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a sus sustanciosas donaciones para abastecer tropas para campañas reales y viajes de coronación. Tales costes aumentaron a finales del siglo X, cuando los reyes germanos dejaron de residir en palacios y pasaron a alojarse con obispos y abades en sus recorridos por el imperio. Los clérigos, poco partidarios de estos alardes, comparaban las visitas reales a una plaga bíblica de langostas.34

      La «incorporación» o asignación de una parroquia a una abadía, diaconato u otra jurisdicción superior implicaba el control de sus recursos, lo que incluía diezmos y cualquier otra dote vinculada a su iglesia. Esto también implicaba la potestad de nombrar al cura párroco. En torno a 1500, la mitad de las parroquias germanas había sido incorporada por este medio. A menudo, las funciones del cura se confiaban a vicarios sustitutos mal pagados. Esto provocó un agravio importante que nutrió la futura Reforma protestante, además de ilustrar la creciente complejidad de jurisdicciones superpuestas y la interconexión de intereses espirituales, económicos y políticos en el imperio.

      Estas redes locales continuaron prestando obediencia a uno o más niveles intermedios de supervisión secular por debajo de la autoridad del emperador, además de estar subordinadas a uno o más estratos de autoridad espiritual, como por ejemplo un abad o un obispo. El emperador siguió aceptando la notable influencia señorial debido a que seguía detentando una supervisión completa de la Iglesia imperial, incluido el nombramiento de arzobispos, obispos y numerosos abades que seguían siendo sus vasallos inmediatos a causa de sus beneficios. No hubo ninguna interrupción significativa en este control hasta 1198, cuando la supervisión seglar del obispado de Praga fue transferida al rey de Bohemia. La Iglesia bohemia obtuvo plena autonomía en 1344 cuando Praga fue elevada a la categoría de arzobispado, lo cual la liberaba de la jurisdicción espiritual de Maguncia. El concordato de 1448 entre el papa y Federico III estableció una Iglesia territorial separada para los Habsburgo, que se consolidó con el establecimiento en 1469 de nuevos obispados en Viena y Wiener Neustadt, sujetos a la jurisdicción de Federico, pero no como emperador, sino como archiduque de Austria. Sin embargo, ambos obispados permanecieron bajo la jurisdicción espiritual del arzobispo de Salzburgo, a pesar de cierta reducción de la autoridad clerical llevada a término por José II en la década de 1780.

      El «sistema eclesiástico imperial»

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