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nos desconcertó la expresión “el texto, que está copiado a máquina”. Parecía como si san Josemaría hubiera mandado mecanografiar de nuevo los textos ya impresos, para poderlos corregir con más comodidad a doble espacio. Pero esta interpretación no parecía muy lógica y se desvaneció cuando aparecieron unas pocas hojas sueltas de la primera edición, que se creía completamente destruida. Fue viendo esas hojas cuando se comprendió que la mayoría de modificaciones manuscritas estaban incorporadas en las hojas impresas, lo que retrocedía la datación de las cuartillas a un momento anterior a la primera edición. La expresión de Javier Echevarría se debía simplemente interpretar como “el texto escrito a máquina”.

      Esta decisión de crear un “modelo” autenticado con la caligrafía del fundador, es posterior a v. Por algún motivo no se cotejó ese “modelo” con el volumen, en el que se habían corregido erratas y realizado otras modificaciones. De esta forma, aparecieron dos versiones: la de m, con sus posteriores evoluciones, y la de v.

      En Roma quedaron los manuscritos, las hojas sueltas arrancadas y un solo ejemplar del volumen I. Además debía de existir el documento α que fue el que se utilizó para preparar la versión para el proceso de beatificación, en folletos separados, en un formato ligeramente más grande del de 1966: 18 x 23,5 cm. Esa versión a no se cotejó con el manuscrito original, ni con el volumen I, ni tampoco se tuvieron en cuenta las hojas con erratas, de ahí que la impresión de 1985 difiera en pequeños detalles.

      6. Las fuentes y su jerarquización

      Si la reconstrucción histórica realizada hasta aquí es correcta, el stemma o esquematización genealógico-cronológica de las fuentes para la presente edición y de las revisiones del Autor, quedaría como sigue:

      La jerarquía de las fuentes sería la siguiente, en orden decreciente:

      1. Tercera corrección del manuscrito (¿1974-1975?) (m3): identificable por correcciones a mano en m. No se encuentran ni en v ni en i. Salvo pocas excepciones, esta versión es siempre preferible a las demás, porque se trata de la última revisión que el Autor hizo en vida.

      2. Segunda corrección del manuscrito (¿1967-1969?) (m2): identificable por correcciones a mano en m que no se encuentran en v, pero sí en i. Estas correcciones prevalecen sobre la versión v, porque son posteriores a él.

      3. Versión del Volumen I (1967) (v) y de las hojas sueltas (h): esta versión es preferible a la primera versión del manuscrito m1 porque es posterior a ella y de hecho la mejora en diversos detalles. Pero es inferior a m3 y a m2, como hemos explicado.

      4. Original manuscrito (1965) (m1): todas sus correcciones manuscritas están incorporadas en las fuentes impresas que ya hemos mencionado.

      5. La versión de 1985 (i): además de recoger las correcciones manuscritas m1 y m2, esta impresión incorpora sus propias variantes, como corrección de erratas, que hemos admitido. Hay también algunos pequeños cambios, de tipo estilístico, que plateaban dudas, porque no hay seguridad de que puedan atribuirse a san Josemaría. Si estas modificaciones son estrictamente necesarias, las hemos admitido; en caso contrario, en general hemos preferido desecharlas, después de valorarlas caso por caso, pues no hay constancia documental de que el Autor las hubiera aprobado.

      7. El aparato crítico

      Esta edición va dirigida a estudiosos o a personas interesadas en la vida y obras de san Josemaría Escrivá de Balaguer, pero su propósito principal no es mostrar las variantes —que suelen ser de muy pequeña entidad—, ni la evolución compositiva del texto, sino publicar del mejor modo posible una obra que hasta ahora permanecía inédita.

      De ahí que hayamos tomado algunas decisiones editoriales pensando en facilitar su lectura al público general. Por ejemplo, se ha colocado el aparato crítico al final de cada documento. De todas formas, siempre que existe una incidencia crítica en el texto, lo advertimos con el signo → a pie de página, de forma que el lector quede avisado y pueda consultar, si lo desea, la correspondiente variante al final de cada Carta.

      El aparato crítico sigue el uso común, aunque simplificado y adaptado a este tipo de edición. La lección canónica es la que se sitúa a la izquierda, seguida de su fuente (en cursiva) y de la página. Si no se indica ninguna fuente, quiere decir que el editor es quien propone esa lección. Después, a la derecha del corchete abierto se encuentran las versiones desechadas, con sus fuentes y páginas: en caso de haber más de una versión desechada, cada una se separa de la otra por una raya vertical: | . Cuando hay otra incidencia crítica en un mismo párrafo, se separan con doble raya vertical: || .

      8. Ladillos y notas a pie de página

      Los ladillos aparecieron por primera vez en la edición del volumen I. No se encuentran en las Cartas sueltas, impresas en vida de san Josemaría. Sí se pusieron en la impresión póstuma de 1985. Esa circunstancia y el hecho de que la edición en volúmenes fuera algo especial, pues estaba destinada al trabajo de consulta, nos hizo dudar de si convenía o no incluirlos en esta edición. Nos inclinamos por hacerlo, pues fue una parte del texto que quiso y revisó Escrivá.

      Las notas con las referencias bíblicas y patrísticas aparecían originariamente (tanto en el manuscrito como en la primera edición) al final del documento, mientras que en el Volumen I estaban a pie de página. A menudo, esas notas incluyen la transcripción latina —a veces larga— del párrafo que aparece citado en castellano en el texto. Las referencias siguen un sistema de abreviaturas antiguo, que empleó san Josemaría en otras obras. Las versiones latinas de la Biblia proceden de la Vulgata clementina, hoy superada por la Neovulgata.

      Al pensar esta edición, nos planteamos si convenía adaptar las notas a los usos modernos, pero se decidió dejarlas como estaban, porque son una parte de la obra original, que fue atentamente revisada por el Autor. Y hemos preferido colocarlas al final de cada Carta, una solución que ya había adoptado el Autor en alguna de las ediciones.

      En cambio, hemos introducido las abreviaturas bíblicas modernas, y otras referencias bibliográficas a modo de comentario, a pie de página, para no alterar el texto original del Autor.

      9. Otras observaciones sobre esta edición

      Se ha respetado el uso de las mayúsculas que hace el Autor. Por ejemplo, unas veces pone Cielo con mayúscula y otras —en el mismo párrafo y significando siempre la misma realidad sobrenatural—, prefiere escribirlo con minúscula.

      En cambio, hemos colocado la tilde sobre las mayúsculas acentuadas. Esta adaptación, puramente tipográfica, no se ha indicado en el aparato crítico.

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