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porque, aunque esta sea una frase muy típica, es real, «no todo es blanco o negro» que, trasladada a la nutrición, las cosas no son rosquillas o lechugas. Hay cosas intermedias.

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      ESTILO DE VIDA PARA NO SER COMO UN ZOMBI

      En una vida equilibrada entran varios factores en juego:

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      Mientras que la genética no es modificable, el entorno que nos rodea y el estilo de vida que llevemos puede ser positivo o negativo. Un ambiente obesogénico es aquel que estimula conductas y detalles que día a día favorecerán el aumento de peso. Por eso, es importante identificar si tu entorno puede serlo y pasar a la acción.

      Imagen 10 Factores externos: mi entornoImagen 11

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      Si has identificado alguno de los anteriores hábitos negativos, en tu mano está modificarlos con pequeños actos del día a día que no hagan complicada la transición.

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      Estos son algunos tips que te pueden ayudar a mejorar tu entorno zombi si este es el que te pone las cosas difíciles.

      Imagen 10 Factores internos: mi estilo de vidaImagen 11

      ¿Qué es un estilo de vida saludable? Se define como salud al estado completo de bienestar físico, mental y social. Por lo que un estilo de vida es aquel en el que la actividad física y la social, la relación con el entorno y una dieta saludable nos proporcionan este bienestar.

      Como ves, podemos modificar nuestro estilo de vida y hacerlo más positivo, y este libro será una herramienta con la que aprendas a tener una alimentación saludable y una dieta equilibrada; es decir, aquella que contenga toda la energía y nutrientes suficientes para mantener este estado de salud, pero ¡ojo!, sin prescindir del placer que nos produce comer. Porque la nutrición es una ciencia, pero de la mano de la gastronomía se convierte en un arte.

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      DIETA EQUILIBRADA: LA COMIDA SANA QUE REVIVE A LOS MUERTOS VIVIENTES

      CÓMO LLENO EL PLATO

      Primera confesión: excepto para la repostería más saludable, no soy muy amiga de la báscula. Creo que pesar lo que comemos va en contra de facilitarnos la vida. Cuando nos ponemos a cocinar, la báscula es un obstáculo para agilizar las cosas. Sin embargo, es necesaria para saber si los alimentos que comemos nos aportan la cantidad y calidad necesaria de nutrientes para mantener un buen estado de salud, y si los ingerimos por exceso, defecto o de forma descompensada.

      Para asegurarte de que estás alimentándote bien y dejar la báscula a un lado, ¿qué te parece si tomas de referencia algo que tienes delante todos los días cuando comes? Un plato.

      ¡Ahora vamos a rellenarlo con estos distintos grupos de alimentos!

      Imagen 07 FRUTAS Y VERDURAS

      Imagen 07 CEREALES INTEGRALES Y TUBÉRCULOS

      Imagen 07 PROTEÍNAS SALUDABLES

      Para ello, divide el plato en tres partes y reparte los grupos de alimentos:

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      ¡Te presento el plato de Harvard! Mi recurso favorito para comer de forma balanceada, con un buen reparto de nutrientes, alejándome de las dietas estrictas que generan poca adherencia.

      Si llenas tu plato así cada día, con el aceite de oliva virgen extra como grasa de preferencia para cocinar y la bebida escogida es el agua, estarás asegurándote una ingesta saludable.

      Imagen 10 LOS NUTRIENTES Imagen 11

      Otra forma de asegurarte que tu dieta diaria esté siendo la adecuada, es ceñirte a la ingesta de los siguientes porcentajes de macronutrientes.

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      Ten en cuenta que del 30 por 100 de los lípidos o grasas que vas a ingerir:

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      Puede que esto ahora mismo te haya sonado a chino. ¡Y es normal! Por eso me gusta hablar de alimentos más que de nutrientes, porque es el lenguaje común. Muchas veces no sabemos qué tienen las legumbres, pero sí que son saludables y que hay que introducirlas en la dieta. Porque es más importante el origen y la fuente de alimentos de los que vienen los macronutrientes que los macronutrientes en sí. Por supuesto está bien que sepamos ya cómo rellenar el plato, pero para tener un lenguaje común entre la ciencia de la nutrición y nuestra despensa hay que saber qué tiene un alimento cuando lo miramos con una lupa y cuál es su función en el organismo.

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      Todos los días comemos, todos los días hacemos la digestión, incorporamos energía para vivir y, muchas veces, no nos preguntamos qué está pasando en el cuerpo para que sea posible la vida. Cuando comprendemos que lo que ingerimos nos aporta energía para poder mantenernos vivos, materiales para la formación, crecimiento y reparación de nuestras estructuras corporales, así como para regular todo lo que pasa en el organismo y que incluso afecta en la reducción del riesgo de padecer ciertas enfermedades, entendemos lo importante

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