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      Los buenos artistas son el resultado del arte que han consumido.

       Austin Kleon

      El fotógrafo no sólo debe poseer una buena cultura visual, todo saber nos enriquece también a la hora de crear buenas imágenes. He conocido a grandes fotógrafos y todos ellos tenían en común su curiosidad y gran bagaje cultural en disciplinas muy variadas. Además el conocimiento profundo de un tema nos permitirá contextualizarlo, analizarlo y aportar una parte de nosotros mismos cuando lo fotografiemos.

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       Óptica de 24-70 mm 1:2.8 a f/2,8 durante 1/20 s con ISO 3200.

      La disposición espacial

       AL FINALIZAR ESTE CAPÍTULO, HABRÁS APRENDIDO:

      •A valorar la importancia de la composición para el hombre

      •Que la Naturaleza repite con mucha frecuencia ciertos patrones más eficientes

      •Que la Matemática también genera los mismos patrones

      •El uso de estas proporciones en la Historia del Arte

      •A manejar la regla de los tercios, del horizonte y de la mirada

      •A colocar los elementos siguiendo otras disposiciones menos conocidas

      •Cuándo es razonable seguir las convenciones fijadas y cuándo apartarse de ellas

      La composición en nuestro ADN

      Como seres humanos tenemos una percepción estética que viene dada por nuestra genética y por nuestra formación. El sentido compositivo forma parte de cada persona en mayor o menor medida. Cuando nos encontramos con una composición adecuada apreciamos con claridad el mensaje y reaccionamos emocionalmente.

      Los estudios sugieren que incluso los individuos sin conocimientos en artes visuales otorgan calificaciones más altas a pinturas originales que a copias. Estas observaciones sugieren que una obra estéticamente agradable será aquella en que la disposición que el artista considera más adecuada es también preferida por los no artistas. Estos hallazgos encajan bien con el principio de Pragnanz de la psicología Gestalt (también llamada corrección visual) y proporciona una evidencia del universalismo de la experiencia estética. Este axioma explica que lo percibido por un individuo es mucho más que la suma de la información que generan sus sentidos.

      La interpretación y entendimiento de estas capacidades innatas y aprendidas ha ocupado a los grandes maestros de la pintura durante buena parte de nuestra historia, desde que nuestros antepasados comenzaron a pintar en las cavernas hace unos 40.000 años con la intención de contar una historia importante mediante imágenes. Grandes genios como Giotto o Leonardo da Vinci simplemente encontraron algunos de los patrones que regulan nuestra visión del mundo y la plasmaron de la mejor forma que supieron.

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      Los colores, la repetición de los árboles, la distribución de la luz, las proporciones del marco… son valores estéticos universales que se traducen en sensaciones al llegar a nuestro cerebro. Nuestro ojo recorre la escena guiado por las líneas que forman los árboles, mientras la claridad de la casa funciona como un potente atractor visual. Como fotógrafos necesitamos conocer cuál es el mensaje que realmente emitimos con cada variación de los elementos que forman parte de nuestras tomas.

       Óptica de 50-140 mm 1:2.8 a f/5,6 durante 1/80 s con ISO 400. Polarizador en portafiltros Lucroit.

      Giotto (1267-1337) dio un vuelco importante a la pintura anterior a su época mediante el uso de la perspectiva y del incremento de la paleta cromática con el fin de plasmar la naturaleza de la mejor forma posible. Leonardo da Vinci avanzó en el camino iniciado por Giotto pintando la Última Cena, en la que la figura centrada de Cristo atrae todas las líneas de la imagen mediante una compleja composición matemática. Tras ellos Sandro Botticelli aprendió a emplear colores vivos y composiciones más elaboradas y complejas. Caravaggio (1571-1610) profundizó poderosamente en el estudio de la luz y la sombra. Jan Vermeer (1632-1675), alcanzó un detalle tan perfecto en sus paisajes urbanos que casi parecían fotografías, gracias al uso de la cámara oscura para trazar el dibujo y completar después la pintura en el estudio. Las conclusiones alcanzadas han dado fundamento a una serie de reglas que han prevalecido hasta la actualidad.

      Este afán por disponer de la mejor forma posible los elementos de una imagen ha entretenido a las culturas occidentales y orientales que llegaron a conclusiones muy similares, como no podía ser de otro modo.

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      Estas dos imágenes sólo se diferencian en unos pocos pasos de distancia y apenas las separan unos minutos, los que estuve esperando a que las nubes cubriesen por completo el fondo del árbol. En la primera toma, las ramas lo superan claramente por encima, compitiendo en importancia con el monumento. Las líneas diagonales de la segunda implican una mayor sensación de verticalidad al tiempo que dirigen más eficientemente la mirada.

       Óptica de 10-24 mm 1:4 a f/6,4 durante 1/100 s con ISO 400. Polarizador en portafiltros Lucroit.

      Pinturas como las del genial autor japonés Hiroshige (1797-1858) tienen enormes coincidencias con otros pintores occidentales, más allá de las paletas de color que empleaban ambas culturas. La disposición del horizonte, el uso de líneas y del espacio, evitar zonas luminosas y la atención a las esquinas eran similares a las que habíamos validado como correctas en Europa.

      La proporción áurea

      Durante muchos siglos los artistas han indagado sobre el tamaño adecuado para los elementos de sus producciones. Han sido muchos los que han buscado las proporciones perfectas en la Naturaleza como forma de inspiración. En este largo camino nos encontramos con la proporción áurea.

      Los egipcios fueron los descubridores de la proporción áurea a través de sus dotes de observación. La crecida del Nilo destrozaba todas las marcas que delimitaban las tierras y urgió crear un sistema para adjudicar a cada propietario su terreno cuando las aguas se retiraban. Buscaron métodos sencillos de medición y se percataron de que un hombre medía prácticamente lo mismo de alto que entre las puntas de las manos con los brazos extendidos en cruz. También observaron que el ombligo de un recién nacido divide su cuerpo en dos partes iguales. La proporción áurea, pasó de Egipto a Grecia y de allí a Roma. Después de encontrar este canon que le daba armonía a la Naturaleza, el siguiente paso fue su reproducción con fines artísticos.

      Los griegos continuaron desarrollando la ciencia matemática y Platón escribió “Es imposible combinar bien dos cosas sin una tercera, hace falta una relación entre ellas que los ensamble, la mejor ligazón para esta relación es el todo. La suma de las partes como todo es la más perfecta relación de proporción”.

      Algo más de un siglo después el genial Euclides en su obra Los elementos, recoge la primera fórmula conocida sobre la proporción áurea que definía como una proporción entre medidas, concretamente como la división armónica de una recta en media y extrema razón, un guiño a la frase de Platón.

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      Se dice que una recta ha sido cortada en extrema y media razón cuando la recta entera es al segmento mayor como el segmento mayor es al segmento menor.

       Euclides

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