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y cuál el fondo.

       Óptica de 24-70 mm 1:2.8 a f/4 durante 1/10 s con ISO 100.

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      Realicé esta imagen para ilustrar un reportaje sobre la vendimia. Me interesaba destacar el entorno de algunas fincas y las labores de cuidado de las viñas. Por eso elegí un tiempo de exposición que dejase el tractor movido, evitando que el cerebro se fijase en los ojos del conductor, que además ocupan la posición central en la toma. Si la cara estuviese nítida recibiría toda la atención en detrimento del entorno, para mí más importante.

       Óptica de 16-35 mm 1:4 a f/5,6 durante 1,5 s con ISO 100. Filtro degradado y polarizador en portafiltros Lucroit.

      Cada trabajo unas necesidades

      El cerebro sólo utiliza la información que necesita para cada actividad y desecha el resto. Si estamos leyendo un libro, interesados en su contenido no seremos conscientes de la calidad del papel, de la forma de las letras, de cómo son los márgenes. Nuestro cerebro sustituye los símbolos de las palabras por pensamientos. Pero si estamos recabando datos para editar un libro sí que analizaremos el gramaje del papel, la tipografía, su tamaño, cómo se distribuyen las fotos, cuántas columnas tiene el texto…

      Cuando voy por el campo con otros amigos fotógrafos se sorprenden de la enorme cantidad de insectos que veo. Es normal, voy buscándolos mientras ellos miran hacia arriba, bien lejos en busca de aves que fotografiar con sus teleobjetivos. Si llevo montado un angular para fotografiar paisaje tampoco veo insectos con tanta facilidad. La atención se focaliza en lo que nos interesa y desecha el resto de la información recibida, al no ser útil para la labor en que estamos concentrados.

      Esta capacidad infantil hemos de intentar recuperarla para que nuestro trabajo sea más productivo. Debemos hacer un esfuerzo para analizar la realidad bajo un prisma diferente al que usamos habitualmente, de forma mecanizada. Acercarse a un mismo objeto con una disposición distinta nos permitirá obtener resultados diferentes. La realidad en sí misma se nos escapa, siempre la filtramos a través de nuestras experiencias y prejuicios. Por eso es tan importante adquirir todos los conocimientos que podamos, para poder encontrar diferentes planos de visión, interpretación de un mismo objeto o situación. Somos capaces de formar imágenes mentales, de analizarlas, volver atrás en su proceso de elaboración y obtener nueva información de ellas en un desarrollo de creación interno.

      En nuestras primeras etapas con la cámara estamos tan obsesionados en manejar adecuadamente sus botones y menús que dedicamos toda nuestra capacidad mental a eso. Es un proceso de adaptación normal que no debemos desdeñar ni infravalorar. Nos llevamos imágenes sin habernos parado a examinar la escena y valorar qué es lo que nos atrae de ella. Componemos de forma totalmente instintiva y, generalmente, poco acertada. Cuando nos enfrentamos a un tema que deseamos fotografiar analizaremos primero cuáles son nuestras sensaciones y relaciones con él. Forzar a nuestro cerebro a interpretar una situación de diversas maneras mejorará nuestra creatividad y ofrecerá visiones distintas al observador de nuestra obra final. Esta actitud necesita, como todo, entrenamiento. Somos fotógrafos a tiempo completo, no sólo cuando llevamos la cámara. La observación constante de la luz, las texturas, la relación entre los objetos, etc. nos aportará un buen punto de partida para construir un mensaje más claro.

      Ejercicio

      Es muy recomendable plantearse un proyecto cercano para intentar desbloquear nuestra actitud; fotografiar algo como puede ser nuestra propia ciudad nos obligará a analizarla de otro modo, a profundizar en situaciones que vivimos con frecuencia, a buscar en lugares que visitamos a menudo.

      Si nos sentimos con fuerza podemos cercar todavía más el espacio disponible y limitarlo a nuestro barrio, nuestra casa o, incluso, una habitación. Necesitamos 10 o 15 fotografías lo más variadas posibles que definan nuestro entorno, nuestra visión del mismo.

      Hemisferio derecho e izquierdo

      Lograr una fotografía requiere un cierto nivel de destreza para configurar los parámetros de nuestro equipo y gestionar los ordenadores que manejamos. Esta habilidad depende del hemisferio izquierdo. Las funciones del lenguaje articulado, la escritura, la organización de la sintaxis, el control motor del aparato fonoarticulador, las matemáticas, el procesado de información usando el análisis, la memoria verbal, la atención focalizada, el control del tiempo, la toma de decisiones y la memoria a largo plazo son competencias que se vinculan a áreas cerebrales ubicadas en esta región. Los test de inteligencia miden, sobre todo, la actividad de este hemisferio. Es decir, que para leer el manual de nuestra cámara, decidir el diafragma que vamos a emplear y recordar para que sirve cada menú requerimos los servicios de esta parte izquierda del cerebro.

      Por otro lado, es importante una cierta preocupación estética, pues es la mejor manera para empatizar rápidamente con los observadores de nuestras fotos. Los conocimientos y habilidades que se precisan están dirigidos por el lado derecho de nuestro cerebro que procesa los sentimientos, las emociones, la creatividad, la intuición y las habilidades artísticas y musicales. Este hemisferio gobierna tantas funciones como su homólogo, pero no las gestiona de forma analítica sino de forma integradora, no es un pensamiento lineal. Centraliza facultades ópticas no verbales, sentimientos, habilidades visuales y sonoras no lingüísticas, interpreta la situación y las estrategias del pensamiento sumando sonidos, imágenes, olores y sensaciones, transmitiendo su opinión como un todo. Nuestro lado derecho cerebral piensa y analiza mediante imágenes, por eso dibujar, leer, meditar o realizar ejercicio físico son actividades más frecuentes entre quienes desarrollan más actividad en este hemisferio.

      Los hemisferios comparten información de observaciones sensoriales por medio de un paquete nervioso llamado cuerpo calloso, ya que son muy pocas las tareas que están organizadas simplemente por un hemisferio. En la inmensa mayoría de las personas la capacidad del lenguaje está dirigida por su hemisferio izquierdo que controla lo que se dice, mientras el lado derecho contextualiza lo que oímos. Es el lado derecho el que nos permite entender una metáfora y el lenguaje gestual de la otra persona siendo, por tanto, el responsable de la interpretación final que podamos hacer.

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      La parte que utiliza nuestro cerebro para leer los carteles de este negocio no es la misma que utilizamos para valorar los colores y las implicaciones emocionales de las personas que salen en la fotografía. Intentamos interpretar las relaciones entre los personajes, pero también hacemos lo mismo con los textos legibles. Los colores armonizan entre sí, transmiten calidez e invitan a quedarse.

       Óptica de 16-35 mm 1:4 a f/5,6 durante 1/45 s con ISO 200.

      En realidad…

      Investigadores de la Universidad de Utah realizaron un estudio mediante resonancia magnética (concretamente Resonancia Funcional Cerebral) y llegaron a la conclusión de que no existe evidencia de que un hemisferio domine claramente al otro. Encontraron que si bien ciertas áreas están localizadas en un hemisferio no se ha demostrado ningún patrón de que un hemisferio esté más conectado o activo que el contrario en cada persona. Esto confirma mi planteamiento de que cada tarea necesita de la actividad conjunta de todo el cerebro para desarrollarse óptimamente. Si vamos por la calle y reconocemos un rostro entre la multitud será gracias al lado derecho, mientras recordar su nombre será tarea del izquierdo.

      Posiblemente sean otros factores no estudiados todavía los que provocan que ciertas personalidades otorguen una mayor importancia a los resultados ofrecidos por unas estructuras cerebrales sobre otras. Por eso algunas personas están más acostumbradas a usar razonamientos analíticos y lógicos mientras otras son más intuitivas. El escritor científico Daniel Pink ha definido que el primer grupo es más propenso a convertirse en ingenieros o abogados mientras el

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