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Vencer o morir. Antonio Espino López
Читать онлайн.Название Vencer o morir
Год выпуска 0
isbn 9788412221329
Автор произведения Antonio Espino López
Жанр Документальная литература
Серия Historia de España
Издательство Bookwire
88. Llamados también oceloyótl, o guerreros jaguar. Según aporta Isabel Bueno, los trajes que vestían estos guerreros aparecían en las listas de tributos exigibles a las provincias dominadas, que o bien los entregaban ya confeccionados o bien tributaban las propias pieles. Era de cuerpo entero y se ataba a la espalda y el algodón y las plumas también parece que se utilizaban a la hora de su confección. Por cierto que los guerreros macehualtin que alcanzasen el máximo rango militar que les estaba permitido podían vestir un traje realizado con tiras de piel llamado oceloehuatl. Ibid., 76.
89. Sus trajes se reservaban a los guerreros que habían capturado a seis o más enemigos. También eran de cuerpo entero y atados a la espalda, pero podían ser de diversos colores y confeccionados con diversos materiales: «[…] el tozcoyotl con plumas amarillas de papagayo, el citlalcoyotl con plumas de pava y cuyo diseño representaba el cielo estrellado, el blanco o coyotl iztac, el denominado tlecoyotl o coyote de fuego, que se decoraba con plumas brillantes o flecos teñidos de algodón o papel, el tlapalcoyotl de color rojo. El casco tenía forma de cabeza de coyote, rematado con un penacho de plumas de quetzal y utilizaba escudos de tipología variada». Ibid., 76-77.
90. Torquemada citado en Cervera Obregón, M. A., 2011, 130. Hassig, R., 1992, 140-141, 143.
91. Pomar en VV. AA., op. cit., 76-80.
92. Cervera Obregón, M. A., 2011, 137.
93. Declercq, S. J. L., 2018, 273 y ss.
94. Hanson, V. D., op. cit., 225-226.
95. Gracia Alonso, F., op. cit., 196-197.
96. Bueno Bravo, I., 2015, 75.
97. Sahagún, B. de, 2001, II, 617.
98. Como nos recuerda Antonio Aimi, «los guerreros caídos en batalla iban a la Casa del Sol y acompañaban a este astro desde el alba hasta mediodía, momento en el que se entregaba a las mujeres fallecidas durante el parto, que lo acompañaban hasta el atardecer. Los que habían muerto ahogados o fulminados por un rayo, o en circunstancias asociadas al agua o la lluvia, iban al Tlalocan; todos los demás iban al Inframundo». Aimi, A., op. cit., 62, n. 49.
99. Según Juan B. Pomar, los padres de los guerreros ayunaban cuando estos iban a la guerra, de forma que solo comían una vez al día, y no se afeitaban el cabello ni se limpiaban el rostro hasta el regreso de su familiar. En caso de retorno, y máxime si había capturado algún prisionero, se hacían grandes fiestas. En caso de fallecimiento, los familiares del finado lo lloraban durante ochenta días en su casa con todos sus parientes. Pomar en VV. AA., op. cit., 47.
100. Bueno Bravo, I., 2007, 147-158. Bueno Bravo, I., 2009, 193-195. Hassig, R., 2008, 288-291. Cervera Obregón, M. A., 2011, 70-87.
101. Bueno Bravo, I., 2009, 189.
102. Cervera Obregón explica que el rito del Tlacaxipehualiztli consistía en el enfrentamiento de cuatro guerreros mexica, armados de manera convencional con macuáhuitl, contra un prisionero de guerra al que se le armaba con un simple bastón de madera con plumas en lugar de cuchillas de piedra y un escudo. La lucha, ritualizada, se producía encima de una piedra especial llamada temalácatl. Cervera Obregón, M. A., 2011, 92. Cuando el guerrero era herido se procedía a llevarlo al altar de sacrificios y se le arrancaba el corazón. El ritual continuaba con el corte de las cabezas de los sacrificados y su desollamiento. Las pieles, una vez curtidas, eran enterradas cuarenta días más tarde al pie de la escalinata del templo. Incluso un fémur del sacrificado se colgaba en la casa de los guerreros para protegerles en el futuro en los campos de batalla. Bueno Bravo, I., 2009, 199-204.
103. Y. González, El sacrificio humano entre los mexicas, México, FCE, 1985, 36, citada en Bueno Bravo, I., 2009, 191. El ritual del sacrificio lo explica perfectamente Gracia Alonso, F., op. cit., 191-193.
104. López Austin citado en Santamarina Novillo, C., 2005, 145.
105. Santamarina Novillo, C., 2007, 108.
106. Citas en ibid., 108-109 y n. 13.
107. Acerca de los bailes, y cánticos, asociados a la guerra, vid. Danilovic, M., 2017.
108. En este mes se sacrificaban víctimas de guerra, llamados xipeme, es decir desollados, o tototecti, es decir los muertos en honor al dios Tótec, en el templo de Huitzilopochtli. Los ejecutados se desollaban antes de llevar los cuerpos al calpulli de su capturador. Fray Diego Durán menciona que se desollaba y despedazaba a los muertos y su carne era cedida al indio capturador. Al guiso que incluía la carne humana le llamaban tlacatlaolli. El mes mexica constaba de 20 días, de manera que en el decimonoveno del mes de Tlacaxipehualiztli se realizaban los combates con los guerreros más destacados sobre el temalácatl, es decir la piedra redonda con la imagen del sol. Pero, en esta ocasión, se desollaban los guerreros sacrificados directamente en el calpulli del captor. Declercq, S. J. L., op. cit., 322.
109. Declercq, S. J. L., op. cit., 288-308, 316.
110. El cronista Alvarado Tezozómoc se refirió a ellas como «batalla civil y gloriosa, rociada con flores, preciada plumería, de muerte gloriosa, con alegría, en campo florido, pues no es con traición sino de voluntad, de que todos los enemigos fueron muy contentos de ello». Citado en ibid., 197.
111. Harner comentó que la élite mexica, pero también los guerreros destacados procedentes de otros estratos de la sociedad, eran quienes se aprovecharían de la ingesta de los cuerpos de los sacrificados prisioneros de guerra. Esa ventaja gastronómica, que permitiría sobrevivir en un medio de dificultades para encontrar proteínas, haría, además, que se generase