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href="#ulink_a9e9eb01-7847-5b76-9759-1c5b32e2d1c2">46 Pero el deterioro de sus relaciones con las potencias de Europa occidental forzó a Carlos a alcanzar un compromiso y reconocer la condición imperial del zar en su alianza de 1726, aun cuando siguiera reclamando para sí una posición de preeminencia. Rusia se conformó con esto hasta 1762, pues seguía considerando a Austria un aliado útil contra los otomanos, todavía poderosos. La alianza también le implicó más a fondo en la política imperial. Entre 1733 y 1762, las tropas rusas entraron en tres ocasiones en el imperio para apoyar a Austria. Los Románov estaban ahora emparentados con las familias principescas de Mecklemburgo, Holstein, Wurtemberg, Hessen-Darmstadt y Anhalt-Zerbst; de hecho, fue esta última la que proporcionó la princesa que gobernó Rusia con el título de Catalina II la Grande, entre 1762 y 1796. El propósito de su intervención en Austria pasó gradualmente de ser una mera compensación por la asistencia austríaca en los Balcanes a una preocupación por el equilibrio político interno del imperio en tanto que interés estratégico de Rusia. Rusia hizo de intermediario en la Paz de Teschen, que puso fin a la Guerra de Sucesión bávara entre austríacos y prusianos (1778-1779). Esto, afirmaban los rusos, los convertía en garantes de la Paz de Westfalia. Aunque nunca obtuvo pleno reconocimiento, Rusia, a partir de 1782, mantuvo un enviado permanente en el Reichstag para salvaguardar sus intereses.47

      El rey cristianísimo

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