio, y saldría para cumplir un largo servicio militar (desde mayo de 1942 a octubre de 1945).46 Por su parte, José Martínez García, durante su estancia en Valencia, mantiene contactos con compañeros cenetistas, como el exalcalde de Requena Jesús Armero Rodríguez, una imprudencia que –con el aparato represivo del régimen ya perfectamente engrasado– pagaría cara. Tras la captura de Jesús Armero y su hermano Julián, y la delación obtenida con su más que probable tortura, el padre de Jesús es detenido el 10 de noviembre de 1939. Durante el mes de junio de 1940 sale momentáneamente de prisión. Es posible que esta provisional libertad se debiera a la enfermedad de la que convalece en ese momento su hijo Amor, afectado por una osteomielitis del fémur derecho de la que fue operado en la Clínica Quirúrgica de la Facultad de Medicina de Valencia. Pero el mismo 14 de junio, y con seguridad el 18 de septiembre de 1940, como notifica el sumario de su causa,47 el juez la revoca, ingresando de nuevo en la cárcel, tras ser detenido en Manises, probablemente trabajando para su patrón García Carpintero. Por sentencia del 8 de abril de 1943, José Martínez García será condenado a 30 años de reclusión mayor, posteriormente conmutada a 20 años y un día, que cumplirá en la cárcel de Sevilla. Como consecuencia del decreto de indulto otorgado por el Caudillo en octubre de 1945, sale finalmente en libertad el 10 de enero de 1946. Había pasado seis años y dos meses en la cárcel.
Para entonces, Jesús ya ha conocido también la experiencia represiva que su padre y su hermano mayor habían sufrido. Cuando en noviembre de 1939 caen los hermanos Armero –provocando la detención de su padre– la policía requisa una carta enviada por Amor desde Requena a Jesús Armero en mayo o junio de 1939 en la que, tras alertarles sobre el riesgo de dejarse ver, se explaya con vehemente ingenuidad y a la par lucidez –habida cuenta de que solo tiene 16 años– sobre la situación política del momento y, a pesar de todo, la necesidad de organizar la resistencia:
En primer lugar, y antes de que se me olvide, aunque no es asunto para olvidar, tengo que manifestaros, así como mandato, que la misión que tenéis que realizar ahí es aguantar, pero sin salir lo más mínimo. [...] Que no se dé el caso bochornoso de que una persona asustada nos diga: ¿Sabes que los hemos visto por allí?... ¡Qué poco conocimiento!... Y esto ha pasado ya varias veces. Ya que nos ha proporcionado tantos sinsabores el tener aquí a José, que se procure evitar los mayores que nos causaría si un día tropieza con un desaprensivo. ¡Y el desenlace ya se sabe!... Atended nuestros consejos. Por aquí la situación está muy tranquila ya bastantes días. Ayer fue el último Consejo, digo Juicio, y solo hubo un condenado a muerte. A la Tía «Bola», le pusieron treinta años. Del Movimiento Nacionalsindicalista, tanto puedes saber tú como yo. En mis ratos de ocio elaboro teorías de refutación, que tengo ganas de exponerlas libremente. ¡Tienen tantas series de contradicciones y causan tanto infundio sus doctrinas!... La próxima habremos de ser más listos