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trastornos de alimentación, han surgido desde el trabajo clínico realizado a cientos de familias durante más de veinte años. Más que usar una teoría como medio de locomoción en los territorios de lo no simbolizado, he permanecido en el fenómeno buscando los puntos de contacto entre una disciplina y otra para lograr articular y crear un modelo coherente que tenga amplio sentido. No he recorrido el camino de comprobar la teoría, sino más bien de buscar modelos que nos pueden permitir entender el fenómeno, respetando la clínica.

      La intención ha sido que las diferentes disciplinas colaboren entre ellas a la hora de comprender los trastornos de alimentación, y de esto han resultado ideas no convencionales acerca de diversos temas, como podrá ver el lector si se anima a leer este libro. Las dinámicas familiares; el significado de la restricción y el vómito; las maneras de comunicar información en los equipos de tratamiento; el modelo propuesto de imagen corporal; la necesidad de incluir la obesidad como efecto de un funcionamiento psíquico alterado y no como causa de riesgos cardiovasculares, entre otros, son un ejemplo de aquello.

      Esta no es una propuesta terminada y más bien espero que en los espacios de error o falta que el lector advierta, lo impulsen a hacer un comentario o un cambio, incluso a buscar sus propias formas de articular el fenómeno. Me interesa que lo escrito esté abierto y pueda motivar al ejercicio conceptual. Creo que esto ayuda a flexibilizar nuestras mentes y con ello a estar prestos a la atención clínica psicoterapéutica.

      Se trata de no aceptar un solo marco comprensivo para darle voz al fenómeno. Los trastornos de alimentación son demasiado complejos como para limitarlos a una teoría. Por esto, al leer se podrá percibir una red de exploración transdisciplinaria. Los hilos de esta red cruzarán lo que hoy conocemos del funcionamiento somático con las teorías psíquicas y relacionales. Puede que a más de alguno le produzca ruido esta forma de ir creando nuevos objetos de reflexión, especialmente si se siente cómodo en su propio paradigma y registra movimientos non-gratos en su mapa conceptual. Precisamente se trata de buscar en los significantes rehenes de ciertas teorías, nuevos significados. Se ha seguido un proceso inductivo (aunque deductivo en su forma) explorando hipótesis que formulen modelos. Estos modelos presentados se involucran unos con otros y, a su vez, están implicados por otros.

      La cuna de este pensamiento ha estado en la clínica familiar, que es fundacionalmente interdisciplinaria. Apoyada inicialmente en la teoría de sistemas, ha ampliado su campo epistemológico incorporando la cibernética de segundo orden. Con esto ha modificado la idea de objetividad en tercera persona y ha ubicado al conocedor como responsable de aquello que conoce. La clínica familiar ha necesitado un sistema de comprensión abierto a los conocimientos y disciplinas como la física, la matemática, la sociología, la antropología, la filosofía y más recientemente la neurobiología. Estas ciencias han sido incorporadas para diseñar formas de intervención eficientes.

      En esta tarea intelectual se pondrá en funcionamiento un sistema conceptual donde cada uno de los tramos propondrá su individualidad y diferencia en una ronda de conversación y así, sin pretender estatuto de verdad ni consenso en el punto de vista, serán un aporte a la solución de la problemática. No se trata de una enfermedad que responda a la lógica de las causas y los efectos sino de una configuración que se conforma en un momento de la biografía y que se consolida como psicopatología si no es librada prontamente.

      La tarea de sistematizar la experiencia y las reflexiones surgidas a la luz de los impases clínicos en familias y pacientes con trastornos de alimentación ha significado, a la hora de escribir, que queden en la sombra autores de investigaciones y libros que organizan el conocimiento acumulado sobre el tema. Desgraciadamente no es posible nombrarlos a todos, aun siendo tributaria.

      Este libro ha sido escrito en cada una de las reuniones, clases, sesiones, supervisiones, lecturas bibliográficas, reflexiones, presentaciones de congresos, entrevistas para medios, acuerdos y desacuerdos con los profesionales con los cuales he discutido pacientes y teorías. Hay aciertos y desaciertos con las familias asistidas, pero para cada una he dispuesto todo lo sabido, la experiencia acumulada y la información organizada y seleccionada. Para cada familia hemos creado un espacio de afecto desde donde comprender, aceptar y ayudar a sus miembros. Sin este lugar para quererlos no es posible “hacer terapia”.

      Crear un modelo de comprensión que permita intervenir en los trastornos de alimentación ha sido una tarea permanente que sabemos dinámica y cambiante. El modelo presentado es sencillo y complejo a su vez, pues debe simplificar la complejidad que presenta esta patología, sin perder las dimensiones implicadas, entrecruzadas y condensadas. En él se incluyen diversas dimensiones de la patología que no la reducen sólo a cifras o descripciones impersonales y que, sin embargo, permiten inferir las generalidades de la patología desde la experiencia acumulada. Esta tarea se ha ido haciendo a través de años de conversaciones escritas y habladas, tanto serias como informales; en reuniones y cafés donde el dialogo animó a ir más lejos en las teorías. Cada paciente y su familia son un caso único para el cual se construye una forma de encuentro y cada encuentro modifica los que vienen en el futuro. Estas experiencias han sido compartidas de muchas formas en seminarios, conferencias, clases y reuniones. En papers, capítulos de libros y apuntes.

      Se ha escrito también desde ese silencio que sigue a las preguntas enunciadas en terapia, muchas veces sin respuestas: “¿Cómo te sientes? ¿Pasó algo que quieras trabajar?”. Se ha escrito desde donde no hay palabras, donde no está la sintaxis disponible para articular al sujeto con su predicado. A veces, incluso, no hay sujeto, solo dolor en la psiquis, un dolor que se expresa en el cuerpo y borra la posibilidad de constituir un sí mismo.

      También surgen estas páginas desde la sorpresa con la que llegan los padres cuando su niña, la amada y sin problemas, la que “sabe hacer las cosas”, naufraga en su desarrollo. Sin dar noticia previa, ella decide dejar de comer, selecciona qué y cuánto, restringe en un afán de sobrecontrol. Protesta por lo que ha sido, protesta por el dolor que ha significado ser eso que ha sido. Junto con esto, sostiene eso que ha sido para ellos y así, silenciosa, baja de peso y se opone a vivir en plenitud.

      Este libro, como se verá, está escrito desde la experiencia clínica sistematizada. Para organizar la experiencia se han utilizado conceptos venidos desde el psicoanálisis clásico y lacaniano, de neurociencias, de teoría de sistemas, de teoría de la comunicación y significación. Es difícil entender la psicopatología hoy si no es desde un lugar donde se cruzan los diálogos de diferentes ciencias y ese es el desafío de los especialistas, deconstruir Babel abriendo su entendimiento a los discursemas varios, pues cada cual aporta una parte en el complejo nudo que la psicopatología encarna en esa persona particular. En el texto se explicarán las raíces epistemológicas a las que nos referiremos, usando pie de página de modo de facilitar y enriquecer la lectura.

      Se ha separado el libro en dos secciones: una intenta explicar los modelos a través de los cuales se entiende la patología, y la otra los modos de intervención en la misma. Las hemos llamado, justamente, A modo de comprensión y A modo de intervención. En la primera hay un capítulo que explica el modelo desde el cual entendemos la construcción de la psicopatología, a la que hemos llamado la solución anoréxica. Precisamente, la denominamos de ese modo porque aparenta ser una solución a cierta falla y/o falta del desarrollo, cuando, sin embargo, se trata de una falacia que termina por atrapar al incauto que la utiliza, tal como les ocurre a los consumidores de drogas que se sienten atraídos por los estados que esta les logra suministrar. A continuación, en el capítulo dos de esta sección, abordaremos el tema de la restricción y cómo podemos entender el uso de mecanismos obsesivos para producir un control eficiente en la restricción alimentaria. Veremos que sólo ciertas estructuras de personalidad pueden seguir con este control por un tiempo prolongado, mientras en la mayoría deja de operar y facilita el descontrol que hace ingresar a la paciente en la complicación bulímica. De esto trata el capítulo siguiente (el tres) de los vómitos y su significado en los trastornos de alimentación. En el capítulo cuatro presentamos una manera de comprender la obesidad y además incorporamos elementos de la neurociencia. Podremos conocer el cruce molecular de hormonas reguladoras del hambre con neurotransmisores del ánimo y reconocer zonas cerebrales envueltas en la regulación de la ingesta, así como categorizar diferentes modos de ingesta entre los que describimos los binge-eating o atracones. Para terminar

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