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sobre el tema, sino también para recorrer las calles de la hermosa ciudad marítima, a la vez moderna y medieval que es hoy Barcelona, la capital de Catalunya. Asimismo, agradezco al personal de la biblioteca del Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca por su apoyo, su orientación en tanto en la revisión bibliográfica como documental de su acervo entre junio y octubre de 2016.

      Extiendo mi reconocimiento a las personas que hicieron posible mi estancia académica en la UAB. A mi amigo y colega Jordi Planas, su apoyo incondicional e interés por incorporarme al GRET y su orientación para hacer más fácil mi instalación en Barcelona a comienzos de 2016. A Luis F. Aguilar Villanueva, le agradezco su siempre cálido estímulo y apoyo intelectual, personal y académico en los últimos años, actitudes que me ayudaron a tomar la decisión de emprender el sabático en la UAB. A Manuel Alcántara y a José María Hernández, de la Universidad de Salamanca, y a Pilar García Jordán, de la Universidad de Barcelona, les extiendo también mi agradecimiento por sus amables invitaciones para presentar mis avances de investigación en sendos seminarios académicos llevados a cabo en dichas universidades en octubre y noviembre de 2016, respectivamente. A los miembros del GRET de la UAB, coordinados por Rafael Merino, su confianza y hospitalidad para integrarme con toda libertad a sus espacios académicos de reflexión y trabajo cotidiano durante mi estancia catalana.

      Debo incluir también en este recuento de memoria y aprendizajes las conversaciones que, en el otoño de 2016, tuve con mi viejo amigo y colega Antonio Camou en la célebre Cervecería Moritz de la calle Sant Antoni, cercana al edificio principal de la Universidad de Barcelona (un local que debería ser de visita obligada para cualquier forastero, junto con el Camp Nou, la Iglesia de la Sagrada Familia, la de Santa María del Mar o La Pedrera de Gaudí). Como siempre que nos encontramos en Argentina o en México, esas charlas me resultaron estimulantes y cálidas, donde los temas de las universidades, la gobernabilidad y los problemas de las democracias en México, en España y en Argentina flotaron durante un par de tardes junto con las inevitables referencias al futbol, el clima, los amigos mutuos, nuestras mujeres o hijos.

      Debo reconocer igualmente a quienes me acompañaron todos los días a lo largo de un año en esa ciudad espléndida y asombrosa que es Barcelona, y con quienes compartí el privilegio de conocer las calles, edificios y rincones que guarda la Ciudad Condal para propios y extraños. Con la música de fondo de Serrat, Bruce Springsteen, Neil Young, Van Morrison, Nick Cave y Chet Baker (gracias, Enrique Vila-Matas), y entre las carrers, traveseras y avingudas de los barrios de el Born, el Raval, el Gótico, en Passeig de Gracia, o en la playa hermosa y solitaria de Sant Adriá de Bessos, justo frente al imponente Mediterráneo, la compañía, los abrazos y las largas charlas con Angélica, Bruno y José Emilio hicieron siempre más agradable y cálida la experiencia del sabático en las tierras catalanas y el regreso a las tierras jaliscienses. Ellos bien saben, desde siempre, que forman la tierra firme del mundo íntimo de mis afectos y preocupaciones, de mis sueños y esperanzas.

      El recuento estaría incompleto sin mencionar el interés y apoyo de las instituciones que hicieron posible la publicación de este libro. De un lado, la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe, el organismo que durante más de 70 años se ha consolidado como uno de los espacios institucionales más importantes de reflexión y discusión sobre los problemas de las universidades públicas de la región. Del otro lado, la Universidad de Guadalajara, mi espacio de formación estudiantil, primero, y desde 1984 el referente institucional de mi desarrollo académico y laboral. A Siglo XXI Editores, su aceptación para la coedición de esta obra. Publicar en esta casa editorial es un privilegio y una responsabilidad intelectual para quienes creemos que la discusión pública de los trabajos académicos es una forma de construir espacios de conversación, donde los libros juegan hoy como ayer un papel relevante.

      Barcelona, España, enero 2017/

      Zapopan, México, diciembre 2019.

      PRÓLOGO

      La educación superior universitaria es hoy un territorio amplio, diversificado y extraordinariamente complejo. Millones de estudiantes, profesores y directivos habitan cotidianamente los campi universitarios y no universitarios, públicos y privados, de distinta magnitud y escalas, en miles de instituciones educativas del sector terciario en todo el mundo. Nunca como hoy el acceso a la educación superior se había convertido a la vez en un fenómeno social de búsqueda de identidad y posibilidades de reconocimientos, estatus o prestigios que posibiliten movilidad social entre distintos estratos y, al mismo tiempo, en un asunto público de primer orden en las agendas gubernamentales, una cuestión estratégica, de política y de políticas, que coloca a las instituciones de educación superior en un contexto de exigencias públicas, de incertidumbres globales y de aspiraciones sociales que difícilmente se ha presentado en los casi mil años de historia de las universidades en el mundo.

      Pero la antigüedad, el tamaño o la diversidad de los sistemas nacionales de educación superior son apenas las postales de entrada en la comprensión de su complejo significado social, político o cultural. Si las universidades de Bolonia, París, Oxford o Salamanca se constituyeron por razones del azar o de la voluntad en las formas organizadas del saber y del poder que acompañaron tanto la legitimidad del orden social y político medieval como el desarrollo de la ciencia y de las profesiones a lo largo de la Edad Media, para luego ser parte de los núcleos intelectuales que institucionalizaron la transición del viejo orden feudal al moderno orden capitalista, no es muy claro cómo y por qué han sobrevivido como los modelos con o frente a los cuales nuevas universidades e instituciones de educación superior se crearon durante los últimos 500, 300 o 100 años.

      Tampoco son claros los procesos que explican las diversas trayectorias institucionales de las universidades –en especial, las públicas–, en la configuración de los modernos sistemas nacionales de educación superior. Más allá de que algunas instituciones universitarias se colocaron desde su origen en la formación de las élites dirigentes e intelectuales, de los profesionistas y la formación del funcionario público, no sabemos muy bien cómo y por qué las universidades legitimaron ese encargo a lo largo del tiempo, en contextos sociales y temporales distintos y con grados de intensidad variables, muchas veces confusos y a menudo contradictorios.

      Con el fin de explorar estas cuestiones, en el presente texto se ofrece un ensayo de interpretación histórico-sociológico acerca de las universidades latinoamericanas y caribeñas, centrando la atención en las tres universidades más antiguas de la región: Santo Domingo, San Marcos y México. Como se sabe, en las ciencias sociales y las humanidades el ensayo es generalmente una forma de aproximación que intenta organizar un conjunto de conocimientos fragmentarios, que propone relaciones posibles entre distintos componentes, factores y determinaciones de un objeto general o específico de investigación. El ensayo académico, en especial, es un método clásico de exploración más o menos libre pero sistemático sobre fenómenos sociales que auxilia en la comprensión de los perfiles, las tensiones y los relatos institucionales en un campo específico de la acción social, a la vez que se emplea como un recurso analítico, con el fin de exponer ciertas intuiciones, sospechas y conjeturas, y para ofrecer hipótesis explicativas respecto a fenómenos complejos y multidimensionales.

      La elección del ensayo como método de exploración no es una decisión que goce de mucha popularidad en las ciencias sociales contemporáneas. Hoy, el énfasis en los datos estadísticos –los cada vez más mitificados y poco cuestionados “datos duros”, “big data” y demás–, el uso de sofisticadas metodologías “cualitativas”, “cuantitativas” o “mixtas”, las crecientes exigencias de verificabilidad y comparabilidad sustentadas en la aplicación inmediata o remota de los conocimientos de las ciencias sociales para intervenir en los asuntos públicos, han desplazado a la duda y a la especulación intelectual como métodos legítimos de exploración de la realidad social. Es posible que el declive del ensayo como ruta de comprensión de los fenómenos sociales se deba más a la ansiedad “metodolátrica” (la adoración del método en sí mismo), a las exigencias de medición estadística del tamaño o calidad de los fenómenos (anclados cada vez más en las métricas del desempeño), a las dificultades de tiempo y financiamiento de proyectos de investigación, o a las exigencias de utilización

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