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distintos tipos de siliconas y aceites vegetales, como los de almendra, oliva, etcétera.

Esquema gráfico de la estructura de la piel, con los diversos componentes de la epidermis, la dermis y la hipodermis

      Estructura de la piel.

      También desempeñan un papel fundamental los humectantes, una serie de sustancias hidrosolubles como el glicerol, la urea y el ácido láctico. Estos no solo contribuyen a mejorar la barrera de lípidos de la piel, sino que también ayudan al estrato córneo a captar agua del exterior.

      Otros compuestos importantes de estas cremas son los oclusivos (vaselina, lanolina u otros derivados de la silicona son algunos ejemplos) cuyo objetivo es impedir la evaporación del agua contenida en la piel a través de la formación de una barrera protectora.

      Además, sustancias como la vitamina A y E suelen incluirse en la composición por su poder antioxidante y su capacidad para diferenciar y madurar los queratinocitos.

      Por último, y como no podría ser de otra manera, las cremas hidratantes también presentan parabenos en su composición que actúan como importantes agentes conservantes.

      Nutricosmética

      En los últimos años se ha puesto de moda una nueva tendencia en el sector de la belleza, la nutricosmética. Esta rama de la cosmética se compone de una serie de productos destinados a «embellecernos desde el interior». Cápsulas, bebidas, pastillas, tabletas o píldoras que se supone que, al ingerirlas, favorecen algún aspecto de nuestra belleza por los activos y nutrientes que aportan. Estos productos contienen una gran cantidad de compuestos químicos que prometen frenar la caída del cabello, aumentar el volumen capilar, retrasar el envejecimiento, combatir la celulitis, luchar contra los granos y los puntos negros, reforzar las defensas inmunitarias y la tolerancia de la piel al sol, favorecer el bronceado, etcétera.

      A pesar del éxito de mercado que están teniendo los nutricosméticos, son varias las dudas que existen alrededor de ellos. ¿Qué hay de cierto en su mecanismo de actuación? ¿Está demostrada la efectividad de todos los ingredientes que llevan? ¿Se justifica su alto precio? ¿Podemos conseguir el mismo efecto de otra forma?

      Lo primero que hay que dejar claro es que, aunque vayan destinados a mejorar la belleza, todos estos productos pertenecen a la familia de los complementos alimenticios y se consumen por vía oral, por lo que su efectividad debe atenerse a lo que digan los reglamentos europeos que regulan los productos alimenticios y no a las leyes que hay detrás de los cosméticos tradicionales como cremas, sueros, etcétera.

      Pues bien, la gran mayoría de nutricosméticos que encontramos en los centros comerciales presentan en su composición infinidad de productos químicos que no han demostrado tener ninguna efectividad. Entre ellos destacan las isoflavonas de soja, el Lactobacillus johnsonii, el licopeno, el colágeno, el ácido hialurónico, la coenzima Q10, el resveratrol, y muchísimos otros. Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria no existe ninguna relación entre la ingesta oral de estos ingredientes y las propiedades que publicitan los nutricosméticos que los contienen.

      ¿Entonces esos suplementos alimenticios son ilegales? En absoluto. La reglamentación europea ha dejado una ventana abierta que está siendo aprovechada por la mayoría de las empresas que los fabrican. Según la normativa en vigor, si un producto lleva en su composición un 15 % de la cantidad diaria recomendada (CDR) de determinados minerales o vitaminas, ya puede publicitar muchas propiedades que no tienen los otros ingredientes de los que se ha hablado anteriormente. Lo que a menudo no sabe el consumidor es que esas vitaminas o minerales se encuentran en concentraciones muy superiores en alimentos de la dieta tradicional y cuyo precio es muchísimo menor.

      Dentro de la gama de productos que combinan la nutrición y la cosmética, los que más cuota de mercado tienen son aquellos destinados a procurar firmeza a la piel. Por ello salieron al mercado concentrados nutricionales de belleza específicamente indicados para ayudar a reafirmar la piel desde su interior y en cuya composición podemos encontrar tres ingredientes principales: lactolicopeno, isoflavonas de soja y, sorprendentemente, la vitamina C (normalmente marcada con un asterisco en el envase).

      El Reglamento 432/2012 de la UE demuestra que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria no ha respaldado ningún estudio científico que avale que el lactolicopeno o las isoflavonas de soja tengan ningún beneficio sobre la firmeza de la piel.

      Sin embargo, y siguiendo la estrategia recién comentada, si un producto lleva en su composición un 15 % de la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) de vitamina C (exactamente 12 mg) ya puede publicitar que «contribuye a la formación normal de colágeno para el funcionamiento normal de la piel», exactamente el tipo de mensaje al que lleva el asterisco que suele acompañar a la vitamina C en el envase de algunos nutricosméticos.

       Lista de alimentos con vitamina C y la cantidad de miligramos aproximada por cada 100 gramos que posee cada uno de los alimentos.

Fuente Vitamina C (mg/100 g)
Ciruela Kakadu 3100
Camu Camu 2800
Escaramujo 2000
Acerola 1600
Guayaba 300
Grosella negra 200
Pimiento rojo 190
Perejil 130
Kiwis 90
Brócoli 80
Grosella 80
Coles de Bruselas 80
Caqui 60
Papaya 60
Fresa 60
Naranja 50
Limón 40
Melón 40
Coliflor 40
Pomelo 30
Frambuesa 30
Mandarina 30
Espinacas 30
Col cruda 30
Mango 28
Lima 20

      ¿Estamos diciendo que esos suplementos nutricionales que ayudan a combatir la celulitis deben su acción exclusivamente a la vitamina C? Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, sí, y vamos más allá. Hay cientos de productos en el mercado alimentario

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