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      SIEBEL

      Con mil gracias os lo devolvemos. (En voz baja, mirando de soslayo a Mefistófeles.) ¡Qué! ¿Cojea de un pie el tío ese?

      MEFISTÓFELES

      ¿Podemos sentarnos también nosotros a vuestro lado? A falta de una buena bebida, que no es posible tener, la compañía nos deleitará.

      ALTMAYER

      Parecéis hombre muy mal acostumbrado.

      FROSCH

      Seguramente habréis salido tarde de Rippach. ¿Habéis cenado con maese Juan5 antes de partir?

      MEFISTÓFELES

      Hoy hemos pasado de largo por delante de su casa. La última vez que le hablamos nos dijo muchas cosas de sus primos, y nos encargó muchos saludos para cada uno de ellos.

      Inclinándose hacia Frosch.

      ALTMAYER

      (En voz baja, a Frosch.) ¡Ahí tienes! No se mama el dedo.

      SIEBEL

      ¡Es un tío ladino!

      FROSCH

      Espera un poco. Verás como le atrapo.

      MEFISTÓFELES

      Si no me engaño, hemos oído cantar un coro de voces adiestradas. Sin duda el canto debe resonar magnífico bajo esta bóveda.

      FROSCH

      ¿Sois tal vez un virtuoso?

      MEFISTÓFELES

      ¡Ah, no! La afición es grande, pero el talento escaso.

      ALTMAYER

      Cantadnos una canción.

      MEFISTÓFELES

      Muchas, si queréis.

      SIEBEL

      Pero que sea una pieza flamante.

      MEFISTÓFELES

      Cabalmente ahora mismo llegamos de España, hermoso país del vino y de las canciones. (Canta.) "Érase una vez un rey, que tenía una gran pulga..."

      FROSCH

      ¡Oíd! ¡Una pulga! ¿Habéislo entendido bien? La pulga es para mí un curioso huésped.

      MEFISTÓFELES

      (Cantando.) "Érase una vez un rey, que tenía una gran pulga, a quien amaba no menos que a su propio hijo. Llamó a su sastre; el sastre acudió. -A ver, hazle un vestido al noble mozo,6 y tómale la medida para unos calzones."

      BRANDER

      Sobre todo, no se os olvide encarecer al sastre que le tome la medida con toda exactitud y, si tiene cariño a cabeza, procure que no hagan arrugas los calzones.

      MEFISTÓFELES

      "De seda y terciopelo quedó el bicho vestido; tenía cintas en el traje, en él llevaba también una cruz, y luego fue ministro y lucía una gran estrella. Entonces sus hermanos y hermanas llegaron a ser grandes personajes en la corte.

      "Y los caballeros y las damas de palacio hallábanse muy molestados, la reina y su azafata sentíanse picadas y mordidas sin atreverse a aplastar con la uña los bichos ni a sacudírselos a fuerza de rascar. Pero nosotros los aplastamos y ahogamos al punto cuando nos pica alguno."

      CORO

      (Cantando con algazara.) "Pero nosotros los aplastamos y ahogamos al punto cuando nos pica alguno."

      FROSCH

      ¡Bravo!, ¡bravo! ¡Linda canción!

      SIEBEL

      ¡Así les suceda eso a todas las pulgas!

      BRANDER

      Alargad los dedos, y cogedlas con cuidado.

      ALTMAYER

      ¡Viva la libertad! ¡Viva el vino!

      MEFISTÓFELES

      De buena gana bebería yo un vaso para ensalzar la libertad, si tan siquiera vuestros vinos fuesen un poquitín mejores.

      SIEBEL

      No queremos eso otra vez.

      MEFISTÓFELES

      Temo que se ofenda el tabernero; si no, regalaría a esta digna compañía con algo de nuestra bodega.

      SIEBEL

      Venga, venga, pues. Eso corre por mi cuenta.

      FROSCH

      Presentadnos un buen vaso, y haremos vuestro elogio. Pero no nos deis unas muestras mezquinas, porque si yo he de juzgar, quiero tener la boca bien llena.

      ALTMAYER

      (En voz baja.) Me huelo que son del Rhin.

      MEFISTÓFELES

      Traed acá un taladro.

      BRANDER

      ¿Qué vais a hacer con él? Pero si no tenéis aún los toneles a la puerta...

      ALTMAYER

      Ahí detrás el tabernero tiene un esportillo con herramientas.

      MEFISTÓFELES

      (A Frosch, tomando el taladro.) Ahora decid que es lo que deseáis gustar.

      FROSCH

      ¡Cómo se entiende! ¿Tanta variedad tenéis?

      MEFISTÓFELES

      Eso lo dejo al gusto de cada cual.

      ALTMAYER

      (A Frosch.) ¡Ajajá! Ya empiezas a relamerte.

      FROSCH

      Pues bien; si he de escoger yo, quiero vino del Rhin. No hay dones más ricos que los que ofrece la patria.

      MEFISTÓFELES

      (Haciendo un agujero en el borde de la mesa hacia el sitio donde está sentado Frosch.) Traedme acá un poco de cera para hacer luego los tapones.

      ALTMAYER

      ¡Ah! ¡Ésas son artes de birlibirloque!

      MEFISTÓFELES

      (A Brander.) ¿Y vos?

      BRANDER

      Yo quiero champaña, y que sea bien espumoso.

      Mefistófeles sigue taladrando. Uno de los camaradas ha hecho entre tanto los tapones de cera, con los cuales cierra los agujeros.

      BRANDER

      No siempre puede uno huir de lo extranjero; ¡lo bueno se halla muchas veces tan lejos!... El verdadero alemán no puede sufrir a los franceses, pero bebe con gusto sus vinos.

      SIEBEL

      (Mientras Mefistófeles se acerca a su sitio.) Debo confesar que no me gusta lo áspero. Dadme un vaso de legítimo dulce.

      MEFISTÓFELES

      (Mientras sigue barrenando.) Para vos, manará Tokay al instante.

      ALTMAYER

      No, señores; miradme cara a cara. Veo que os estáis burlando de nosotros.

      MEFISTÓFELES

      ¡Ta, ta! Con unas personas tan nobles, la cosa sería un poco arriesgada. ¡Pronto! Decid sin empacho con qué vino puedo obsequiaros.

      ALTMAYER

      Con todos. No nos vengáis con tantas preguntas.

      Después de hechos y tapados todos los agujeros.

      MEFISTÓFELES

      (Con ademanes y gestos extravagantes.) Racimos lleva la vid; cuernos el cabrón; jugoso es el vino; leña son los

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