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      Cuando se formó la comunidad poliamorosa por primera vez, gran parte de sus activistas más visibles pertenecían a comunidades paganas o New Age interesadas en las comunas. Hoy en día el poliamor atrae a un abanico más amplio de gente. Hemos conocido personas poliamorosas de todos los tipos: liberales y conservadoras, cristianas evangelistas, musulmanas fundamentalistas, escépticas racionalistas, familias monoparentales, estudiantes… por mencionar algunas.

      Desventajas del poliamor

      La gente de las comunidades poliamorosas actuales es, en su mayoría, pionera. Vamos por delante de muchas maneras; la mayoría ya habíamos hecho un acercamiento no convencional a las relaciones décadas antes de que la palabra «poliamor» existiera. Por esa razón, mucha gente somos activistas, portavoces y promovemos el poliamor. Eso significa que mucho de lo que oigas sobre el poliamor se centra en las ventajas más que en las desventajas. Pero en este libro no queremos dar esa visión parcial. El poliamor no es el Nirvana. Todo lo positivo tiene su lado negativo. Solo tú puedes decidir si las ventajas compensan las desventajas.

      El poliamor es complicado. Cuando tienes más de dos personas involucradas en tu vida romántica, las cosas se complican rápidamente. Mantener varias relaciones simultáneas no es para cobardes. Pueden aparecer personalidades que no encajan y muchas cosas pueden ir mal. En una relación poliamorosa, se aportan más opiniones, se hieren los sentimientos de más gente, hay más personalidades en lucha, más egos que pueden sentirse heridos. Manejar un conflicto o problema en una relación poliamorosa requiere unas habilidades de comunicación excelentes y unas buenas herramientas para la resolución de conflictos, que es en cierto modo el objetivo de este libro.

      Para alguna gente, el hecho de que las relaciones poliamorosas sean más complicadas que las tradicionales es la «prueba» de que el poliamor es un error. Este argumento tiene cierto sentido; muchas relaciones son complicadas, como las que incluyen criaturas adoptivas, o las que se dan entre dos personas de diferentes creencias religiosas o contextos culturales ¿Calificaría de «erróneas» esas relaciones cualquier persona sensata? Al final, la mejor medida para una relación no es lo complicada que resulta, sino cuánta felicidad, esperanza, alegría, apoyo y amor aporta. Por supuesto, el poliamor puede ser complicado, pero ¿dónde está el mérito en una vida sencilla?

      Evolucionarás, quieras o no. Una relación poliamorosa ofrece muchas oportunidades de crecimiento personal, algunas más fáciles que otras. Si eso es parte de «lo bueno» o «lo malo» depende de lo que pienses del crecimiento personal. Oirás a alguna gente poliamorosa quejándose de «OMOPA» u «OMOPC»: «Otra maldita oportunidad para aprender» u «otra maldita oportunidad para crecer».

      El poliamor no es seguro. Cuando le ofreces tu corazón a alguien, lo puede romper. La vulnerabilidad puede ser dolorosa. Muchas personas intentan protegerse a sí mismas colocando estrictos controles en la forma que pueden tomar sus relaciones, o en el grado hasta el que quieren evolucionar. Nunca hemos visto que esa manera de hacerlo tuviese éxito; simplemente reemplaza un tipo de dolor por otro. El poliamor requiere agallas. Aumenta el amor y la alegría, pero también aumenta las probabilidades de que te hieran. Esa es la manera en que funciona en las relaciones románticas.

      El poliamor supone renunciar a algunas cosas. Cuando tu pareja tiene otra pareja, habrá veces en que pierdas algo, aunque solo sea tiempo y atención. Cualquier relación necesita atención para desarrollarse, no importa lo bien que te lleves con la otra pareja de tu pareja –incluso si tú y tu pareja compartís amante, habrá ocasiones en que la relación requiera de un enfoque individual. No siempre es posible planificar ese momento para que nunca te reste nada.

      El poliamor cambia las cosas. Hablamos más de esto a lo largo del libro, pero especialmente en los capítulos 14 y 17. Dicho en pocas palabras, no puedes esperar abrir tu corazón a otras personas y esperar que tu vida no cambie. Habrá cambios y no siempre serás capaz de preverlos o controlarlos. Todas las relaciones están sujetas al cambio. Incluso las relaciones poliamorosas aparentemente idílicas no duran necesariamente toda la vida, ni más de lo que lo hacen los matrimonios tradicionales aparentemente perfectos.

      La gente no siempre se lleva bien. Simplemente porque alguien ama a una persona con quien tienes una relación no significa necesariamente que encaje bien contigo. Es fácil decir «Solo tendré relaciones con personas a las que les gusten mis relaciones actuales» (o en casos extremos, «solo tendré relaciones con personas que tengan una relación romántica con mis parejas»), pero en el mundo real eso no siempre posible. No puedes obligar a la gente a gustarse mutuamente, y creemos que, en relaciones consensuadas, podría no ser muy ético supeditar tu amor a cómo se relaciona tu amante con otras personas. A veces, lo mejor que puedes hacer es llegar a un acuerdo para comportase educadamente entre sí. Las familias biológicas a veces tienen miembros que no se gustan mutuamente, pero aun así han de ser razonables en las cenas familiares. El poliamor no es diferente.

      #ALGUNAS PREGUNTAS QUE PUEDES HACERTE

      No nos parece muy útil decirte qué debes hacer. Es mucho más eficaz plantearse preguntas cuando estás valorando cómo proceder. Repetiremos esto a lo largo del libro. Para empezar, estas son algunas preguntas que te pueden ayudar a valorar si el poliamor puede ser una buena idea para ti:

      • ¿En alguna ocasión he tenido sentimientos románticos hacia más de una persona a la vez?

      • ¿Creo que existe solo un «amor de verdad» o una «media naranja»?

      • ¿Cómo es de importante mi deseo de tener múltiples relaciones románticas?

      • ¿Qué quiero en mi vida romántica? ¿Tengo una actitud abierta ante múltiples relaciones sexuales, relaciones románticas o ambas? Si quiero tener más de una relación, ¿qué nivel de cercanía e intimidad espero y puedo ofrecer?

      • ¿Cómo es de importante para mí la transparencia? Si tengo más de una relación, ¿me gustaría que se conocieran mutuamente? Si tienen otras relaciones, ¿me gustaría conocerlas?

      • ¿Cómo definiría el compromiso? ¿Soy capaz de comprometerme con más de una persona simultáneamente? Y si es así, ¿cómo sería ese compromiso?

      • Si ya tengo una relación, mi deseo de tener más ¿tiene su origen en la insatisfacción o infelicidad con mi relación actual?

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      Las variadas formas de amar

      La naturaleza nunca se repite a sí misma y las potencialidades de un alma humana nunca se encontrarán en otra.

      Elisabeth Cady Stanton

      Imagina que eres un árbol. Tus raíces se hunden profundas en la tierra; te alimentan y dan soporte. Son alimentadas por la lluvia, que mantiene tu savia en movimiento. Tus hojas son bañadas por la luz del sol, que te aporta energía. El viento te trae el polen de otros árboles, para que puedas producir semillas y frutos. Quizá, incluso, hay un pájaro que ha construido un nido en tus ramas, ha incubado a sus crías y se ha ido antes de que llegase el otoño. Cada una de estas cosas –suelo, lluvia, sol, viento– tiene un efecto diferente en ti. Ninguna es intercambiable. Si falta una, podrías marchitarte y morirte, o como mínimo, no florecer. Demasiado de alguna podría ahogarte.

      Esta es una metáfora de tus relaciones. Algunas personas –las que podrías llamar tus «relaciones-ancla» o «de referencia», pero quizá también tus padres, madres, hermanos, hermanas o amistades más cercanas– nos dan una base, nos estabilizan, nos dan apoyo. Son la tierra. El resto pueden cambiar más, pero eso no hace que sean menos cruciales: la luz del sol que nos da energía y felicidad. La lluvia que nos refresca y purifica. Los vientos que traen nuevas ideas y alimentan tu creatividad.

      ¿Cómo cubres tus propias necesidades? Creciendo en una sociedad monógama, se nos ofrece solo un puñado de vías que el amor puede tomar, en concreto el amor romántico. Se espera que las relaciones sigan una trayectoria concreta, lo que llamamos «la escalera mecánica de las relaciones». Si una relación no sigue ese camino, no es «de verdad». Esta manera de ver las

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