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que lo podría hacer. Es una responsabilidad que creía exclusiva de los amigos de los grandes escritores.

      Pero de eso se trata, de honor, amistad y cariño.

      Porque, por encima del estilo que Alberto utilice en estas páginas, de que nos resuenen palabras como empatía, resiliencia, bienestar o armonía, yo sé que está escrito desde el corazón honesto de una persona que está transitando su camino, intentando ser consciente de su lugar y con un genuino deseo de aportar bienestar a las personas que le rodean ya sean pacientes, estudiantes, amigos, compañeros...

      Cuando nos conocimos, me di cuenta de que estaba buscando su camino.

      En el transcurso de los años, le he visto equivocarse, romperse, reconstruirse, volver a empezar unas cuantas veces y poco a poco, encontrar ese espacio único y auténtico desde el cual acompañar haciendo más fácil lo que es duro y difícil.

      Me siento honrada de que nuestros caminos se cruzaran. Esas “causalidades” que nos regala la vida.

       Teresa Durán

       Terapeuta y profesora de tai-chi

      INTRODUCCIÓN

      No ha sido fácil escribir este libro, porque aún sabiendo que ningún libro se escribe solo, en mi caso lo que más me ha costado ha sido poner en palabras y sintetizar lo que vengo haciendo desde hace muchos años. Cocinar un plato no es lo mismo que escribir la receta, ¿verdad? Pues tal como hacemos cuando cocinamos, te invito a seguir las recetas a pie de letra al principio y luego, cuando dominas las recetas, atrévete a experimentar, a inventar, a hacer del vivir tu propia obra de arte.

      En mis cuatro décadas de existencia he cambiado muchas veces de casa, de ciudad, he cambiado de país, he aprendido en muchos trabajos diferentes, he abierto y cerrado empresas, he fracasado y he perdido dinero (hace unos años no sonaba tan bien admitir el fracaso, pero hoy – ya lo sabes si lees relatos de emprendedores – se acepta e incluso se valora admitirlo, ya que el error se reconoce como parte integrante y necesaria de cualquier aprendizaje). También he encontrado buenos amigos y he tenido que decirles adiós, me he caído muchas veces y he aprendido a levantarme con una sonrisa, a pesar de todo. Más tarde he aprendido que el “a pesar de todo” era en realidad un “gracias a todo aquello”.

      Con el tiempo, el constante cambio interior que albergaba en mi corazón me llevó a formarme y a dedicarme al acompañamiento en los procesos de cambio profundo, de enfermedad, de duelo y en la fase final de la vida.

      Aquí es donde he aprendido (y todavía aprendo) aquellas cosas que no se aprenden en ninguna universidad ni máster. He aprendido a estar en contacto con el sufrimiento, mío y de los demás. He aprendido a escucharme a mí mismo y a escuchar a los demás de una forma que antes no imaginaba posible. He aprendido a ver mi vida desde una nueva perspectiva mientras compartía los últimos momentos de las vidas de los demás.

      Ha sido precisamente esta la fase en la cual he tenido la sensación de haber empezado a abrir realmente los ojos. A partir de aquel momento tuve la sensación de despertarme de un largo sueño. Aprendí que aquel sueño es parte de la vida, parte del mecanismo, así que no lo rechacé, sino todo lo contrario: lo acepté y lo integré en un marco vital más grande donde todo tiene sentido y todo está donde tiene que estar, por alguna razón que nos escapa y que no tenemos que entender.

      Lo que espero poder entregar con este libro es una visión nueva sobre la experiencia que llamamos vida, sobre nuestras emociones y sobre cómo podemos transformar el sufrimiento en amor.

      Espero que disfrutes de la lectura. Si tan solo una pequeña parte de lo que leerás será útil para tu desarrollo, para tu viaje interior, para sembrar semillas de serenidad en tu vida y –ojalá– en las de los demás, pues mi esfuerzo habrá valido la pena.

      Hay una cosa que quiero pedirte antes de que te adentres en la lectura: me gustaría que te atrevieras a olvidar todo lo que has escuchado hasta ahora sobre el ego. Tal vez hayas leído en algún momento que el ego es malo, feo, diabólico. Tal vez hayas encontrado en las librerías libros que se proponen anular tu ego, reducirlo a cero, domesticarlo. Olvídalo. No se puede hacer, por el simple hecho que os necesitáis el uno al otro. Sin él tú tampoco existes (al menos no en la forma en que crees existir) así que olvida la idea del ego malo y deja en tu mente un espacio vacío, libre de prejuicios, donde empezar a vernos y a ver el mundo con ojos nuevos, ojos puros, ojos de niño.

      Este libro te ayudará a emprender un viaje de pacificación con el ego, para que le conozcas más, para que entiendas por qué existe y cómo funciona, le agradezcas, aprendas a vivir con menos accidentes emocionales, más consciente de cómo funcionas tú en tu totalidad.

      Te diré algo que tal vez no esperas: el ego es una de las más increíbles tecnologías de las cuales dispones. Si no fuera por el ego, tú ni serías consciente de que existes, no recordarías tu pasado, tu nombre, los acontecimientos de tu vida, no tendrías planes, sueños, proyectos, expectativas para el futuro. Tampoco podrías reconocer un vaso de agua o entender una palabra cualquiera en tu idioma. No sabrías ponerte una camisa, andar por la calle o comerte un sabroso plato de espaguetis.

      Como cualquier tecnología a nuestro alcance, podemos aprender lo mínimo y así manejar las funciones básicas o podemos profundizar más en nuestro conocimiento para llegar a dominarla plenamente.

      Acompáñame en este viaje por el mundo de las dinámicas del ego y te enseñaré cómo funciona, cómo sacar lo mejor de él y evitar los daños colaterales que se producen cuando se activa en exceso. Descubrirás que la puerta que te da acceso a la serenidad y a la paz interior siempre ha estado dentro de ti, y que no hace falta ninguna llave para abrirla porque, en realidad, tú eres la llave. Comprenderás que siempre va a depender de ti, y solo de ti, atravesar esa puerta.

Primera parte: El cuento

      En primer lugar, ¿por qué este título? Hemos sido construidos para resistir a cualquier acontecimiento. Rompernos es inevitable. Cada día podemos ver imágenes de personas que han perdido partes de su cuerpo y que a pesar de todo son capaces de lograr metas impensables para muchas personas que conservan intacto todo el cuerpo. Conozco personalmente a muchas de ellas, y son para mí una fuente de inspiración sorprendente debido a la fuerza y entusiasmo que emanan. Personas que pierden seres queridos, que pierden la salud, que pierden la casa y que a pesar del dolor y del miedo son capaces de levantar la mirada, de sonreír, de decir a la vida, de ser uno con todo a pesar de la aparente división.

      La pregunta es: ¿de dónde sale esa fuerza?

      Siempre ha estado allí, sin duda, en potencia, aunque a menudo ha sido utilizada solo a medias. O no utilizada nunca. Las virtudes o se aprenden o se desarrollan. Se aprenden de otros, cuando el ambiente que nos rodea es positivo y nos transmite sus virtudes a través del ejemplo. También se pueden desarrollar cuando el ambiente que nos rodea es negativo y nos “empuja” (y a veces casi “obliga”) a desarrollarlas para contrarrestar lo que llamamos anti-virtudes. De ahí la importancia de aceptar los acontecimientos que nos rompen, sabiendo que una vez rotos podremos mirar hacia dentro, descubrir quiénes somos desde una inesperada perspectiva, sabiendo que podremos reconstruirnos de una forma nueva y con poderes que encontraremos dentro, que desde fuera no era posible ver.

      Las cosas se rompen cuando se utilizan. Y cuanto más se utilizan, más fácil es que se rompan. Así es la vida, así somos nosotros, nuestros cuerpos y nuestros corazones. Un corazón que no ama está a salvo de romperse, pero ¿para qué sirve un corazón si no ama? ¿Para qué sirve una llave que no abre ninguna puerta? ¿Para qué sirve un barco siempre seguro en un puerto?

      El ego, el niño: qué es y cómo funciona

      El ego (en griego antiguo ‘εγώ’ (egó) y en latín ‘ego’, en ambos casos con el significado de ‘yo’) es un sistema excepcional, una tecnología maravillosa que viene de fábrica al nacer. Es lo que nos permite despertarnos cada día y recordar sin problema alguno

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