Скачать книгу

introducir el negocio de las “academias de baile”, que funcionaban como unos burdeles encubiertos donde se producía música para banda con letras picantes. En estas “academias” trabajaron y dieron sus primeros pasos músicos como Eulalio Meléndez, Lucho Bermúdez, Andrés Paz Barros, Antonio María Peñaloza y Humberto Daza, entre otros (Moscarella, 2002). Además de los anteriores, en esta subregión desarrollaron parte de su carrera musical artistas como Esteban Montaño, Julio Bovea, Pacho Rada, Abel Antonio Villa y Luís Enrique Martínez, entre otros.

      Cuando Buitrago se hizo músico y empezó a crecer su fama, salió de Ciénaga para hacer presentaciones en Santa Marta, Fundación, Barranquilla, Cartagena y Valledupar, entre otras poblaciones. En Valledupar conoció a compositores como Rafael Escalona y Tobías Enrique Pumarejo, grabando por primera vez la música provinciana de carácter rural, llevándola a escenarios urbanos como Barranquilla, Cartagena, Bogotá y otras ciudades. Es por eso que Buitrago ha sido considerado como el precursor de la música vallenata, al grabarla en su estilo característico con guitarra en 1943. Al año siguiente Abel Antonio Villa hace la primera grabación con acordeón, en cuyo conjunto también estuvo Buitrago con su guitarra (Viloria, 2018).

      Los orígenes de ese estilo híbrido de Buitrago de cantar y de tocar la guitarra se puede encontrar en la tradición musical cienaguera, que se remonta hasta finales del siglo XIX con Eulalio Melédez; a la influencia cubana que dejaron los inmigrantes que llegaron a la región, así como a los discos y emisoras cubanas que se sintonizaban en Ciénaga y todo el Caribe colombiano; al ancestro andino de su padre y muchos de los comerciantes de Ciénaga, que trajeron consigo la tradición musical de su terruño y la música provinciana del Magdalena presente en Ciénaga.

      El libro de Edgar Caballero Elías nos muestra unas facetas de Buitrago como precursor no solo de la música provinciana o vallenata, sino de otros proyectos poco conocidos como periodista y publicista. Es así como Buitrago editó unas publicaciones que él mismo producía y vendía puerta a puerta y grabó jingles que varias empresas de Ciénaga, Santa Marta, Barranquilla y Cúcuta le contrataron al Jilguero de la Sierra Nevada, como lo bautizó el empresario cartagenero Antonio Fuentes.

      Cuando estaba en un momento creciente de su carrera y con el proyecto de internacionalizar su música, Guillermo Buitrago murió en 1949, a la edad de 29 años. El vallenato apenas empezaba a consolidarse y en las dos décadas siguientes el acordeón se impuso como el instrumento líder de este género musical, desplazando la guitarra a un segundo plano. Siete décadas después de la muerte de Buitrago su música sigue viva, principalmente en época de fin de año, y en Ciénaga se celebra desde hace varios años el Festival de Música con Guitarra Guillermo Buitrago. Larga vida y buena salud para este Festival.

      Agradecimientos

      Estos esfuerzos, que vuelvo a organizar después de muchos años, se publican gracias al empeño de Joaquín Viloria De la Hoz, quien insistió en que mi texto sobre Buitrago reclamaba otra edición; a la Universidad del Magdalena, que puso a disposición su equipo editorial en cabeza de Jorge Elías; a Clinton Ramírez, quien con paciencia y cariño corrigió esta nueva edición. También a la joven Lorena Lacera, quien con dedicación y paciencia trascribió el libro completo para esta edición.

      Muchas gracias

      Capítulo I

      Ciénaga

      El nido de El Jilguero

      Ciénaga está situada sobre una inmensa planicie salitrosa, en un valle fértil, circunscrito al norte por el mar Caribe y el río Córdoba, al este por las estribaciones de la Sierra Nevada, al oeste por la laguna del Pueblo Viejo y la gran albufera llamada Ciénaga Grande y al sur por el río Frío. Goza de una localización privilegiada. Dista veintiocho kilómetros de Santa Marta, setenta de Fundación y sesenta de Barranquilla, la capital de la región Caribe de Colombia. El Centro Histórico y algunas de sus edificaciones son Monumento Nacional desde diciembre de 1994. En la Plaza del Centenario están situados la Iglesia San Juan Bautista, el palacio de gobierno y el templete: estos últimos construidos en las primeras décadas del siglo XX, en pleno esplendor del negocio bananero (Correa, 1996). La Plaza del Centenario, con el templete en el centro de su estrella masónica, fue diseñada y construida para celebrar los cien años de vida republicana del país.

      En esta población, en 1920, nació Guillermo Buitrago. Ciénaga era para esta fecha la capital del lucrativo negocio del banano y vivía un acelerado proceso de crecimiento urbano, demográfico y comercial.

      El auge del banano favoreció una masiva inmigración tanto de extranjeros como de colombianos de otras regiones del país, atraídos por el dinero y los espejismos del banano. Se empezaban a sentir, sin embargo, los malestares del monopolio bananero de la United Fruit Company entre pequeños propietarios, colonos, comerciantes y obreros que, luego de varios intentos de huelgas, desembocó en la Masacre de obreros de 1928, ocurrida en la plaza de la estación del ferrocarril, acontecimiento que el niño siguió en las voces y los temores de mayores y vecinos.

      En este ambiente de crecimiento y tensiones llega el padre de Buitrago a Ciénaga, en donde conocerá y desposará a la madre del futuro compositor y cantante. Su niñez y adolescencia las vivió, pues, en una ciudad que se caracterizaba por contar con varios periódicos, compositores, músicos y poetas, algunos de renombre como Gregorio Castañeda Aragón, el Poeta el Mar. Un ambiente sin duda favorable para el desarrollo artístico de un muchacho de sus aspiraciones y que encontró en las emisoras, fundadas a principios de los años treinta, una valiosa plataforma de lanzamiento.

      Un lugar llamado La Manglaria

      La Manglaria era un amplio playón del barrio Carreño adonde en el pasado llegaban a descansar pescadores y cortadores de leña, luego de extenuantes jornadas en los caños de la Ciénaga Grande y en sus selvas de mangles. Allí, al amparo de enramadas y ranchos improvisados, el barrio creció al establecerse en sus predios obreros del banano, empleados del ferrocarril y trabajadores del puerto fluvial que permitía el comercio y tráfico de pasajeros con la pujante Barranquilla.

      Quedaba al sur de la ciudad, al final del viejo callejón Olivo (Carrera 6) con la calle 24, y debía el nombre a la gran cantidad de mangles que había en el lugar. Era el más musical de los barrios de Ciénaga: lugar de cumbias y festejos.

      Toda una larga lista de importantes músicos vivía allí o se reunía en el sector. Algunos de ellos fueron: Enrique Álvarez, Juan Martínez, José Rosario Caguana, Gustavo Rada, el profesor Marcos Guillot Sánchez, Esteban Montaño, Manuel Yépez, Agustín Polo, Tomas Fandiño, Abelardo Carbonó Lobo, José Rodríguez, Leopoldo Sierra, el maestro Jorge López Palmarini, Santiago Padilla. Algunos vivían allí y eran humildes pescadores.

      La idea de La Manglaria, como nombre para el barrio, nació gracias al poeta Armando Torregrosa Pérez, quien un día, al calor de unos tragos y entusiasmado con aquellas reuniones de músicos, exclamó: “¡Ahí tenéis La Manglaria! ¡Viva La Manglaria!” A lo que todos contestaron: “¡Viva La Manglaria! ¡Viva La Manglaria!”.

      Buitrago, como buen amante a la música, una vez conoció el lugar, empezó a frecuentarlo. El barrio fue significativo para la música de la región y para Buitrago. Algunos conocedores, ganados por el estilo musical de Buitrago, coincidían en afirmar que su llamativo estilo al componer e interpretar le debía mucho a la alegría y el picante de los músicos de La Manglaria.

      La Manglaria fue, en todo

Скачать книгу