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igual manera la globalización ha ido perfilando un tipo ideal de persona. Detengámonos en sus características. Primero, es un ciudadano, formado con base en los principios de la democracia, el ejercicio amplio de la libertad y los valores; segundo, es un usuario de la tecnología, que se identifica con las necesidades culturales y el consumo progresivo de bienes y servicios producidos para la satisfacción de éstas. Además, se trata de una persona que busca realizar el menor esfuerzo en todas las actividades humanas y que vive del momento, es decir de lo instantáneo. Este tipo de persona responde al ideal de sociedad en proceso de construcción y adopción en el mundo por parte del capitalismo contemporáneo, el cual convierte el consumo en elemento característico de la época y en la principal alternativa de satisfacción de las necesidades humanas.

      En fin, señala Bauman (2006), que en la sociedad global todos tenemos el deber de consumir, ojalá en buen grado, de acuerdo con las demandas de cada persona en materia de necesidades de consumo y de acumulación de sensaciones. En este sentido, la sociedad actual ha creado un ser humano cuya vida gira en torno a la satisfacción de necesidades relacionadas con el consumo y ha fijado pautas de comportamiento para hacer de este consumo una práctica social continua, progresiva, ejecutada de manera instantánea y con el menor esfuerzo.

      Es indiscutible que los cambios introducidos por la sociedad actual a los cuales he hecho referencia, modificaron pautas de comportamiento institucionalizadas antes de la época de la globalización. Este hecho, en términos de formación de la persona, condujo a su individualización, proceso que, según Beck (2006, p. 255), “destradicionaliza las formas de vida originadas por la sociedad industrial” y genera una compulsión a

      [.] crear y modelar no sólo la propia biografía, sino también los lazos y redes que la rodean, y a hacerlo entre preferencias cambiantes y en las sucesivas fases de la vida mientras nos vamos adaptando de manera interminable a las condiciones del mercado laboral, al sistema educativo, al Estado del bienestar, etcétera. (Beck, 2006, p. 42)

      De esta forma, la individualización de las personas modifica las pautas seguidas en los procesos de adaptación e integración social y de socialización, llevados a cabo por la familia, la escuela y la sociedad{2}. Es necesario destacar que la individualización cambia

      prácticas culturales y relaciones sociales que demandan esfuerzo, tiempo, y cuya ejecución, además, desempeñaba funciones sociales relacionadas con la integración, el afianzamiento de vínculos y en su lugar impuso lo fácil, sencillo e instantáneo como pauta de comportamiento en la elección de alternativas para la satisfacción de las necesidades humanas.

      De otra parte, los cambios en las concepciones de sociedad y de hombre introducidos por la globalización modificaron los imaginarios de las personas sobre elementos constitutivos de la realidad del capitalismo moderno. A manera de ejemplo examinemos lo ocurrido con las nociones de riqueza y de comodidad. En el contexto actual la riqueza dejó de estar asociada con la cantidad de bienes materiales acumulados por las personas y pasó a relacionarse con la capacidad de cada persona de acumular sensaciones que permiten la satisfacción de sus necesidades de consumo, lo cual, como sugiere Bauman (2008), nos ha conducido a establecer la riqueza personal o familiar con base en la cantidad de bienes desechados todos los días. Igualmente, el imaginario sobre la comodidad también se ha modificado sustancialmente, debido a que dejó de estar vinculada con la cantidad de mercancías almacenadas en un armario o dispuestas en el interior de una residencia. En la actualidad, el nivel de comodidad alcanzado por una persona, familia o grupo social lo establece el tipo de desechos producidos diariamente, es decir, los principales indicadores de comodidad se reflejan en la basura generada cada día. Lo que resalta desde luego en esta reflexión es que el consumo constituye un elemento característico de la sociedad y del tipo de persona de la actualidad, con capacidad no sólo de cambiar imaginarios sociales sino de generar dinámicas y procesos sociales nuevos, y de fijar nuevas pautas de comportamiento. Dentro de esta nueva lógica social, la educación se ha convertido en otro bien destinado al consumo.

      Ciertamente, los ideales contemporáneos de sociedad y de persona inciden en la construcción del pensamiento educativo y en la estructuración de los escenarios donde se desarrollan los procesos educativos y se aplican los conocimientos aprendidos. Diferentes análisis sobre las políticas educativas nacionales e internacionales vigentes señalan la existencia de una relación entre el ideal de sociedad y de persona con la concepción de educación adoptada por los gobiernos de los países de América Latina, especialmente en lo concerniente a la definición del sentido y fines de la acción educativa. El desenvolvimiento de esta relación ha conducido a decisiones de política fundamentadas en una racionalidad técnica e instrumental que privilegia la competitividad, la instrucción y la formación orientada al desempeño de funciones en el sector productivo, lo cual ha traído consigo cambios en el conocimiento a enseñar y en el método de enseñanza, pero sobre todo ha introducido la noción de escuela competitiva como nuevo ideal de la educación.

      La verdad es que aunque en muchos casos persiste la búsqueda de un conocimiento perdurable como ideal de los procesos de formación, de inserción y adaptación al mundo laboral a través del desarrollo de funciones especializadas y poco cambiantes, así como de estabilidad en el empleo, también hay señales del cambio mencionado, las cuales se encuentran en evidencias sobre la desaparición del conocimiento duradero, del uso de la memoria, y el surgimiento de una perspectiva educativa fundamentada en la idea del rápido envejecimiento del conocimiento, de su agotamiento porque deja de ser efectivo, productivo, es decir, no continúa garantizándole a la persona la ventaja comparativa que alguna vez le otorgó. Podríamos señalar que, para esta perspectiva, lo aprendido es efímero, al punto que la importancia de un conocimiento o de un saber aprendido puede desaparecer en el mismo instante en que se adquiere.

      5. LA ORIENTACIÓN DE LA EDUCACIÓN: SOCIALIZACIÓN Y VÍNCULO SOCIAL

      Recordemos que en Durkheim,

      La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que aún no han alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exigen de él tanto la sociedad política en su conjunto como el medioambiente específico al que está especialmente destinado. (Durkheim, 2001, p. 49)

      Esta perspectiva —formulada por la sociología— concibe un tipo de sociedad y de persona construida y formada desde los procesos de socialización, mediante la enseñanza de los conocimientos requeridos por la sociedad y el niño para su inserción en las dinámicas y procesos en los que va a participar durante el resto de la vida. La concepción durkheimiana plantea la existencia de una época, de un rango de edad en el cual se aprende, se estudia, y de otro dedicado a trabajar y a educar a la generación que le sucederá.

      En la sociedad globalizada de hoy, aunque se mantiene la orientación de la educación por parte de la sociedad, esa dirección no se basa en las necesidades de socialización del niño sino en la atención de las necesidades de la economía vinculadas a las demandas del capital en materia de producción de bienes y servicios y las relacionadas con la reproducción de dicho capital. Asimismo, mediante la educación se busca, por una parte, la intervención y la resolución de problemas de la agenda social del siglo XX así como de aquellos que tienen origen en los hechos sociales producidos por la globalización y, por otra, la formación del tipo ideal de persona requerida por la sociedad.

      Tanto el tipo de sociedad como las necesidades sociales y el perfil de persona, en nuestra época, lo definen en el nivel internacional instituciones supranacionales, convertidas hoy en una forma de gobierno del mundo, las cuales formulan orientaciones que adoptan y adaptan los gobiernos nacionales a través de sus decisiones. Diferentes estudios sobre política educativa coinciden en señalar que el Banco Mundial y la Unesco son las instituciones internacionales de mayor influencia en la orientación de las decisiones en educación asumidas por los gobiernos nacionales. Aunque no es mi intención hacer un análisis de las formulaciones realizadas por estas instituciones, no obstante, me ocuparé de los lineamientos planteados en el informe a la Unesco sobre la educación para el siglo XXI, titulado “La educación

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