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Belleza sin aura. Ricardo Ibarlucía
Читать онлайн.Название Belleza sin aura
Год выпуска 0
isbn 9788418095238
Автор произведения Ricardo Ibarlucía
Жанр Документальная литература
Серия Historia del Arte argentino y latinoamericano
Издательство Bookwire
121 Ibid., p. 90.
122 Ibid. pp. 90-91.
123 Guillaume Apollinaire, Les Peintres cubistes, op. cit., p. 53.
124 Guillaume Apollinaire, “La Peinture nouvelle. Notes d’Art”, op. cit., p. 91. Véanse “Streifzüge eines Unzeitgemäßen”, en Götzen-Dämmerung, en Sämtliche Werke, op. cit., t. 6, p. 124, y Gilbert Boudar y Michel Décaudin (eds.), Catalogue de la bibliothèque de Guillaume Apollinaire, op. cit., p. 118: Friedrich Nietzsche, Le Crépuscule des idoles. Le cas Wagner. Nietzsche contre Wagner. L’antéchrist, trad. de Henri Albert, París, Le Mercure de France, 1899 [trad. esp.: Crepúsculo de los ídolos, trad. de Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2010].
125 Guillaume Apollinaire, “L’Esprit nouveau et les poètes”, op. cit., p. 391.
126 Ibid.
127 Ibid.
128 Ibid.
129 Ibid., p. 392.
130 Ibid. Véase Guillaume Apollinaire, Les Mamelles de Tirésias, op. cit., acto ii, escena 1, pp. 141-142, donde el marido de Teresa, para contrarrestar los efectos de la campaña anticonceptiva lanzada por su mujer, idea un método gracias al cual él mismo da a luz a “40.049 niños en un solo día”.
131 Guillaume Apollinaire, “L’Esprit nouveau et les poètes”, op. cit., p. 392.
132 Ibid., p. 393.
133 Ibid., p. 394.
134 Friedrich Schlegel, “Rede über die Mythologie”, en Gespräch über die Poesie, en Athenäum. Eine Zeitschrift. Herausgegeben von August Wilhelm Schlegel und Friedrich Schlegel, 3 ts., Darmstad, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1992, t. 3, pp. 58-128 y 169-187 [trad. esp.: Conversación sobre la poesía, pról., trad. y notas de Laura S. Carugati y Sandra Girón, Buenos Aires, Biblos, col. Pasajes, 2005].
135 Guillaume Apollinaire, “L’Esprit nouveau et les poètes”, op. cit., p. 394.
136 Ibid., p. 392.
137 Ibid.
138 Ibid., pp. 392-393.
139 Ibid., p. 393.
140 Ibid.
141 Ibid.
142 Véase Luc Ferry, Homo aestheticus. L’invention du goût à l’âge démocratique, París, Grasset, 1990, pp. 50-51, 255-262 y 308-327.
143 Guillaume Apollinaire, “L’Esprit nouveau et les poètes”, op. cit., p. 393.
144 Ibid., p. 394.
145 Ibid.
146 Ibid., pp. 394-395.
147 Ibid., p. 395.
148 Ibid.
149 Ibid., pp. 395-396.
II. Dadaísmo y surrealismo
Los discípulos de Lafcadio
En “Sobre el lugar social del escritor francés en la actualidad”, Walter Benjamin recuerda que André Gide publicó Las cuevas del Vaticano (1914) en vísperas de la Gran Guerra, cuando empezaban a cobrar vigencia “corrientes que más tarde desembocarían en el surrealismo a través del expresionismo y del dadaísmo”.1 Años después, al preparar la edición de sus Páginas escogidas (1921), obra que dedicó a la juventud francesa, Gide consideró totalmente justificado incluir el pasaje en el Lafcadio, el héroe de aquella novela, se entrega a un acto gratuito y, sin ninguna motivación racional, asesina a un viejo cuya fealdad le molesta, arrojándolo de un tren en marcha: en un solitario vagón de tren con un anciano cuya fealdad le molesta y decide deshacerse de él, empujándolo a las vías, únicamente por curiosidad de sí mismo:
—¿Quién lo vería?, pensó Lafcadio. Allí, al alcance de mi mano, bajo mi mano, este doble pestillo, que puedo hacer mover con facilidad; esta puerta que, cediendo de pronto, lo dejaría precipitarse afuera; bastaría un pequeño empujón; caería en la noche como una masa; ni siquiera llegaría a oírse un grito… Y mañana, ¡en camino a las islas! ¿Quién lo sabría? […] Un crimen inmotivado, continuó Lafcadio: ¡qué bochorno para la policía! Por lo demás, sobre este talud sagrado, no importa que alguien pueda, desde un compartimento vecino, observar que una portezuela se abre y ver la sombra chinesca brincar. Al menos las cortinas están corridas… No es tanto por los acontecimientos que tengo curiosidad cuanto por mí mismo. Algunos se creen capaces de todo, pero cuando tienen que actuar, reculan… ¡Cuánta distancia hay entre la imaginación y el hecho!… Y no hay derecho de volver atrás, como en el ajedrez. ¡Bah!, si se previeran todos los riesgos, ¡el juego perdería todo interés!… Entre la imaginación de un hecho y… ¡Vamos! El talud cede. Estamos sobre un puente, creo; un río…2
En los surrealistas, afirma Benjamin comentando este pasaje, Lafcadio tuvo a “sus discípulos más aplicados”: comenzaron, al igual que él, “con una serie de actions gratuites —escándalos inmotivados o casi ociosos—” y el hecho de que con el correr de los años se hayan mostrado “cada vez más preocupados en que ciertos gestos, que al principio tal vez fueran efectuados solo lúdicamente y por curiosidad, se hallaran en consonancia con las consignas de la Internacional”, ilumina retrospectivamente la naturaleza del héroe de Las cuevas del Vaticano.3